CIENCIA
Y MEDICINA EN LA CULTURA ÁRABE
Juan-Bautista Gutiérrez Aroca
Catedrático de Microbiología Médica
Arte, Arqueología e Historia 2018 Vol 25 pp 115-132
Resumen
Resumen
No es fácil de explicar cómo un pueblo del desierto, fue capaz de
organizarse en un imperio, aunando una diversidad de culturas, consiguiendo
darle una nueva identidad común con la religión de Mahoma y el idioma Árabe,
llegando a dominar desde la India a las costas del Mediterráneo y el Atlántico.
Pero
tampoco es fácil de comprender cómo consiguieron alcanzar ese nivel cultural,
sirviéndose de los restos de otras culturas como la griega, persa o hindú,
asimilarlas y hacerles una crítica que llegó en muchos casos a desechar muchos
conceptos, y crear un extraordinario desarrollo científico-tecnológico. “La era
dorada” entre el Siglo VIII y el XII que significan un auténtico desarrollo
cultural tanto en Matemáticas, Astronomía, Alquimia, Física, Medicina, Ciencias
Naturales y ensanchando los límites del mundo conocido, a través de sus
viajeros-geógrafos que influyeron como nunca en la civilización europea debiéndole
ésta, gran parte de su poder actual.
Tampoco
es fácil comprender su rápido declive, desmoronamiento y evidente decadencia,
aun así todavía perdura su religión, idioma y arte.
Palabras
Clave: Cultura Árabe,
Ciencia Árabe, Medicina Árabe, Mahoma, al-Razhes, Avicena.
SCIENCE AND MEDICINE IN ARABIC CULTURE
Summary
It is not easy
to explain how a desert people was able to organize in an empire, combining a
diversity of cultures, getting a new common identity with the religion of
Muhammad and the Arabic language, and coming to dominate from India to the
coasts of the Mediterranean and the Atlantic.
But it is not
easy to understand how they managed to reach that cultural level, using the
remains of other cultures such as Greek, Persian or Indian, assimilate them to
make a criticism that in many cases came to discard many concepts, and create
an extraordinary scientific-technological development. "The golden
age" between the 8th and 12th centuries that signified an authentic
cultural development in Mathematics, Astronomy, Alchemy, Physics, Medicine,
Natural Sciences and widening the limits of the known world, through its
travelers-geographers who influenced as never in European civilization owing
this, much of its current power.
Nor is it easy
to understand its rapid decline, collapse and evident decadence. Even so its
religion, language and art still endure.
Key Words: Arab Culture, Arabic Science, Arabic
Medicine, Muhammad, al-Razhes, Avicenna.
Introducción
La identidad étnica de los árabes no debe
confundirse con su adscripción religiosa, y es anterior a la aparición del Islam, tal
como se demuestra históricamente por la existencia de reinos árabes cristianos y de tribus árabes judías en la
antigua Arabia y Siria. Sin
embargo, actualmente la gran mayoría de los árabes son musulmanes, con pequeñas
minorías que siguen otras religiones, principalmente el cristianismo.
La Cultura Árabe se inició
en Arabia, una península situada entre el Mar
Rojo y el Golfo Pérsico, al suroeste de Asia, Los árabes que habitaban la península eran de
raza semita, emparentados con los habitantes de la zona del Oriente Medio,
Siria e Irak sobre todo. La mayoría eran beduinos: nómadas dedicados al pastoreo de cabras
y camellos. Hasta el siglo VII, la Península de Arabia estuvo apartada de los
grandes centros históricos: sólo era
un lugar de paso de las rutas de caravanas que venían de
Oriente trayendo especias, sedas y otras mercancías, por eso existían pocas
ciudades en Arabia.
Organizados en tribus rivales, los árabes no formaban un país. Cada tribu tenía sus propios intereses y sus propias creencias; algunos era fetichistas; otros, en cambio, politeístas, sin embargo, la mayoría le rendía culto a un meteorito: la Piedra Negra, en el santuario de la Kaaba, en la Meca, las poblaciones recibían una fuerte influencia de las religiones monoteístas, como la cristiana y la hebrea. Este rudo pueblo estuvo destinado a difundir una brillante civilización desde que fue unido por una religión común predicada por un profeta: Mahoma. (571-632).[1]
Organizados en tribus rivales, los árabes no formaban un país. Cada tribu tenía sus propios intereses y sus propias creencias; algunos era fetichistas; otros, en cambio, politeístas, sin embargo, la mayoría le rendía culto a un meteorito: la Piedra Negra, en el santuario de la Kaaba, en la Meca, las poblaciones recibían una fuerte influencia de las religiones monoteístas, como la cristiana y la hebrea. Este rudo pueblo estuvo destinado a difundir una brillante civilización desde que fue unido por una religión común predicada por un profeta: Mahoma. (571-632).[1]
Mahoma
y la unificación de la “nación árabe”
Nacido
en la Meca el 571, en el seno de una familia de mercaderes, fue educado por un
abuelo y un tío y llegó a ser jefe de caravana. Haciendo una ruta de la Meca a
Jerusalén como caravanero, convencido de ser un profeta de Alá, decidió fundar
una nueva religión. Su predicación, comenzada alrededor del año 610, se
centraba en algunos principios fundamentales: “solamente hay un dios, Alá,
creador del mundo y juez de las acciones de los hombres; todos los creyentes se
tienen que someter a su voluntad (el término Islam significa, la “sumisión a la voluntad de Dios”); el profeta de Alá es Mahoma”. En
estos principios es evidente la presencia de un monoteísmo muy rígido, que
rechaza categóricamente la idea de la trinidad cristiana. Esta serie de
mensajes se los había dictado el arcángel Gabriel, que se le aparecía durante
sus meditaciones. Fig. 1
En
un primer momento, el profeta dirigió su predicación a unos pocos discípulos,
como su esposa e hijos. La nueva religión, con su abandono de las distintas
divinidades tribales, proponía desde el punto de vista político, la superación
de las discordias y divisiones que habían caracterizado buena parte de la
población árabe. Con la aceptación de la palabra de Mahoma tomaba cuerpo la exigencia
de unificación entre todos los árabes, que se reconocían en un solo dios y en
una sola fe. Más tarde, sus discípulos recogieron las enseñanzas de Mahoma en
el libro del Corán, que quiere decir “recitación”. Es el pilar de la
religión musulmana, contiene los preceptos
para los fieles. En el Corán se indican dos principios fundamentales – solo
existe un dios, Alá, omnipotente y juez, y Mahoma es su profeta – y las obligaciones
de los fieles. El Corán también confirma el aspecto “guerrero” de la fe
islámica, en afirmar que los que mueren en una guerra santa consiguen
directamente el paraíso.
Perseguido por los que le consideraban un impostor, Mahoma
huyó de la Meca hasta Medina en el año 622;
este episodio es conocido con el nombre de Hégira (la huida). El 632,
solo dos años después de su entrada triunfal a la Meca, Mahoma murió. Pero
después de su muerte, sus sucesores extendieron la religión islámica por toda
Arabia y Oriente Medio y el norte de África. Finalmente se establecieron en la
capital de Damasco (Siria). [2]
El califa Umar I, sucesor de Abu Bkr y verdadero continuador
de la obra de Mahoma, fue quien consolidó la unificación de la población árabe,
de manera que en poco tiempo los musulmanes crearon un nuevo imperio. En el
711, el caudillo bereber Tarik pasó de Marruecos a la Península Ibérica. Aquí,
los visigodos no opusieron una resistencia eficaz, y al cabo de poco tiempo los
árabes pudieron ocupar casi toda la Península. Fig. 2
En
las primeras décadas del siglo VIII, el poder árabe islámico había llegado a
Occidente hasta las fronteras francesas y a Oriente hasta las fronteras chinas.
La expansión árabe fue frenada, por los guerreros francos y, por el áspero
medio natural de Asia central. Hacia el año 720, el imperio árabe islámico había
alcanzado una extensión de 9 millones de quilómetros cuadrados, poblada por
unos 25 millones de habitantes, siendo el imperio más grande de todos los
conocidos hasta esa fecha. Bajo el signo del islam se habían unificado
desiertos inmensos, altiplanos extensísimos y estepas comparables con mares de
hierba sin confines. Y los barcos de los seguidores de Mahoma surcaban el
Mediterráneo, habiendo roto por primera vez el tradicional dominio marítimo de
la flota bizantina. Hasta después del siglo XII, la potencia islámica mantuvo
su hegemonía y su fuerza expansiva y dio vida a la civilización más rica y
culta de la época medieval.[3]
Fig. 2 Expansión del
Imperio Árabe
¿Cómo se ha llegado
al estado actual, de decadencia y de tener tan mala prensa por los acontecimientos
de terrorismo dentro de esa guerra santa?, al parecer de alguno, cree encontrar
una de ellas en la frustración de las sociedades musulmanas por su retraso
científico-tecnológico respecto de Occidente. Este retraso contrasta con el
extraordinario desarrollo científico de la Edad Media islámica que,
sorprendentemente, no fue capaz de realizar o asimilar una revolución
científica similar a la europea.[4]
A la hora de buscar
razones que justifiquen esta interrupción en el desarrollo científico, hay
quien lo encuentra en el freno que supone el Islam y añade que el auge de la
ciencia en Europa se debe al desarrollo del laicismo, a las instituciones
culturales (universidades, academias) independientes con respecto a la Iglesia.
Nada similar en el mundo islámico, en el que la única institución dedicada a la
enseñanza, la madrasa, se dedicó, a partir del siglo XII, al cultivo exclusivo
de las ciencias religiosas y a la formación de una élite intelectual que se
desinteresó totalmente de las ciencias exactas y físico-naturales, o incluso
las prohibía.[5]
La ciencia no tiene
religión y el científico árabe y/o musulmán, como cualquier otro científico, se
ha movido siempre por razones personales, siendo la curiosidad la más
importante de todas ellas. Pero la religión no fue un freno al desarrollo
científico en el mundo árabe en el período comprendido entre el siglo VIII y
comienzos del siglo XVII. El problema es difícil porque, hay que reconocer que
no existen respuestas satisfactorias,[6] al aislamiento cultural en el que entra el
mundo árabe-islámico a partir del Renacimiento, como consecuencia, tal vez, del
enfrentamiento entre el imperio otomano y los estados cristianos del
Mediterráneo. Pero el mundo árabe había dejado de ser receptivo a las
influencias extranjeras a partir del siglo X, momento en el que –como veremos–
termina el proceso de asimilación de la ciencia griega y la ciencia europea tiene, en la Edad Media,
poco que enseñarle al mundo árabe.[7]
Ciencia árabe e historia de la ciencia
El punto de partida
de todo el proceso es, precisamente, la gran expansión del Islam que trae
consigo el contacto del mundo árabe con las grandes civilizaciones de la
antigüedad (griega, sobre todo, pero también india y persa) y un largo proceso
de apropiación de todos sus saberes. Entre los siglos VIII y X prácticamente,
todos los textos griegos no literarios y no históricos disponibles en el
imperio bizantino o en el Próximo Oriente fueron traducidos al árabe, en un momento
en el que la expansión del imperio islámico creó una gran prosperidad y
aparecieron unas nuevas clases sociales que, bajo el califato abbasí,
patrocinaron generosamente este movimiento traductor.
Los califas abbasíes
se sintieron herederos del imperio persa y sucesores de los griegos. Esto tuvo
lugar en tiempo de al-Mamún (813-833), momento en el que el nivel científico y
filosófico de los bizantinos había sufrido una profunda decadencia.
Para los ideólogos
del califato, la causa de la decadencia bizantina radicaba en el carácter
irracional del cristianismo, con dogmas tan absurdos como la Trinidad y la
humanidad de Dios. El Islam, una religión mucho más coherente desde un punto de
vista lógico, podía asimilar toda esta herencia griega sin dejarse arrastrar
por el contexto pagano que tanto asustaba a los bizantinos.
El movimiento
traductor surgió como consecuencia de una demanda social: el poder político
necesitaba la administración del enorme imperio que había dado lugar a la
aparición de una nueva clase de funcionarios, los secretarios de la
administración, cuya educación era objeto de la máxima atención por parte de
los poderosos: además de una formación literaria, debían tener conocimientos en
ciertas disciplinas científicas como la agrimensura, las técnicas de
irrigación, la astrometeorología o el álgebra aplicada a la partición de
herencias. También astrólogos que predijeran el futuro y permitieran a los
gobernantes tomar las decisiones adecuadas
Cuando, a fines del
siglo X, terminó esta etapa, se habían traducido prácticamente todas las
fuentes asequibles y existía ya un proceso creativo científico importantísimo por
parte de sabios musulmanes que dieron lugar a la publicación de obras que
superaban claramente a las de la herencia griega.[8]
Ciencia árabe y revolución científica
La ciencia árabe, es
una continuación activa y crítica de la ciencia griega, y fue una revolución
científica ya que desarrolló los postulados de la ciencia griega hasta
demostrar los errores en los que se fundamentaba. Como ejemplo la astronomía
ptolemaica. El sistema de Ptolomeo pretendía construir modelos geométricos que
permitían calcular tablas astronómicas, y con ellas se podían predecir
posiciones planetarias, en longitud y en latitud, que estuvieran de acuerdo con
las posiciones observadas. Aquí hay que señalar que, en la etapa anterior al telescopio,
un error inferior a 20º de arco no era observable, razón por la cual unas
tablas astronómicas basadas en los modelos ptolemaicos eran precisas durante un
cierto número de años (los astrónomos andalusíes y magrebíes de los siglos XIII
y XIV estimaban en unos cuarenta años el período de validez de unas tablas), pues
las posiciones observadas divergían claramente de las calculadas. Ante esta
situación, los astrónomos árabes realizaron observaciones que les permitían
llevar a cabo algunas correcciones en los modelos. Con los nuevos datos
obtenidos se elaboraban otras tablas astronómicas pero que, también tenían una
validez limitada. Esto fue precisamente lo que llevó a la conclusión de que
había que abandonar los modelos ptolemaicos y sustituirlos por otros nuevos: en
esto consistió la labor de Kepler, muchos años después. Fig. 3
Un segundo ejemplo,
conocido solo desde la década de los años treinta del siglo XX, es
espectacular, y afecta al terreno de la biología, donde son raros los
descubrimientos en la Edad Media. Se trata del descubrimiento de la circulación
pulmonar realizado por Ibn al-Nafís, un médico en ejercicio en Damasco y en El
Cairo en el siglo XIII. Este autor describe con todo detalle como la sangre
sale del corazón va a los pulmones donde se oxigena y vuelve al corazón para
distribuirse por el cuerpo, Miguel Servet lo hizo en 1553.[9]
Todo este saber llego a la España Islámica,
donde tuvo también un gran esplendor, pasó a la Europa Cristiana, a través de
las traducciones al latín (unos textos de origen griego, pero también otros de
producción árabe).
Para formar en estas
materias se crearon las Madrazas, donde la enseñanza fundamental era la religión
siendo el resto meras herramientas auxiliares. Hay excepciones como la Madraza
especializada en Astronomía que fundó Ulug Beg en la Samarcanda del XV, o la de
Granada del XIV dedicada a la Medicina, posteriormente en el Imperio Otomano
hubo numerosos ejemplos.
Es cierto que la
clase social formada por los alfaquíes, educada en Oriente en las madrasas, se
mostró con frecuencia opuesta al cultivo de las ciencias de los antiguos,
aunque las excepciones son suficientemente numerosas como para no considerar
esta oposición como una regla general.
Fig. 3 Ciencia Árabe
Por tanto no puede
hablarse, de un rechazo de la ciencia por parte de las gentes de religión, aunque
haya etapas en que tal rechazo se produce (y no sólo en el Islam) afectando,
entonces, no al conjunto de las ciencias sino, sobre todo, a la filosofía y a
la astronomía. La primera, porque tiende a realizar análisis racionales de
cuestiones dogmáticas. La segunda, por sus estrechas conexiones con la
astrología. Si fue rechazada por el islam, también lo fue por el judaísmo y el
cristianismo, ya que creer en la influencia astral sobre la vida humana implica
limitar la libertad humana y la omnipotencia divina.
La ciencia «árabe»
Los centros más importantes de esta cultura son,
primero, Bagdad y, más tarde, Córdoba y los reinos de Taifas, además de algunas
cortes del norte de África.
Los primeros tiempos
Hacia el siglo VI empezó a alcanzar cierta importancia
una escuela siria de Medicina de la ciudad de Yundi Sapur, en la que los
descendientes de unos filósofos emigrados o expulsados de Asia Menor y Grecia
guardaban en moldes la adormecida ciencia griega y cultivaban la Medicina con
bastante acierto.
Las escuelas y cortes musulmanas estaban formadas por
gentes de diversas razas, nacionalidades y religiones. Entre los más doctos de
estas escuelas encontramos árabes, sirios, judíos, iraníes, indios y latinos;
aunque predominaba la religión musulmana, en las cortes de Bagdad y Córdoba
abundaban los cristianos y judíos y en el Oriente conviven, además, con hindúes
y zoroástricos.
¿Cuál es, pues, el elemento que amalgama toda esta
cultura? Muchos sabios fueron bilingües y trilingües y excelentes traductores;
pero el idioma en que se escriben la inmensa mayoría de las obras fundamentales
es el árabe. Tanto los letrados de Bagdad como las clases cultas de al-Ándalus,
El Cairo o Fez prefieren esta lengua.
Los hijos del desierto habían creado un rico idioma “cantando
las vértebras del camello, los matojos de las dunas, las sangrientas lides, los
festines bárbaros o la libertad cristalina e infinita de la miseria y el hambre”,
y en su poesía, que se ha llamado archivo de los árabes, “constaban las viejas
riñas, las genealogías y hasta la geografía y las rutas de arena”.
Al decir de los arabistas, esta lengua es más concisa
y flexible para la ciencia que el latín, idioma por aquel entonces de la Europa
occidental y, tanto como el griego, lengua oficial del Imperio bizantino.
El contacto entre los pueblos musulmanes se mantiene
vivo e intenso en estos siglos, no sólo por el idioma y la religión, sino
también gracias a sus andantes mercaderes: los camellos cruzan continuamente
los desiertos, cargados de ricas mercancías, y los barcos atraviesan los mares
desde al-Ándalus a las costas de Siria y desde el Eufrates a los lejanos mares
de la China.
También viajan los peregrinos: todo buen musulmán
visita la Meca alguna vez en su vida y vuelve a su tierra no sólo aureolado de
mérito religioso, sino cargado de noticias y habladurías de las tierras
lejanas. En muchas épocas son los mismos sabios los que viajan en busca de un
original precioso, o los emisarios de tal o cual califa quienes marchan a las
cortes más prósperas para adquirir obras maestras destinadas a enriquecer las
bibliotecas cortesanas.
Por aquellos mismos años, las vecinas tribus nómadas
árabes guerreaban entre sí, cultivaban la poesía y ejercían la hospitalidad. En
sus concursos de poesía se forjaba un idioma rico y flexible y su espíritu
generoso y hospitalario había de ser un factor importante en la convivencia con
los pueblos sometidos. Aquí tomó importancia el idioma árabe que sirvió de vehículo
de toda su cultura, y se extendió por todo este nuevo imperio.
La escuela de Yundi Sapur cayó pronto bajo el dominio
de los descendientes del profeta. Almansur, uno de los califas árabes, necesitó
un médico y mandó llamar al cristiano que a la sazón dirigía la ya famosa
escuela; el éxito del médico conquistó el favor del soberano, no sólo para sí
mismo, sino para los que con él se dedicaban al estudio de la medicina y la
filosofía; el prestigio y la veneración de los letrados crecieron rápidamente
en la corte de los califas y la protección a la escuela continuó en los
descendientes de Almansur hasta el extremo de atraer a los estudiosos a la
misma corte, con lo cual Bagdad se trasformó en poco tiempo en un centro de
escuelas filosóficas y científicas de especialidades muy diversas.
El esplendor de Bagdad
Harún al Raschid, el califa de “las mil y una noches”,
y su hijo Almamún (813-833), el Rey Sabio, contemporáneo de Carlomagno, son,
ambos, protectores de sabios y fundadores de escuelas, y bajo sus reinados las
Ciencias y la Filosofía reciben el máximo impulso.
En el siglo IX Bagdad es una ciudad
rica y próspera siendo el centro de la sabiduría del mundo civilizado; el
extranjero admira, no sólo sus palacios y jardines, sino también las numerosas
bibliotecas, los hospitales y baños, el observatorio, las obras de irrigación y
técnicas. Las academias reúnen astrónomos, matemáticos, médicos, alquimistas.
En la época de Almansur son famosos el sirio Hunain, médico y traductor cristiano; al-Joarizmí, algebrista persa, y años más tarde, Albatenio, el astrónomo, y al-Rhazes,
el médico alquimista.
Los pueblos incorporados al Islam imitarán a Bagdad, y
en el siglo X la supremacía civilizadora pasará a Córdoba. Bagdad perderá su
poder político, pero todavía en los siglos X y XI sus escuelas son famosas y ha
de dar algunas de las figuras orientales más notables; entre ellas Alhazen, creador de la óptica. Albiruni, el agudo astrónomo que estudio
las hipótesis antiguas sobre el sistema planetario, y los alquimistas
misteriosos de la secta de los Hermanos de la Pureza; también entre los siglos
X y XI vive Avicena, el médico
filósofo que introduce, con el cordobés Averroes,
la filosofía de Aristóteles en la Europa de los escolásticos, y Algazel, cuyas matemáticas son el
germen del cálculo infinitesimal. Con
ellos rivalizan los sabios del califato de Córdoba y los primeros reinos de
Taifas
El idioma árabe es el recipiente de toda esta cultura
que nace en Bagdad y que viajeros y peregrinos divulgan por los pueblos del
Islam.[10]
Desde nuestro punto de vista científico del siglo XXI,
¿cuáles son las ciencias de los pueblos árabes? ¿Qué añadieron estos pueblos a
las Matemáticas, la Astronomía, la Medicina, las Ciencias Naturales? Los
letrados del Islam eran, en general, más o menos enciclopédicos.
Hoy cada ciencia se encasilla en su campo y maneja
conceptos y lenguaje propios, inaccesibles muchas veces a los científicos de
otras ramas: las hormonas son patrimonio del médico (o de algunos médicos), el
átomo es un concepto físico y la biología dicta las leyes de la herencia. Para
un filósofo de los pueblos árabes hubiera sido incomprensible un especialista
del siglo XXI muy versado en la construcción de puentes y ajeno a la mecánica
ondulatoria o las filosofías existencialistas, los médicos árabes más célebres
fueron también sus más famosos filósofos.
Como han observado modernos historiadores de la
ciencia, los árabes no son grandes genios de la generalización ni de la
síntesis como los griegos, pero sí excelentes ordenadores y lógicos; a estas
cualidades añaden un carácter positivo y un agudo espíritu crítico, característica
esta última acentuada en los hispanoárabes.
Son, principalmente, los grandes recopiladores de las
ciencias antiguas; no sólo continúan la ciencia alejandrina, sino también
recogen las Matemáticas y la Astronomía de la Edad de Oro india; añaden la Aritmética
egipcia, los conocimientos de los médicos persas e iraníes, y de los chinos
aprenden a fabricar el papel, que había de ser un factor importante en la
difusión de su cultura, de los alejandrinos heredan la importancia que dan a la
experimentación.
Hay que pensar en el sabio árabe de la época, como
aquel que dominaba varias ramas del saber, y así se daban personajes que
destacaban en filosofía y medicina o en matemáticas y astronomía, de igual
forma que posteriormente se dio en el Renacimiento europeo. La especialización
de la ciencia es un hecho relativamente reciente.[11]
MATEMÁTICAS
Además de cultivar y
pulir un idioma para la Filosofía y la Ciencia, su carácter práctico, les
condujo a dedicarse principalmente a las ciencias exactas, crearon y perfeccionaron
un lenguaje matemático que permitió el desarrollo del Álgebra y la
Trigonometría; “enseñaron el empleo de las cifras, aunque no las inventaron;
fueron los fundadores de la aritmética de la vida cotidiana: hicieron del
Álgebra una ciencia exacta e iniciaron los fundamentos de la Geometría
analítica. Son los creadores indiscutibles de la Trigonometría plana y
esférica, que no existía entre los griegos y cuyos primeros indicios se
encuentran en la ciencia india”.
Las matemáticas fue la ciencia más favorecida por los
árabes. Muchos principios básicos de aritmética, geometría y álgebra, fueron
descubiertos por eruditos musulmanes. La invención del signo "cero"
por Mohammed Ben Ahmad, en el año
976 revolucionó las matemáticas, pero no se empleó en occidente hasta
principios del siglo XIII.
En Aritmética,
todavía utilizamos los números y el método de contar inventado por los árabes.
La invención del Álgebra, así como la palabra es atribuida a los árabes. Cuando
el califa Al Mamun fundo "La casa del saber", nombró como director de
la misma, a Mohmmed Ben Mussa Ben
Khwarizimi. Escribió un tratado sobre álgebra que se titula “Cálculos
mediante símbolos”.
Según la opinión de
Philip K. Hitti: "Al Khwarizimi,
una de las mejores mentes científicas del Islam, es sin duda el hombre que
ejerció mayor influencia sobre el pensamiento matemático durante toda la Edad
Media". Su trabajo fue continuado por Thabit Ben Garrah, traductor de
Almagesta de Ptolomeo, que desarrolló el álgebra y que fue el primero en aplicarlo
a la geometría. Fig. 4
La Trigonometría es la rama de las matemáticas que los
árabes cultivaron con mayor diligencia, debido a su aplicación en la
astronomía. Los primeros pasos en esta ciencia, se remontan a la época de al-Batani, fue el primero en emplear en
su trabajo los términos de "seno y coseno" frente a la única función
trigonométrica conocida en el mundo clásico (cuerda), la matemática árabe
utilizó senos, cosenos, tangentes, cotangentes, secantes y cosecantes, que son
los mismos que utilizamos hoy, Habash
al-Hasib introdujo lo que llamamos en trigonometría moderna, la tangente.
Fig. 4 Páginas del primer texto de álgebra existente, por Muhammad ibn Musa
al-Khwarizmi.
La Trigonometría plana y esférica nació entre los
árabes al servicio de la Astronomía; estos pueblos positivos hacían, a menudo,
de sus ciencias humildes instrumentos de otras disciplinas.
En la segunda mitad
del siglo XI, Umar Jayyam introdujo
la geometría algebraica y sus desarrollos fueron muy similares a los que, mucho
más tarde, utilizarían matemáticos como Descartes (15961650) y Fermat
(1601-1652).[12]
ASTRONOMÍA - ASTROLOGÍA
La labor de los árabes en Astronomía es enorme en lo
que se refiere a la acumulación y ordenación de observaciones y a la invención
de aparatos para medir los cielos y seguir los movimientos de los astros.
¿Quién no ha oído hablar del astrolabio? En el Museo Arqueológico de Madrid, y
de Córdoba Fig. 5 se puede admirar uno de estos instrumentos, que eran, al
mismo tiempo, aparatos de observación y máquinas calculadoras; y sin necesidad
de hacer cálculos determinaban la latitud, por la posición del sol, y las horas.
Añadieron dos coordenadas para determinar la posición
de los astros; perfeccionaron las fórmulas astronómicas, y tanto sus tablas
como sus observaciones fueron las más completas y precisas, hasta que Kepler y
los astrónomos del Renacimiento confeccionaron las suyas.[13]
En las teorías sobre la organización del universo
siguieron las de Ptolomeo; pero sus grandes astrónomos no las aceptaron como
dogma científico, sino por dictado del sentido común, más propio de pueblos
prácticos y positivos que de mentes puramente científicas. Y también, en virtud
del papel que encomendaban a la Astronomía; como ciencia aplicada, esta
disciplina tenía un papel primordial al servicio de los camelleros del
desierto, los mercaderes del Mediterráneo y los fieles de países lejanos que
deseaban conocer la orientación de la Meca. Además, en aquellos tiempos no se
conocía el telescopio, y todos los astros, excepto el Sol y la Luna, eran
simples puntitos brillantes, que se diferenciaban unos de otros únicamente en
sus movimientos.
Fig. 5 Astrolabio
Ptolomeo explicaba el movimiento de los astros
alrededor de la Tierra, situándolos en esferas o cielos (Geocéntrico); en el
sistema ptolomeico cada esfera gira en movimientos más o menos complicados. Los
astrónomos de al-Ándalus discutieron y modificaron las teorías del alejandrino,
pero, al igual que este, no se sintieron inclinados a despojar a la madre
Tierra de su papel de centro del universo. Sólo Azarquiel, el gran astrónomo toledano, colocó al sol haciéndole
centro de un par de órbitas (Heliocéntrico).
Se construyeron
observatorios en los centros más o menos importantes del imperio islámico: en
Bagdad, El Cairo, Córdoba, Fig. 6 Toledo y Samarcanda (Uzbekistán), adquirieron fama
bien merecida. La escuela de astronomía de Bagdad data del reinado de al-Mansnur,
el segundo califa de los Abassidas (754-775) siendo el mismo astrónomo.[14]
Entre los siglos IX y
XI, por otra parte, empezaron a aparecer las primeras críticas a los clásicos
científicos griegos, con títulos tan significativos como las “Dudas
sobre Galeno” de al-Razi o
las “Dudas sobre Ptolomeo” de Alhacén (Ibn al-Haytham), así como la lista de desacuerdos con las
ideas de Aristóteles expuesta en la Filosofía Oriental de Avicena.
La escuela de Bagdad
fue responsable del descubrimiento del movimiento de apogeo del sol, la evaluación
de la oblicuidad de la elipse y su progresiva disminución y el estudio
detallado de la duración exacta del año. Los sabios de la escuela de Bagdad
observaron la irregularidad de la latitud lunar más alta y descubrieron una
tercera desigualdad lunar conocida con el nombre de Variación, pronosticaron
las Manchas del sol, estudiaron los Eclipses y la aparición de Cometas y otros
Fenómenos celestes.[15]
Fig. 6 Astrónomos
árabes, grabado sobre madera.
Los primeros
observatorios, estuvieron activos en Bagdad y en Damasco en los años 828-829.
Sería interminable hacer una lista de observatorios islámicos documentados, se
pueden destacar dos de ellos que tuvieron una larga vida y unas instalaciones
permanentes con instrumentos de gran tamaño: los de Maraga (1259- 1316) y Samarcanda
(1420-1500).
El primer modelo
planetario nuevo fue diseñado por Muayyad
al-Din al-Urdi, uno de los astrónomos de Maraga (actual Irán), antes de
1259, fecha de la fundación del observatorio. Esto fue el punto de partida de
una corriente que estaba todavía activa en el siglo XVII y en la que hay que
recordar dos nombres fundamentales: Nasir
al-Din al-Tusi, fundador del observatorio de Maraga, e Ibn al-Shátir, en activo en Damasco en el siglo XIV. En algún caso,
estos modelos (el de la Luna en al-Tusi
e Ibn al-Shátir) llegan a ajustarse
a las observaciones mejor que los de Ptolomeo. Sabemos, desde 1957, que los
modelos de Maraga y de Ibn al Shátir son exactamente los mismos que aparecieron
en el De revolutionibus de Copérnico.
En algunos casos Copérnico llegará a utilizar los mismos parámetros numéricos.[16]
El ilustre Ali Ibn Younis, inventor del péndulo y del
reloj del sol para quien construyó el califa fatimída al-Hakem (990-1021) el
observatorio en el monte Mocattan, está considerado como el fundador de la
escuela El Cairo. Editó la gran tabla Hakemita, cuya exactitud superó a las de
todos sus predecesores.
El sultán selyúcida
llamado Melik Shah (1072-1092), un soberano ilustre que tenía muchos amigos
entre los eruditos y los literatos, se sintió muy atraído por la astronomía. Las
observaciones que dirigió, condujeron hacia una reforma del calendario 10 siglos
antes de la reforma gregoriana e incluso más exacta. Los autores de esta
reforma fueron Abdul Rahman Haseni y
Omar Khayyam, también poeta.
Más interesante aún
es el desarrollo de una nueva disciplina astronómica: el miqat,
astronomía aplicada al culto, que se ocupa de problemas que, muchas veces,
tienen auténtica envergadura.[17] Otro
problema estudiado por el miqat es
el del cálculo de la dirección hacia La Meca (alquibla), hacia la que deben dirigirse los musulmanes al
hacer la oración y que, por consiguiente, determina la orientación de las
mezquitas, así como una multitud de aspectos diversos de la vida diaria.
En último término, la
aplicación de métodos astronómicos a los problemas del culto religioso ha
dependido siempre del nivel cultural y de la amplitud de miras del usuario. Un
estudio reciente, realizado por Mónica Ríus, sobre la orientación de las
mezquitas medievales en al-Ándalus y en Marruecos, ha demostrado la orientación
errónea de las mezquitas andalusíes. No obstante, son correctas y revelan la
participación de un astrónomo en la orientación del edificio. La primera de
ellas es la mezquita del palacio de Madinat al-Zahra (Córdoba, siglo X) y las
otras tres son del siglo XIV y se encuentran dentro del recinto de la Alhambra,
en Granada. Los cuatro casos corresponden a mezquitas regias construidas para
monarcas ilustrados.
Hasta hace pocos siglos todos los pueblos cultivaron
la Astrología y Nigromancia; los astros no sólo se mueven en el cielo, decían
los astrólogos, sino que sus movimientos y posiciones determinan ciertas
influencias en nuestro planeta y, en particular, en la salud y el destino de
los hombres. Los árabes cultivaron y estudiaron la Astrología en sus escuelas.
Tuvo siempre sus partidarios y detractores, pero era,
probablemente, una ciencia apasionante. Sírvanos de ejemplo un cuento de la
Edad Media de origen oriental en el que se refiere cómo un rey languidecía y se
angustiaba porque su astrólogo, después de consultar el astrolabio, le había
pronosticado una muerte pronta. Un soldado del rey, temiendo que su señor, “por
excesiva tristeza, pudiese caer enfermo y morir”, llamó al astrólogo a la
presencia del rey para preguntarle si, del mismo modo que predecía el destino
de los otros, podía averiguar el suyo propio. El astrólogo respondió que había
consultado los astros sobre el caso, y agregó: “Estoy cierto de que en menos de
veinte años no he de morir.” “Tus astros se equivocan –replicó el soldado–,
pues vas a morir ahora mismo.” Y atravesó al astrólogo con su espada, librando
al rey con tan contundente hecho de la creencia en los augurios celestes, “pues
no hay que hacer caso –dice el autor del cuento– de aquellos que dicen que las
luminarias del cielo son las que señalan la vida de los hombres”. Muchos reyes
tenían sus astrólogos como el del cuento; tal era el crédito de la Astrología,
pero un simple hecho podía echar abajo la ciencia de los nigromantes.[18]
LA ALQUIMIA-QUÍMICA
La experimentación, como colaboradora de las ciencias,
culmina entre los pueblos árabes en la Alquimia, ciencia basada en teorías
desechadas hace mucho tiempo, pero preciosa en sus resultados prácticos.
Las
sustancias, los cuerpos, se transforman unos en otros, como indica la
experiencia. Unos cuerpos son más valiosos o más codiciados que otros, y entre
ellos el oro ha sido siempre uno de los más preciados y deseados por los
hombres. El alquimista cree en la transmutación de los metales (hoy también
creemos, pero de otra manera), y el fin práctico más importante de su ciencia
era buscar la piedra filosofal, la fórmula maravillosa que
permitiera transformar otros metales en oro.
Hasta el siglo XVII, época en que Boyle estableció la
definición química de elemento, hubo alquimistas entre los
hombres de ciencia, pero desde entonces no hay más que químicos. Muchos de los
científicos de los pueblos árabes tenían poca o ninguna fe en la piedra
filosofal, entre ellos al-Razes, el
más famoso de los alquimistas orientales. Tampoco creían en ella Avicena ni Alfonso el Sabio que cultivaron y desarrollaron los métodos de
experimentación de la Alquimia.
Es el origen del
laboratorio moderno, de sus procedimientos, sus retortas, alambiques y
múltiples aparatos y de muchos de sus innumerables productos: los alquimistas
árabes descubrieron los ácidos sulfúrico y nítrico, el agua regia, el alumbre,
vitriolo potasio, el amoníaco, el nitrato de plata, la preparación del mercurio
y otras muchas sustancias, y desarrollaron métodos de experimentación, tales
como la sublimación, destilación, cristalización, coagulación, fusión,
filtración, etc.
Los alquimistas solían ser muy aficionados a teorizar
y rodear sus experiencias de complicadas filosofías; a veces sus teorías eran
secretos de sectas, tales como la de los «Hermanos de la Pureza», de siglo IX
en Bagdad, que dieron un gran impulso a la experimentación; sus obras,
abundantes en confusionismos filosóficos, asustaron a los píos musulmanes, que
las declararon herejes en oriente. Los hispanoárabes, más abiertos a la crítica
y la discusión, las estudiaron y divulgaron en al-Ándalus años más tarde, fueron
los que introdujeron en la Europa del XIII los métodos experimentales y las
complejas teorías de los «Hermanos de la Pureza».
Un importante número
de términos empleados en química como son alcohol, alambique, álcali, elixir, etc.
son de origen árabe.
Sin duda alguna, el
químico árabe más grande fue Djeber
o Geber (Abu Mussa Djafar Al Kufi),
que vivió en la segunda mitad del siglo VIII. Varios de sus trabajos fueron
traducidos al latín. El más importante de todos es "La suma de la
perfección" traducido al francés en 1672. Razes (Abu Bakr Zacari Al Razi) en su libro "Al Hawi",
fue el primero en describir como se hace el ácido sulfúrico y el alcohol que se
obtenía destilando el almidón o la glucosa fermentada.
La aplicación de la
química en la Farmacología e Industria también se lo debemos a los musulmanes.
Un gran número de productos que usamos diariamente como el agua destilada, el
alcanfor, los jarabes y muchas pomadas son un legado de los árabes. Su progreso
en la química industrial se muestra en el amplio conocimiento de sus artesanos
en el arte de teñir, de curtir cueros y de templar el acero.
Entre las invenciones
que beneficiaron a la Industria, debemos mencionar la pólvora, y la fabricación
de papel hecha en algodón, lino o trapos. La invención de la pólvora estuvo
durante mucho tiempo relacionada con Roger Bacon, Alberto Magno y Berthold
Swartz, también atribuida a menudo a los chinos. Será difícil exagerar la
importancia de la invención del papel. Ello abrió una nueva época para la
civilización. La difusión de libros baratos y la popularización de los
estudios, solamente han sido posible desde que los árabes sustituyeron el
pergamino del mundo antiguo y el papel de seda de los chinos por papel
corriente tal como los conocemos hoy en día.[19]-[20]
FÍSICA
La ciencia que hoy llamamos Física, fundada en
principios matemáticos, no nace hasta el siglo XVII. Algunas de las ramas de
nuestra Física se estudiaron en la ciencia árabe casi exclusivamente como
ciencias aplicadas. Fig. 7 Sólo la Óptica alcanzó un desarrollo excepcional
como ciencia y señala un gran adelanto sobre la óptica de Euclides.[21]
Aprendieron la Hidráulica y la Mecánica de los
alejandrinos y perfeccionaron sus conocimientos técnicos; los árabes eran no
sólo excelentes ingenieros, sino artistas excepcionales en la construcción de
jardines, obras de irrigación, relojes de agua, etc. Sus obras técnicas daban a
las bellas ciudades musulmanas un carácter que no tenían ninguna de las
ciudades europeas de la misma época.
Determinaron con bastante precisión numerosos pesos
específicos, estudiaron las leyes de la balanza y tenían extensos conocimientos
prácticos en calor, acústica, magnetismo y, en general, en las ramas aplicadas
de la Física. Como el uso de la cámara oscura, que iba a ser tan importante en
la fotografía, etc.[22]
Fig. 7 Mecánica Árabe Manuscrito
El más grande de los
físicos orientales, Alhazen,
estableció teoremas sobre espejos y lentes tal como hoy los conocemos, expuso
teorías sobre la luz y desechó la curiosa creencia griega sobre la visión según
la cual los rayos procedentes del ojo humano hacen visibles los objetos al
chocar con ellos.
En el campo de la óptica geométrica se produjeron
avances espectaculares con la obra de Ibn
al-Haytham (965-1040), pero no hay que olvidar autores anteriores de menos
renombre como Ibn Sahl quien, en la
segunda mitad del siglo X, estableció la existencia de una razón constante, que
caracteriza a cada medio en relación con el aire, entre el ángulo de incidencia
y el ángulo de refracción. Esto implica que este autor es el descubridor de la
segunda ley de la refracción que fue formulada, de nuevo, por Snel en 1621.
No se puede negar el hecho de que la brújula fue
inventada por los chinos, pero fueron los musulmanes quienes la perfeccionaron
y la utilizaron con la aguja magnética para las necesidades de la
navegación.
Resolvieron los problemas del movimiento de los proyectiles y el concepto
de ‘cantidad de movimiento’. Desarrollaron diseños de máquinas elevadoras de
agua, molinos hidráulicos y de viento, máquinas de guerra, relojes, autómatas y
otros mecanismos. Destaca el trabajo de al-Jazari.
Tuvo un enfoque relacionado con la recolección, transporte y almacenamiento
de agua, especialmente para la agricultura. Invención del ‘tahuna’ (molino de
viento). Aljibes (cisternas), acueductos, norias y canales. Desarrollo de
fertilizantes.[23]
GEOGRAFÍA E HISTORIA
Su pasión por viajar,
dice Renan, “es uno de los rasgos más brillantes del carácter árabe y uno de
los que les ayudaron a poner su marca más profunda en la historia de la
civilización”.
“Hasta la época del
gran ímpetu de la navegación española y portuguesa, en los siglos XV y XVI,
ningún pueblo contribuyó tanto como los árabes a la amplia concepción del
Universo y a dar al hombre una idea exacta del planeta donde vive, que es el
requisito previo de todo progreso real”.[24] Ya en el siglo IX los comerciantes
árabes, que fueron los primeros en explorar esas lejanas tierras, visitaron
China, África y el Norte lejano, lo que luego fue la Unión Soviética.
El relato del viaje
de Soleiman escrito en el 851 y
terminado en el 880 por Abu Zeyd,
fue el primer trabajo que se publicó sobre China. Masudi (Hassan Ali Al Masudi), cuyo gran mérito fue reconocido por
el mundo científico a finales del siglo XVIII, viajó a mediados del siglo X a
través del inmenso imperio de los califas, de un extremo a otro. Además, visitó
Ceilán (actual Sri Lanka), Madagascar y Zanzíbar. En su famosa obra
"Pastos dorados" describe la naturaleza de los países que vio,
"sus montañas, sus océanos, sus dominios, sus dinastías, así como las
creencias y costumbres de los habitantes".
Ibn Haykal al- Biruni, Idrissi Fig. 8 e Ibn Batuta, son otros viajeros y eruditos autores de obras
geográficas inestimables, que hicieron accesible a Occidente horizontes sobre
los cuales nunca se había soñado. Idrissi,
que nació en Ceuta en el año 1099 y que vivió en la Corte de Palermo, escribió
un tratado sobre geografía para Roger II de Sicilia. "Durante trescientos
cincuenta años, dice L.A. Sedillot, los cartógrafos europeos sólo copiaron este
tratado con insignificantes variaciones".[25]
Fig. 8 Mapamundi
del geógrafo Al-Idrisi, para los árabes el norte está en la parte inferior
Haremos una mención
especial del Mapa de Tamerlan Mundi de Ulug
Beg, el nieto de Tamerlan y autor de las famosas tablas astronómicas que
llevan su nombre. Cuando lo dibujó, se basó, principalmente, en los escritos de
Nasr De Dine Thusi y en las
observaciones de al-Koshdj. Este
último, por orden de Ulug Beg, realizó un viaje a China y comprobó la media de
un grado del meridiano y el tamaño del mundo.
Hablando de las
cartas marítimas que elaboraron los árabes, Sedillot describe que pertenecía a Malem Cana, moro del Gujerat, a quien
llevó como guía a Melinda. Otra carta, dibujada por el árabe Omar, ayudó a al-Burquerque cuando navegaba por el mar de Omán y el Golfo Pérsico.
En una carta escrita desde Haití y fechada en Octubre del año de 1498, Cristóbal
Colón nombra a Averroes, como uno de
los autores que le condujo a adivinar la existencia del nuevo mundo.[26]
El número de
escritores musulmanes que nos han dejado obras históricas es muy grande. En el
diccionario histórico de Kätib Tcheleb,
llamado "Hadja Khalifa", se pueden encontrar varios centenares de
nombres de historiadores famosos. Los escritores históricos más antiguos se
remontan a la época de los Omeyas. Uno de los primeros escritores fue
probablemente Abu Minag, citado por
Masudi en su obra "Pastos Dorados". Murió en el año 130 de la Hégira
(Año 747).
MEDICINA
Después de las matemáticas y de la química, la
medicina fue la ciencia que más atrajo a los musulmanes, durante los primeros
siglos de la Hégira, era parte integral de una completa educación. Los médicos
fueron sus sabios más distinguidos, que gozaban de un gran prestigio e
influencia en las cortes musulmanas.
Sus maestros fueron también los griegos y alejandrinos
(Hipócrates, Dioscórides, Galeno), a cuya medicina incorporaron los conocimientos
de los curanderos persas e iraníes, enriqueciendo ciencia y práctica con
abundante y bien ordenada experiencia. Fig. 9
Los hospitales árabes eran modelo de organización y
responsabilidad ante el enfermo, así como sus manicomios. Y desde el punto de
vista de la Higiene (circulación libre del aire, y del agua) mejor que los
actuales según Gustavo Le Bon. Estudiaron las relaciones dieta-salud y salud física-mental. Dejaron escritos
voluminosos tratados de Medicina divididos en distintas ramas (Patología,
Anatomía, Higiene, etc.), agregando a la ciencia antigua su experiencia
personal y sensatas observaciones sobre médicos y enfermedades. Al-Razes, el más famoso de los médicos
orientales, advierte al profano sobre la importancia de un médico con
conocimientos profundos en tratados como los que hablan de “por qué las gentes
prefieren charlatanes y curanderos a médicos entendidos; por qué los médicos
ignorantes, los aficionados y las mujeres tienen más éxito que los médicos
doctos”. Otro médico oriental aconseja al médico con agudo sentido de la
psicología humana: “Consuela al paciente con la promesa de la curación, aunque
tú mismo no confíes en ella, porque de este modo puedes ayudar a sus potencias
naturales.” “No descuides la visita del pobre, porque no hay trabajo más noble
que éste”; y añade un acertado consejo cínico-práctico: “Pide tu recompensa
cuando la enfermedad esté en el período agudo, porque, una -vez curado, el
paciente olvidará lo que hiciste por él.”
Fig. 9 Panel de azulejería
Facultad Medicina Córdoba
De todas las ramas de la Medicina, la que menos adelantó
fue la Anatomía, porque la religión islámica no permitía la disección de
cadáveres; aceptaron los conocimientos anatómicos de Galeno con todos sus
errores, aunque aprendieron algunas cosas sobre los músculos de los vivos y los
huesos de tal o cual esqueleto abandonado en un campo o un camino.
Por el contrario, la Patología y la Terapéutica, y,
sobre todo, la Cirugía y la Higiene, se enriquecieron en experiencias y
observaciones bien sistematizadas, aunque embarulladas a veces por un exceso de
afición a teorizar. Operaban cataratas, hemorroides y otras afecciones;
describieron por primera vez numerosas enfermedades, tales como la viruela Fig.10 y el sarampión, y establecieron normas para el diagnóstico basándose, como
Galeno, en el pulso y la orina. Conocieron el contagio antes que otros pueblos pues
estudiaron las enfermedades desde un punto de vista racional.[27]
Fig. 10 Médicos y Boticarios. Preparación de medicinas
para un paciente con viruela.
Canon de Avicena. Miniatura del S. XVII
La oftalmología debe
su existencia a la ciencia árabe. El "memorandun para oculistas" de Ali Ibn Issa, no se quedó anticuado
hasta el siglo XIX. La primera operación de extracción de una catarata se llevó
a cabo en el año 1256 por al-Mahusin,
que inventó la aguja hueca. También en Oftalmología, sus tratados fueron los
mejores hasta la aparición de los médicos franceses en el Renacimiento; el
ciego y las enfermedades de ojos eran frecuentes en el norte de África. Por eso
el número de médicos famosos y de tratados es considerable. Los médicos
musulmanes desempeñaron un papel decisivo en la ciencia médica de occidente.
Durante varios siglos los trabajos de Rhases,
Avicena, Abulcassis e Ibn Zohar,
fueron la base de los estudios médicos en todas las universidades
europeas. Las escuelas de medicina de Salerno (Italia) y especialmente
Montpellier (Francia) adquirieron fama mundial.
Rhazes (Abu Bakr Ibn Zacaria Al Razi) nacido en la ciudad persa de Rayy el 865 murió
en la misma ciudad el 923. Fig. 11 Publicó
una gran cantidad de conocimientos médicos bajo el título de “La vida virtuosa”
(Havi), así como su otro libro titulado "Mansur", sobre el califa Al
Mansur, a quien se lo dedicó, fue durante cientos de años el más respetado y el
más ampliamente utilizado de los manuales médicos.
"Havi" uno
de sus 9 tomos estaba en la biblioteca de la facultad de medicina de París en
el año 1395. Contiene la primera descripción de algunas fiebres eruptivas como
la viruela y el sarampión. Al Razi introdujo en farmacias el uso de purgantes
suaves, la aplicación de ventosas en caso de apoplejía y la utilización de agua
fría en caso de fiebre persistente. Los trabajos de al Razi fueron traducidos al latín y publicados en varias
ocasiones, principalmente en 1509 en Venecia y en 1528 en París. Su tratado
sobre la viruela fue publicado de nuevo por última vez en el año 1745.
Fig. 11 Rhazes en su laboratorio
Avicena (Abu Ali Al Hussain Ibn Abdallah), nació en la ciudad
persa de Afsina el 980 y murió el 1037
en Hamadan, actual Irán. Fig. 12 Fue sin duda alguna el más grande de todos los
médicos musulmanes su "Preceptos de la medicina" se publicó en lengua
árabe en Roma en el año 1543. Apareció en una nueva edición de 5 tomos que
trataban respectivamente fisiología, higiene, terapéutica y otras materias
médicas. “El canon de la
medicina” y “El libro de la curación”. Durante 600 años, desde el siglo XII hasta el siglo
XVIII, esta obra maestra sirvió como base para los estudios médicos en todas
las universidades francesas e italianas. En el siglo XV fue editada 15
veces en latín y una vez en hebreo. Hay ediciones del XVII incluso a principios
del XIX. También un libro sobre "Remedios para el corazón" y algunos
poemas sobre medicina, que incluía alrededor de 760 fármacos.[28]
Respecto a la
Cirugía. Ya en el siglo XI sabían cómo tratar cataratas por prolapso o
extracción del cristalino, litotricia y hemorragias; sabían cómo usar los
cáusticos y sedales y practicaban la cauterización. Conocían los anestésicos
que generalmente, están considerados como un descubrimiento moderno.
Frecuentemente, antes de una operación dolorosa, administraban una droga hecha
de una planta llamada "cizaña", hasta que el paciente quedaba
completamente inconsciente.
Fig. 12 Avicena, retrato idealizado S.XIX
Es espectacular, un
hecho conocido sólo desde la década de los años treinta del siglo XX. Se trata
del descubrimiento de la circulación pulmonar o circulación menor realizado por
Ibn al-Nafís (Ala-al-din
abu al-Hassan Ali ibn Abi-Hazm al-Qarshi al-Dimashqi), nació en Damasco el 1213 y murió el 1288 en el Cairo. Fue un médico que
ejerció en Damasco y en El Cairo en el siglo XIII. Este autor estableció
claramente que la arteria pulmonar lleva a la sangre venosa desde el ventrículo
derecho hasta los pulmones, donde se mezcla con el aire. La sangre oxigenada pasa,
a la vena pulmonar, siendo esta última la que la lleva hasta el ventrículo
izquierdo. Esta exposición coincide, hasta en los más mínimos detalles, con la
que darán, mucho más tarde, Miguel Servet (1553), Juan Valverde de Hamusco
(1554) y Realdo Colombo (1559) y Harvey (1578) quien es considerado el
descubridor.[29]
La España musulmana
produjo otros muchos médicos de gran reputación, entre ellos, Ibn Zohar y Averroes. El principal mérito de Ibn Zohar fue la introducción a la medicina de las leyes de
observación científica. El punto más importante de su terapia era el de los
poderes naturales del cuerpo humano para autocurarse de ciertas enfermedades.
Fue el primero en combinar el estudio de la medicina con el de la cirugía y
farmacia. Sus escritos sobre cirugía hablan por primera vez de la broncotomía y
contienen instrucciones detalladas para el tratamiento de luxaciones y
fracturas.
Averroes (Abdul Walid Mohammed Ibn Ruchd), escribió un tratado
sobre antídotos sobre venenos y fiebres. Su principal obra médica
"Kulliyet" se imprimió por primera vez en Venecia en el año 1490,
siendo posteriormente editado de nuevo en diferentes países.
Abucasis (Abul Qasim Khalaf Ben Abbas) de Córdoba, que murió
en 1107 es el cirujano musulmán más destacado. El famoso fisiólogo Haller
afirma que sus trabajos fueron "la principal fuente de inspiración para
todos los cirujanos desde esa fecha hasta el siglo XIV". Sus obras
describen instrumentos quirúrgicos, se imprimieron en latín en el año 1487.
A pesar de su
desarrollo, la Cirugía se consideraba como arte menor, y los médicos no se
rebajaban a ejercer un oficio que solía estar en manos de barberos. Los
barberos eran también los que se encargaban de los baños públicos, verdaderos
institutos de belleza e higiene, que tenían como clientes a reyes y magnates.
En los cuentos orientales los vemos citados a menudo y es frecuente que el
barbero alcance el favor del rey después de recibirlo en su baño y darle
masaje, bañarlo y perfumarlo, dejando su cuerpo joven y ágil como el de un
niño.
Sabemos que la
religión musulmana contiene unas admirables normas sobre la higiene: Baños
frecuentes, Prohibición de beber alcohol, Prohibición de comer carne de cerdo. Además
los médicos musulmanes siempre dieron importancia a la observación de las
normas higiénicas en el tratamiento de las enfermedades.
Los aforismos de la escuela de Salerno (Italia)
contienen muchas instrucciones muy valiosas sobre la higiene. Sabemos que esta
escuela, que fue considerada durante mucho tiempo como la mejor de Europa, debe
su reputación a los árabes".[30]
LAS CIENCIAS NATURALES, los jardines botánicos y la
Agricultura
El naturalista árabe es un incansable colector de
especies; los más grandes botánicos de estos pueblos viajaron, recorriendo el
Mediterráneo y los pueblos de Asia, y cultivaron en bellos jardines botánicos
plantas de las tierras más diversas. Los reyes y magnates solían costear el
sostenimiento de estos jardines, entre los cuales fueron famosos en la
Península Ibérica los de Toledo y Cádiz.
De estas actividades nos dejaron escritos voluminosos
tratados descriptivos de plantas y animales. En las más interesantes
enciclopedias botánicas Fig. 13 no sólo se describen cuidadosamente la
morfología, cultivo y particularidades de la especie, sino que se ordenan y
clasifican; en la ordenación suelen seguir a sus maestros griegos y
alejandrinos, y en los tratados de los hispanoárabes más originales apunta una
clasificación que los aproxima a la ciencia moderna. Los botánicos suelen
señalar con especial cuidado las propiedades medicinales o nocivas de las
plantas, de modo que estos tratados tienen un carácter marcadamente
farmacológico.
También escribieron grandes tratados de agricultura y
ganadería, en las que superaban a sus contemporáneos de los reinos cristianos;
en la Península Ibérica en particular, constituía uno de los factores más
importantes en las diferencias de bienestar económico; en los reinos cristianos
eran, a menudo, los musulmanes los encargados del cultivo de los campos.
Fig.
13 Tratado
de botánica árabe
Botánica: relacionada con la medicina y la agricultura, había secciones
dedicadas a las hierbas en los tratados de medicina y en las enciclopedias. El
libro más importante fue el “Libro de las plantas” de al-Dinawari. Zoología: destaca el “Gran libro sobre la vida de los
animales” de Kamal al-Din al- Damiri.
Desarrollaron la Medicina Veterinaria
como una disciplina independiente. Geología: Avicena estudió los cambios de la superficie de la tierra, la
formación de depósitos aluviales, la estructura de las montañas, los fósiles y
la formación de piedras. Al-Biruni
realizó observaciones sobre los cambios geológicos, como los terremotos. Trataron
la mineralogía, incluyendo la metalurgia y la petrología.[31]
Conclusiones
APORTACION Y LEGADO
Introducción del álgebra, las cifras arábigas, entre otros.
Introducción de palabras tales como alumbre, álcali, alcohol, salmiac, etc.
Descubrimiento del alcohol, ácidos y sales.
El molino de viento, los lentes de aumento y el papel.
Perfeccionamiento de manufacturas de acero y vidrio.
Desarrollo de fármacos y de la medicina.
Instrumentos tales como el astrolabio y el catéter de plata
DECLIVE DE LA EDAD DORADA
La extensión del Imperio.
Pérdida de las comunicaciones y de financiamiento.
Destrucción de libros y bibliotecas.
Presiones externas: las cruzadas y los mongoles.
Presiones internas: el final del progreso científico
NOTAS
1 Cultura
Arabe, Islam | Historia Universal https://mihistoriauniversal.com › Edad Media 15/09/2018.
[2]
Andrae Tor “Mahoma” Madrid
Editorial Alianza 1966.
[3] Que de hecho fue derrotado en Talas, en la Asia central,
el 751 Gabrieli Francisco “Mahoma y las conquistas del Islam” Madrid Guadarrama
Ediciones 1967.
[4] El mundo islámico tiene, mala
prensa. Me mueve a pensarlo, entre otras muchas cosas, la lectura de un de
Fernando Peregrín Gutiérrez («La ciencia árabe-islámica y su revolución
pendiente», en Revista de libros, nº 63, marzo de 2002, págs. 19-25) en el
que el autor se interroga sobre las causas de los desgraciados acontecimientos
del 11 de septiembre de 2001.
[5] Peregrín las encuentra, demasiado fácilmente “la
ciencia árabe, incluso en su edad de oro, estuvo siempre mediatizada por el islam
y, por este motivo, no pasó de ser una pre-ciencia o ciencia primitiva”.
Peregrín Fernando 2002 Opus cit.
[6] No la tenía, hace
treinta años, el profesor Edward S. Kennedy –el máximo especialista a nivel
mundial en historia de la astronomía islámica– cuando un periodista le planteó
la cuestión en Barcelona. Samso Julio “La ciencia de los antiguos en
al-Ándalus” Madrid MAPFRE 1992.
[7] Desgraciadamente, este contacto no se
produjo o tuvo lugar de manera parcial y esporádica. Así, en 1599, un morisco
llamado al-Hadjarí consiguió huir de España y ponerse, como traductor, al
servicio de los sultanes sadíes de Marruecos. Allí tradujo el Almanach Perpetuum de Abraham
Zacuto y José Vizinho (edición princeps en Leiria, 1496), lo que dio origen a
una tradición astronómica que se mantuvo viva hasta el siglo XIX. Del mismo
modo, al-Hadjarí escribió, en colaboración con otro morisco, Ibrahim b. Gánim
Arribas, el primer tratado árabe de artillería. Samso Julio 1992 Opus cit.
[8] Este esplendor
científico alcanzó a la parte de la península Ibérica sometida al dominio
musulmán (al-Andalus) a partir del siglo X. Se desarrollaron los astrolabios
universales, válidos para cualquier latitud, que permitían superar un
inconveniente de los astrolabios convencionales, que requerían una lámina
específica para cada latitud. En el Toledo del siglo XI se presentaron
alternativas al modelo solar ptolemaico, se modificó el modelo lunar y se
introdujeron novedades importantes en la teoría de la precesión de los
equinoccios. Asimismo, se desarrolló un instrumento nuevo, el ecuatorio,
constituido por una serie de modelos planetarios ptolemaicos a escala, que
permitía resolver gráficamente el problema engorroso de calcular la longitud de
un planeta Samso Julio 1992 Opus cit.
[9] El número de tablas
islámicas es importante: hoy en día conocemos más de 225 colecciones elaboradas
entre los años 750 y 1900 y sabemos, por otra parte, que el observatorio, como
institución científica, es un invento islámico. Cruz Hernández M.
“Visión sinóptica de la cultura Islámica” en Lain Entralgo P. “Historia de la
Medicina” Editorial Salvat, Barcelona 1994.
[10] En otros casos la transmisión es más
tardía: la circulación pulmonar de Ibn al-Nafís puede haberse difundido gracias
a un médico veneciano, Andrea Alpago (fallecido en 1522), quien tradujo textos
del médico sirio, aunque no nos consta que tradujera el pasaje que nos
interesa. Bernis Margarita “La ciencia Hispano-Árabe” Madrid Publicaciones
Españolas 1956.
[12]
Aportes del Islam - Junta de Andalucía
www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-tic/14002984/.../aportes_del_islam.odt
25/09/2018
[13]
Cuando, mucho más
tarde, Galileo diseñó el llamado jovilabio (instrumento que permitía predecir,
sin apenas cálculos, eclipses de los satélites de Júpiter), no hizo más que
aplicar las mismas técnicas de los ecuatorios andalusíes. Asimismo, en la
Córdoba del siglo X, se llevó a cabo la interpretación del Mediterráneo a su
tamaño real, corrigiendo los cálculos de Ptolomeo, no obstante seguía habiendo
errores, que no se resolvieron hasta el siglo XVIII, cuando se inventó el
cronómetro. Samso Julio 1992 Opus cit.
[14] El observatorio de
Maraga constituyó un modelo utilizado en plena revolución científica, ya que
sus instrumentos de observación de gran tamaño fueron los mismos que empleó
Tycho Brahe en Uraniborg. Recordemos que los resultados de Tycho, basados
todavía en técnicas de observación pretelescópicas, fueron los que permitieron
la formulación de las leyes de Kepler. El observatorio de Maraga, por otra
parte, marca un punto de inflexión importante en la historia de la astronomía,
ya que en él trabajó un grupo de astrónomos que se dedicaron a diseñar modelos
geométricos planetarios no ptolemaicos. Esta actividad se desarrolló por
razones cosmológicas. Bernis Margarita 1956 Opus cit.
[15] David A. King bajo el
título de Astronomía al servicio del islam En Samsó
J. “Astrometeorología y
astrología medievales” Universidad
de Barcelona 2008.
[16] Los
astrónomos de la escuela de Maraga y sus continuadores no llegaron a concebir un
sistema heliocéntrico y la originalidad de Copérnico consistió en combinar el
heliocentrismo de Aristarco de Samos con los modelos no ptolemaicos de Maraga.
Los desarrollos prácticos y teóricos siguen vigentes hasta el Renacimiento.
Bernis Margarita 1956 Opus cit.
[17]
Astrónomos destacados:
-
El califa Al-Mansnur que fundó varias escuelas de
Astronomía
-
Alhacen (Ibn al Haytham) escritor crítico con las
teorías de los griegos.
-
Al- Jwarizmi que perfecciono los cálculos de
Ptolomeo.
-
Muayyad al- Din al-Urdi creó un modelo planetario.
-
Nasir al-Din al-Tusi y Ibn al-Shgatir que
corrigieron las observaciones de Ptolomeo.
-
Ali Ibn Younis inventor del péndulo y reloj de sol.
-
El califa Melik shah dirigió un equipo (Abdu Rhaman
y Omar Khayyam) que reformo el calendario. Samso Julio 1992 Opus cit.
[18] Un muwaqqit (astrónomo
al servicio de una mezquita) se ocupa de todas aquellas cuestiones relacionadas
con la medición del tiempo, como la determinación de las horas de la oración o
el establecimiento de la visibilidad de la luna nueva, que marca el principio
del mes lunar y determina cuestiones socialmente tan importantes como el
principio y el fin del ayuno del mes de Ramadán. Bernis Margarita 1956 Opus
cit.
[20]
Estudios hechos por
Reinaud y Fave nos han demostrado claramente que,
"aunque
los chinos descubrieron el salitre y su utilización en fuegos artificiales,
fueron los árabes quienes inventaron la pólvora como sustancia explosiva capaz
de disparar proyectiles, es decir, que inventaron las armas de fuego. Ya
emplearon este tipo de proyectiles en defensa de Algeciras en 1342, cuando fue
atacada por Alfonso XI. Cruz Hernández 1994.
[21] "Son los árabes
quienes debieran ser considerados como los verdaderos fundadores de la
física", afirma A. Humbolt. Samso Julio1992 Opus cit.
[22] El tratado sobre la óptica por Hassan
Ali Aitan (Alhasen) (963-1309) fue un hecho de gran importancia para la
ciencia, M. Charles afirma que fue "el principio de la moderna ciencia de
la óptica". Bernis Margarita 1956 Opus cit.
[23]
Ernest Renan,
Miscelánea de historia de viajes, París, 1878.
[24] Navarrete: Colección de viajes y
descubrimientos. Humboldot, A.: “Historia del Descubrimiento del Nuevo
Mundo" Madrid. 1925.
[25] “Los conocimientos geograficos
alcanzaron un nivel tan extraordinario, que cuando en 1840 se publico unas
traducciones de al-Idrisi hubo algun critico que dudo de su autenticidad, ya
que aportaba una serie de datos que Europa habia ignorado hasta casi esa fecha”
Cruz Hernandez M. 1994 Opus cit.
[26] Bernis Margarita 1956 Opus cit.
[29] Samso Julio 1992 Opus
cit.
[30] Bernis Margarita 1956
Opus cit.
[31] Bernis Margarita 1956
Opus cit.
Bibliografia
-Andrae
Tor “Mahoma” Madrid Editorial Alianza 1966.
-Bernis
Margarita “La ciencia Hispano-Árabe” Madrid Publicaciones Españolas 1956.
-Cruz
Hernandez Miguel “Visión sinóptica de la cultura Islámica” en Lain Entralgo P.
“Historia de la Medicina” Barcelona Editorial
Salvat, 1994.
-Gabrieli
Francisco “Mahoma y las conquistas del Islam” Madrid Guadarrama Ediciones 1967.
-Guarda
Antonio J.; San Martin Gustavo, De Gracia Alejandro; Palma Juan B. “El
despertar de la Medicina Árabe en la Edad Media: alguno de sus médicos” Buenos
Aires Rev. De la Asociación Medica Argentina Vol 121; 2008.
-Le
Bon Gustave “Los Árabes Historia, Civilización y Cultura” Barcelona Ediciones
Abraxas 2007.
-Martinez
Gazquez J “Los árabes y el paso
de la ciencia griega al Occidente medieval” Barcelona.
Revista Internacional
d'Humanitats 2005.
-Mindan
Manuel “Historia de la Filosofía y de las Ciencias” Salamanca Editorial Anaya 1970.
-Nieto Cumplido M “Islam y Cristianismo” en “Historia
de Córdoba” Editorial Monte de Piedad y Caja de Ahorros 1984.
-Ríus Mónica: “La Alquibla en al-Andalus y al-Magrib al-Aqsà”.
Universidad de Barcelona, 2000.
-Saliba G. “La Astronomía griega y la tradición árabe
medieval” Investigación y ciencia 2003.
-Samsó Julio: “Las Ciencias de los Antiguos en al-Andalus”.
Madrid Mapfre, 1992.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario