DESARROLLO DE LA CIENCIA Y LA MEDICINA
EN AL-ÁNDALUS
Juan-Bautista
Gutiérrez Aroca
Catedrático
de Microbiología Médica
Resumen
A inicios del S. VIII en una
España visigoda, dividida en clanes por el poder, un pueblo hispanorromano
indiferente a quien los gobernaba, y una minoría judía en clara hostilidad
hacia el poder, llega del Norte de África una oleada de distintas etnias,
unificadas por una religión y un idioma, que con habilidad política supieron
aglutinar y controlar a esa mezcla de intereses.
También llegó con ellos un
nuevo espíritu creativo, que procedente de Oriente, donde ya se habían digerido
las culturas griegas, persas e hindú, enseñaron a aquellos españoles una nueva
manera de enfocar sus problemas con una ciencia muy avanzada que rápidamente
fue comprendida por este pueblo mestizo, e incluso cuando en Oriente ya había
decaído esta cultura, aquí todavía siguió viviendo varios siglos. Hubo
personajes en todo el mundo de la ciencia que superaron a sus hermanos orientales.
La España de entonces fue puente entre los dos mundos el
árabe y el europeo, y la circulación mayoritariamente fue hacia la Europa
cristiana. Por todo esto no es exagerado el decir que fueron decisivos en la
aparición siglos después del Renacimiento y la Ilustración europea.
Palabras
Clave: Al-Ándalus, Ciencia Árabe, Medicina Árabe, Córdoba
Islámica, Abulcasis, Azarquiel, Avenzoar, Averroes.
DEVELOPMENT
OF SCIENCE AND MEDICINE IN AL-ÁNDALUS
Summary
At the beginning of the eighth century, in a Visigothic Spain divided
into clans by power, a romanesque-hispanic people indifferent towards who
governed them, and a Jewish minority in clear hostility to power, came from
North Africa (a wave of different ethnic groups). Unified by a common religion
and language with political ability knew how to agglutinate and control that
mixture of interests.
A new creative spirit came along with them from the East, where the
Greek, Persian and Indian cultures had already been assimilated. That taught
these Spaniards a new way of approaching their problems with a very advanced
science that was quickly understood by this mixed-raced people, and even when
this culture had declined in the East, it still lived on for centuries. There
were people all over the world of science who outdid their eastern brothers.
The Spain of that
time was the bridge between the two worlds, the Arab and the European, and the
circulation was mostly towards Christian Europe. For all this it is not an
exaggeration to say that they were decisive.
Keywords: Al-Ándalus, Arab Science, Arabic Medicine,
Islamic Córdoba, Abulcasis, Azarquiel, Avenzoar, Averroes.
Conquista de la Península Ibérica.
Al-Ándalus
Al inicio del siglo VIII, después de
la muerte del rey Witzia, el reino visigodo con capital en Toledo quedó
dividido entre los partidarios de Agila II (hijo de Witiza) y los partidarios
de Rodrigo. El primero pidió ayuda a los musulmanes, que desembarcaron en
Gibraltar en el año 711 comandados por el bereber Tarik, que venció a Rodrigo
en la batalla de Guadalete. Comenzaba así la etapa musulmana que, dominó la
Península Ibérica, con la excepción de las montañas cántabras y pirenaicas. La denominaron
al-Ándalus, su capital fue Córdoba, hasta que en el año 1492 los Reyes
Católicos ocuparon Granada, no acabó el predominio musulmán. Fig. 1
Al-Ándalus se islamizó y adoptó las costumbres
musulmanas. En el terreno cultural, el pueblo árabe aportó avances en todos los
campos de la ciencia: astronomía, medicina, matemáticas, geografía, historia,
biología, ingeniería…y fundó escuelas (madrassa)
importantes en las mezquitas.
La islamización fue
tan fácil y rápida como la conquista. El Islam admite al nuevo prosélito con
sólo pronunciar el «No hay más que un Dios y Mahoma es su profeta», y una vez
entrado en la religión, le exige unas prácticas sencillas. Los esclavos se liberaban
por la sola profesión de la fe islámica; los musulmanes estaban exentos de
impuestos que los sometidos de otras religiones tenían que pagar y los hijos de
musulmanes estaban obligados a conservar la religión so pena de muerte. Además,
el precepto del Corán que aconseja el respeto a los vencidos, unido al carácter
generoso de estos pueblos, facilitaba la convivencia y buena armonía en los
sometidos. Los cristianos conservaban sus obispos; los judíos, sus rabinos, y
en nuestra Península unos y otros tenían incluso su propia legislación.
Fig. 1 España Árabe
Lo mismo que las
religiones (musulmana, cristiana, judía) se mezclaron los idiomas. La mayoría
de los hispanomusulmanes eran bilingües, el idioma estaba más determinado por
la cultura que por la religión, de modo que los mozárabes cultos hablaban el
árabe, en tanto que muchos musulmanes del pueblo se entendían en aljamía
(romance castellano), también hablaban el árabe utilizando una jerga llena de
giros castellanos que era incomprensible para los procedentes de Oriente.[1]
Los emires Omeyas. Al-Ándalus,
discípulo de Oriente
Los refinamientos de
los árabes introducidos en la corte de Córdoba son semillas exóticas en las
tierras de al-Ándalus. Uno de los acompañantes del emir forastero alude al
soberano en el canto a una palmera plantada por el mismo Abd el-Ramán:
Oh, palma, tú, eres,
como yo,
extranjera en Occidente,
alejada de tu patria.
extranjera en Occidente,
alejada de tu patria.
Su cultura se limita a estudios
jurídicos y filológicos. Los matemáticos no tienen más conocimientos que los
necesarios para la partición de herencias, y los astrónomos se limitan a
determinar, con ayuda de los astros, la orientación de la Meca para que los
arquitectos construyan sus mezquitas y los fieles dirijan sus oraciones hacia
el lugar sagrado.
En el Oriente, en
tanto, madura la sabiduría. A principios del siglo IX la labor de traducción y
recopilación está ya muy adelantada. Las obras de griegos y alejandrinos,
enriquecidas con la ciencia india, circulan entre los letrados de Bagdad. Los
matemáticos cuentan en el nuevo algoritmo decimal, los hospitales prosperan, y
bajo el reinado del califa Almamún, jardines, obras técnicas y bibliotecas
adornan la ciudad.
Las nuevas de tanta
maravilla llegan a Córdoba, donde empiezan a germinar las semillas de la
civilización oriental bajo el emirato de Abd el Ramán II (821-852). Al-Ándalus
vive entonces una época de paz y prosperidad.
El primer emisario en
al-Ándalus de la Ciencia y la Filosofía árabes es el músico Zir Yab, que había sido expulsado de la
corte de Damasco por envidia de su maestro. Abd el-Ramán II le recibe en
Córdoba con todos los honores y los cortesanos se sienten atraídos por aquel
fino musulmán, procedente de la ciudad de la sabiduría y de la ciencia. Zir Yab trae también otras novedades.
En su equipaje llegan las grandes obras maestras de los letrados de Bagdad, que
se incorporan a la biblioteca de palacio. El emir, imbuido de un nuevo
espíritu, concede permiso a los filósofos para enseñar sus teorías. Córdoba
imita a Bagdad, pero sus costumbres son más suaves, más europeas que las del
Oriente.[2]
Córdoba, la perla de Occidente
Al-Ándalus alcanza un
esplendor inusitado bajo Abd el-Ramán III (912-961). Córdoba se embellece,
aumentan sus bibliotecas y la vida política y económica de la Península se
desarrolla en torno a la capital de al-Ándalus.
Los viajeros que
regresan de la Meca traen libros y enseñanzas que se divulgan en al-Ándalus, y
a principios del siglo X aparecen algunas escuelas interesantes. Un musulmán
cultivado e inteligente trae de Bagdad las doctrinas de una famosa escuela
filosófica, y su hijo, el filósofo Abenmasarra,
recoge una sabiduría extensa y madura, es una de las figuras más interesantes
de la naciente cultura de al-Ándalus y uno de los filósofos que más influencia tuvo
en su época y con posterioridad. Todas estas ideas no eran aún fruto digerible
por el pueblo, y se enseñaban en privado para no exponerlas al celo religioso
de los faquíes. A pesar de todo, Abenmasarra
llegó a hacerse sospechoso de herejía y tomó la prudente decisión de partir en
peregrinación a la Meca para ahuyentar sospechas y, al mismo tiempo, alejarse
de posibles amenazas. Cuando el tolerante y letrado Abd el-Ramán III subió al
trono, Abenmasarra volvió a Córdoba,
donde continuó enseñando sus teorías filosóficas sólo a ciertas minorías, pero
ya dentro de un ambiente nuevo, en el que los estudiosos contaban con la
abierta protección del califa.
Musulmanes, cristianos y judíos
colaboran en las obras de traducción y recopilación. El médico judío Hasday Ben Saprut, primer ministro de
Abd el-Ramán III y protector de letrados, traduce, en colaboración con el monje
Nicolás, un códice de Dioscórides,
rico presente que el emperador de Bizancio envió al califa de Córdoba. Fig.
2
Fig. 2 Medina Azahara
Por aquellos tiempos
visita España, y tal vez Córdoba, un interesante personaje de la Edad Media: el
monje Gerberto, que luego había de
ser papa con el nombre de Silvestre II.
En los años que pasó en la Península tuvo ocasión de aprender la ciencia árabe;
y durante su papado protegió las Ciencias y se rodeó de una corte de letrados.
Silvestre II es el primero que emplea en la Europa cristiana el algoritmo
decimal, que aprenden los hispanoárabes y probablemente de ellos recoge también
el pensamiento griego, haciéndolo revivir en Europa por primera vez desde los
tiempos en que se separaron el mundo latino y el Imperio de Bizancio.
Volviendo a nuestra
Península, encontramos, bajo el reinado de Alhakem II, la primera hornada de
grandes médicos, matemáticos y astrónomos de al-Andalus. Los más destacados son
Abulcasis, uno de los médicos del
califa, y Maslama, de Madrid,
astrónomo y matemático, fundador de una famosa escuela.[3]
La ciencia
y medicina en el al-Ándalus
La verdadera Edad de Oro de las ciencias en al-Ándalus se
desarrolló en los siglos X y XI, ubicando su centro cultural en Córdoba. Todo
tipo de progresos se abrirán paso en este período por las traducciones griegas
y persas que vienen del oriente musulmán. Las ciencias en general florecen en
al-Ándalus, y abarcan diferentes campos. Como nos lo indican los grandes
progresos de la agricultura (introducción de plantas útiles y de adorno desde
Asia y África, fomento de la jardinería, perfeccionamiento del regadío), el
fomento de la ganadería, el impulso del comercio (construcción de carreteras y
puentes), de la industria (tejidos, bordados, encajes, cueros repujados,
cristalería, alfarería, hierros forjados, etc.); mejoras en todos los órdenes
de la vida (cristales en las ventanas, persianas, alumbrado de las poblaciones,
ropa blanca interior lavable, baños privados y públicos).
Los puntos claves de la medicina árabe se basan en el
estudio de la salud, la enfermedad y de la curación. “La prevención de la salud
depende de dos cosas: el cuidado de la buena digestión y el cuidado de la
evacuación de los excedentes del cuerpo”. El primer objetivo se logra
seleccionando los alimentos adecuados para el organismo y también al momento
conveniente de su ingestión y distribución.
Respecto a la evacuación de los excedentes, ha de cuidarse mediante el
ejercicio o mediante la ingestión de los medicamentos que expelen los
excedentes del cuerpo.
Respecto a la formación y obtención de conocimientos
médicos en al-Ándalus se hacía bien en los hospitales, una vez adquiridos los
conocimientos se desplazaron a Oriente, “ampliación de estudios” regresaban a
al-Ándalus después de diez años de aprendizaje, o bien en escuelas médicas
privadas bajo la tutela de un maestro, como fue el caso de al-Zahrawi en Córdoba. A menudo, la trasmisión de los conocimientos
era entre padres e hijos. Fig. 3
Fig.
3 Panel de azulejería Facultad Medicina Córdoba
También hay que decir, que los estudios de medicina se
veían limitados por los dogmas religiosos, enmarcados por las disposiciones del
Corán respecto a la utilización
de cadáveres, por lo que los médicos y alumnos tenían que conformarse con el
estudio de la Anatomía y de la Fisiología de Galeno.[4]
Las categorías médicas eran las siguientes: Hakim o maestro, fue el máximo título en
medicina al que se podía aspirar. Tabbib, médico que divulga sus
conocimientos y consolida su educación. Mutatabbib o simple práctico, tiene un buen conocimiento práctico de
medicina, pero sin el reconocimiento académico. Mudawi o curandero, que ejercía la llamada
medicina popular.[5]
Para mejor comprensión de la
evolución de la Ciencia en al-Ándalus hemos dividido este periodo de nuestra
historia en cinco etapas que creemos más significativas.
1.-Período
del Emirato (711-929 d.C.).
2.-Período
del Califato (929-1031 d.C.).
3.-Período
de las Taifas (1031-1086 d.C.).
4.-Período
Almorávide y Almohade (1086-1232 d.C.).
5.-Período
de la dinastía nazarí de Granada (1231-1492 d.C.).
1
Período del Emirato (711-929 d.C.)
Este abarca desde la llegada de
los árabes-bereberes a la península, la creación de Emirato independiente, por
Abderramán I Fig. 4 hasta la fundación del Califato por Abderramán III.
Fig. 4 Abd al-Rhamán
I
El más importante de
los científicos de la época es, quizá, Maslama,
fundador de una escuela de Astronomía y Matemáticas en Córdoba, en la que se
confeccionaron las primeras tablas astronómicas de la Península. Maslama (Abu-l-Quasim Maslama ibn Ahmad
al-Faradi al-Hasib el-Qurtubí al-Mairití) nació en Madrid. Corrigió las tablas
de al-Joarizmí y Albatenio: los dos astrónomos más célebres del oriente
islámico, perfeccionando el mapa del cielo y reduciendo muchas observaciones al
meridiano de Córdoba; con Maslama
podemos decir que las observaciones astronómicas se empiezan a trasladar de
Bagdad a al-Ándalus. Maslama escribió también, sobre Medicina, Ciencias
Naturales y Alquimia. Entre sus discípulos más notables está Ben Hazám, el inquieto filósofo y poeta
cordobés, autor de “El Collar de la Paloma”.
La ciencia de la Astrología se introdujo en occidente por
medio de la traducción al latín del Kitab
Alqiranat de Albumasar hecha
por Juan de Sevilla titulado “De
Magnis Conjunctionibus et Annorum Revolutionibus”. En la que se dan las
interpretaciones astrológicas de las conjunciones de Saturno, Júpiter y Marte.
Procedimiento que fue utilizado siglos más tarde por Nostradamus y Torres
Villarroel (Almanaque de 1756)
para predecir la revolución francesa, por Kepler para fijar la fecha del
nacimiento de Jesús, etc. Abd al-Wahid
Ishaq al-Dabbi (m. 852), quien predijo por primera vez en al-Ándalus para
el emir Hisham I (m. 796) la brevedad de su reinado, unos ocho años y muerte
(no violenta), pronóstico que fue acertado. Aunque al-Dabbi siempre fue considerado más un mago.[6]
Córdoba fue un centro cultural vivo y en crecimiento, un
ejemplo de esto, fue la llegada de Ziryab
(m. 857) (Abu l-Hasan Ali ibn Nafi) procedencia de Irak que introdujo en
al-Ándalus el juego del ajedrez. Abbas
Ibn Firnas de Ronda (Málaga) Fig. 5 introduce; las teorías astronómicas
indias “Sind Hind”, construye
un planetario, un reloj, enseña los procedimientos para tallar el cristal de
roca, e intenta volar. Esto último lo hizo cubriéndose el cuerpo con un traje
de seda revestido de plumas, fabricó dos alas como la de los pájaros y se lanzó
al espacio en el cual permaneció durante algún tiempo, recorriendo una corta
distancia, aunque no supo aterrizar bien, lo que le ocasionó algunas fracturas.
Esto le valió versos despectivos de sus enemigos, que más tarde pasaron al
romancero, con lo cual quedó inmortalizado en la literatura de la época. Más
tarde, esto lo intentaron otros, en el siglo XI Oliver de Malmesburg, en el
siglo XVI Leonardo da Vinci, Lorenzo de Gugnao, siempre entendiendo este vuelo
como vuelo planeado, parecido al actual ala delta.
Fig. 5 Ibn-Firnas, Aeropuerto de Teherán, Irán.
Otras innovaciones que llegaron a mediados del siglo IX
fueron: la palmera, el gusano de seda y el papel que, según la tradición, fue
descubierto por el chino Ts’ ai Lun. Llegando a al-Ándalus antes del siglo X,
ya que de este período datan las obras parcialmente escritas en papel, escritas
por Leiden (Monasterio de Silos).
La medicina practicada durante el siglo VIII fue ejercida
por cristianos que residían en la Península antes de la llegada de los árabes y
se practicaba en los monasterios. Los conocimientos médicos hasta el momento
tienen un carácter eclesiástico trasmitidos por obras como las “Etimologías de S. Isidoro”. La
medicina que se practicaba era una mezcla entre medicina oriental y prácticas mágicas.
Entre los mozárabes que practicaban la medicina podemos
citar a Jalib b. Yazid b.
Rumán el Cristiano quién
conocía las plantas medicinales. También alcanzó gran fama Ibn Malukah, famoso por sus sangrías. Otros ejemplos como el
granadino, Abd al-Malik b. Habib (m.
853), quien se cree, es el primer autor árabe de un tratado médico en
al-Ándalus, “Compendio de medicina”, obra
que recoge diferentes facetas de la medicina de la época. Destaca en ella los
procedimientos frecuentes para curar el mal de ojo, enfermedades causadas por
demonios, el empleo de trozos de papel con oraciones escritas que se colocaban
sobre el paciente o se injerían, así como la aplicación de saliva por parte del
sanador al paciente.
En consecuencia a toda esta afluencia de conocimientos,
en el emirato de Córdoba, convivirá la medicina de connotaciones
religioso-populares, con la científica.[7]
2
Período del Califato (929-1031 d C.)
El califato de Córdoba señaló el comienzo del esplendor
cultural en al-Ándalus. Comprende desde que Abderramán III Fig. 6 lo creó,
hasta su disolución tras las luchas civiles a la muerte de Almanzor.
En
Medicina Abulcasis, (Abu-l-Quasim ibn
Abbas al-Zaharawi), nació en Madinat Al- zahra, de ahí al-Zahrawi,
en el año 936. Está considerado como
el cirujano más grande de la medicina árabe, la ejerce y estudia, elevándola de
categoría. Nuestro cirujano murió en 1013; tuvo, pues, tiempo de conocer la
enemistad de Almanzor hacia los filósofos, las quemas de libros y bibliotecas
ordenadas por el ministro musulmán y, después de la muerte de éste, la caída
del califato y la triste destrucción de Madinat al-Zahara por los Almorávides
en el 1086. Fue un gran creyente y durante su vida fue médico de
varios califas. Fue considerado como uno de los padres y
el fundador de la cirugía moderna.
Su
obra más importante es al-Tasrif,
consta de treinta libros y se difundió a toda Europa en el siglo XII, gracias a
su traducción en la escuela de
traductores de Toledo. Fue tomada como base en los libros de Lanfrac (m.
1296) y de Chauliac (m. 1363), propagadores de la cirugía en Francia, Italia y
España. Escribía
combinando las enseñanzas clásicas greco-latinas, con los conocimientos de la
ciencia del próximo oriente, fue la base de las técnicas quirúrgicas europeas
hasta el Renacimiento. Trata
sobre la práctica médica, donde recopiló todo el conocimiento médico y farmacológico
de la época. Hizo numerosas aportaciones a la cirugía, fue el primero en
emplear el hilo de seda en las suturas. Describe las técnicas que utilizaba en sus
operaciones de ojos, oídos, garganta, amputaciones, implantes de dientes, etc.
Abū al-Qāsim también inventó También, como las pinzas para la
extirpación de las amígdalas, jeringas, tijeras, el espéculo vaginal, el forceps para
los partos y
en extracción
de fetos muertos,
con ilustraciones en el Al-Tasrif. Describe e
introdujo el uso de ligadura para controlar la sangría de las arterias y
en cauterización.
Abulcasis fue el primero en describir la sintomatología y la evolución de la
hemofilia, en fracturas indicó la inmovilidad y el uso de vendas enyesadas.[8]
Desarrolló más de 200 nuevos instrumentos quirúrgicos Fig. 7 que describe
en el último libro de su magna enciclopedia. Los instrumentos más
importantes inventados por Abulcasis son: un instrumento para inspeccionar el
conducto auditivo, uno para la uretra y otro para extraer cuerpos extraños de
la garganta, algunos de los instrumentos utilizados en esta época tienen similitudes
o base en los utilizados hoy en día.[9] Al-Tasrifl fue profusamente estudiado en todas las facultades
de medicina de Europa durante más de cinco siglos después de su muerte.
Fig. 7 Instrumentos
quirúrgicos diseñados por Abulcasis
Contemporáneo de Abulcasis es el médico al-Qurtubí, autor de un interesante
tratado sobre ginecología e higiene infantil, en el que recoge los
conocimientos de Hipócrates, Galeno y Dioscórides y añade observaciones
personales muy curiosas. [10]
3
Período de las Taifas (1031-1086 d.C.)
Con la caída de la dinastía omeya alrededor del año 1031,
al- Ándalus se transformó en una conglomeración de ciudades estados, llamadas Taifas. Fig. 8 De esta forma
Sevilla a finales del siglo XI llegó a ser la ciudad más importante de
al-Ándalus.
El desarrollo de las Ciencias
Naturales, que se había iniciado con pujanza en la época de Maslama, de Madrid,
continúa en el siglo XI. Bajo la protección del rey Mamún de Toledo, Ben Uafid, uno de los más célebres
naturalistas árabes, plantó un jardín botánico en las riberas del Tajo, donde
realizaba sus observaciones y experimentos. Ben Uafid dejó escrito uno de los más famosos tratados de plantas y
medicamentos típicos de la ciencia recopiladora y experimental de los pueblos
árabes. En este tratado describe gran número de especies, explicando su
morfología, características especiales y propiedades medicinales, además de su
procedencia, cultivo, etc.
Al-Gasani, se le atribuye una
clasificación taxonómica en géneros, especies y variedades, reformó las clasificaciones
de Dioscórides y Galeno, adelantadas en cuatro siglos a los demás botánicos
europeos.
En Astronomía Azarquiel[11], (Abuishac Ibraim Benyahaya el Nacax el Cortobí), uno de
los más importantes de la ciencia hispanoárabe, nació en Córdoba en el año 1029
se estableció en Toledo como forjador de hierro; por su habilidad le encomendaban
los astrónomos de la escuela de Toledo la fabricación de instrumentos, llegando
a ser de los más destacados de esta Escuela.
El talento de Azarquiel se manifestó en todas las
ramas de la Astronomía y las Matemáticas: fue un ingenioso inventor y
constructor de aparatos y, sobre su construcción y manejo, dejó escritos varios
tratados. Casi todos ellos fueron traducidos al castellano o al latín en la corte
de Alfonso el Sabio: el tratado sobre la saféa, (tipo de astrolabio inventado por él); el de la lámina universal, que trata «de
las diversas maneras de allanar la esfera», y otros libros de Astronomía y
Matemáticas, fueron libros de consulta en la Europa Occidental en los siglos
posteriores.
Bajo la dirección de Azarquiel, los astrónomos toledanos
realizaron numerosas observaciones, cuya precisión ha asombrado a los
astrónomos de todos los tiempos, y nuestro sabio las ordenó en unas excelentes
tablas, completando las más importantes de sus antecesores al-Joarizmí, (Tabit ibn Qurra y Maslama de Madrid). Estas Tablas Toledanas, modificadas
por los colaboradores de Alfonso el Sabio, fueron las más empleadas en Europa
hasta la aparición de las de Kepler.
Uno de los inventos
que más asombraba a las gentes que visitaban Toledo eran dos clepsidras (relojes de agua) construidas
por nuestro astrónomo a las orillas del Tajo; estas clepsidras eran dos
estanques que se llenaban coincidiendo con el plenilunio y se vaciaban con la
luna nueva, de modo que los musulmanes de Toledo conocían por ellas el día del
mes (los musulmanes se guiaban por meses lunares) y la hora. Los poetas las
cantaron y algún ilustre visitante las calificó de “lo más maravilloso y
sorprendente que hay en Toledo y que no tiene igual en el mundo habitado”.
Después de la muerte
de Mamún de Toledo, su débil sucesor Mutamin se enredó en una política
vacilante, acosado por luchas entre partidos rivales, y Toledo conoció días
revueltos y desgraciados. Azarquiel
marchó a Sevilla, donde continuó sus observaciones y sus estudios bajo la
protección del rey Motámid. Aún tuvo tiempo, antes de morir, de conocer la
caída de este desgraciado rey poeta y la invasión de los bárbaros guerreros
almorávides.
Conocimientos cronológicos, históricos y matemáticos
fueron el resultado de dicha acumulación de datos, la introducción de las
fracciones matemáticas por Muhammad al-Jwarizmi, tratado de álgebra en el que se habla de las soluciones a
ecuaciones tanto lineales como cuadráticas, tratados geométricos y sus
cálculos, etc.
Muchos otros son los avances e innovaciones en el campo
de la ciencia de este período, como ejemplo podemos citar la introducción de
las tablas astronómicas y el almanaque, traducidas por Bath en el año 1126. Por
medio de dichas tablas se pudieron calcular efemérides utilizadas a su vez para
alzar horóscopos. Muchos son los inventos que son introducidos en al-Ándalus y
en diversos campos de la ciencia, entre los que podemos citar: el reloj de sol,
el péndulo, los relojes de agua, en óptica se descubrió que la imagen se forma
en el cristalino, y la permanencia de la imagen en la retina, con lo cual se
observa que la velocidad de la luz es muy grande pero finita.[12]
Destacamos de este período el médico Aboali (Abu Marwan Ibn Zuhr), tuvo gran renombre e influencia en la
corte de Sevilla. La familia tenía una gran tradición en el campo de las
ciencias y, de entre estas, destacaba la medicina. Entre las obras compuestas
por Aboali cabe destacar “El libro de las propiedades de los
medicamentos”, en el que se recogen tradiciones y costumbres populares
respecto a forma de cuidar la salud y “Libro
de las experiencias médicas”, una recopilación póstuma de 70 aspectos de
la medicina: como son las dietas, el diagnóstico de enfermedades, prevención de
la melancolía, del insomnio, etc. Aboali
utilizaba la observación de la orina, la toma del pulso y la prudencia a la
hora de emitir un diagnóstico. Fue el padre de Avenzoar.
Avenzoar (Abu Marwan Abd al Malik ben
Abi-l-Alah Zuhr) Se cree nació entre el año 1070 y el 1095 en Peñaflor,
Sevilla, su educación se vio culminada a los veinte años, fundamentada en los
conocimientos religiosos, jurídicos y literarios. Alcanzando el rango de
alfaquí (el que conoce la jurisprudencia islámica). Obtuvo la protección y
beneplácito del gobernador de Sevilla, al cual salvó de ser envenenado. Después
de la destitución de éste, la suerte de Aboali
y Avenzoar cambió, ambos fueron
encarcelados, en Marraquech, se cree que la causa fueron unos comentarios de
mal gusto de Aboali referentes al nuevo monarca. Avenzoar, más tarde,
volvería a Sevilla donde murió en 1162. Pertenecía a una
aristocrática familia de médicos sevillanos, conoció la invasión de los
almohades, la expulsión de los mozárabes y fue médico de cámara y visir de uno
de los reyes invasores; como otros muchos letrados andaluces, vivió en agitados
ambientes políticos.[13]
Avenzoar está considerado
como uno de los médicos más eminentes del Islam; de acuerdo con el sentir de
los médicos musulmanes, despreciaba la Cirugía, “oficio de barberos”. Fue un
médico original, que acumuló en sus escritos una gran cantidad de experiencias
personales: en ellos se revela una gran independencia de pensamiento. Su obra
principal es un voluminoso tratado de Medicina general, “el Teisir”, que incluye libros de
Terapéutica, Patología e Higiene, con la descripción de numerosas enfermedades.
Avenzoar fue, no sólo uno de los
médicos más estudiados en la Europa medieval, sino uno de los maestros de los
médicos del Renacimiento y “el Teisir” se
editó múltiples veces en latín en siglos posteriores.
Es
considerado el introductor de: los métodos de disección para la práctica de necropsias, que practicó en ovejas antes de
trasladarlos a autopsias humanas; las primeras preparaciones
de nutrición parenteral, utilizando agujas de plata. Entre sus
aportaciones originales destacan: el desarrollo, la práctica y uso de la traqueotomía. Descubrió que la causa de la sarna era un ácaro, el Sarcoptes
scabei, descubrió la
causa de la pericarditis. Fue
el primero en establecer los fundamentos científicos de la otitis y en aclarar
las causas de la Laringotraqueobronquitis, Meningitis y de algunos tumores. Escribió un “Tratado de Farmacopea”,
en el que también desarrollaba la tradición de tratamientos medicamentosos
aplicados a síntomas específicos, desarrolló la primera anestesia por inhalación.[14]
De
sus obras destacamos: “El libro del
justo medio”, trata de la curación del alma y del cuerpo, hace una
distinción entre terapia, cosmética y profilaxis. “El tratado de los alimentos” se divide en dos partes: la
primera que describe las propiedades de los alimentos y sus características. La
segunda parte trata de la higiene del cuerpo, las propiedades de los baños, de
la vivienda, consejos sobre la lactancia materna, sobre el embarazo o sobre el
cuidado de los niños. “El Libro de la
simplificación”, es una obra de farmacología que trata sobre las
virtudes médicas de las plantas. Como ejemplo de algunas de sus recomendaciones
podemos citar la elaboración de jarabes, con plantas como el lirio, la
hierbabuena o el arrayán. También un “Tratado
sobre la preferencia de la miel frente al azúcar”, explicando en este
texto de dietética las propiedades de ambas.
Avenzoar entiende la salud como el equilibrio
entre los cuatro humores (bilis negra, bilis, flema y sangre según
Hipócrates), siendo fuente de enfermedad el desequilibrio de estos. El
médico debe pues, restaurar la salud por medio de su equilibrio, para ello se
emplean medicamentos, sangrías y purgas, siguiendo la corriente tradicional, si
bien luego advierte que la única fuente de conocimiento es la experiencia a la
que daba mucha importancia. Por último, la obra trata de la cosmética, que
abarca un amplio campo: higiene, operaciones estéticas, anticonceptivos, etc.
Contemporáneo de Avenzoar, y más joven que él, es el zaragozano Avempace (Abu Bácar Muhamad ibn Yahya
ibn al Saig, el hijo del orfebre) (1106-1138). Avempace no llegó a conocer la invasión almohade, pero sí el
ambiente de conflicto entre la religión islámica y la Filosofía que él mismo
padeció. Perseguido por sus ideas huyó a Fez, donde se dice que murió
envenenado cuando aún estaba en plena juventud. Era, además de médico, muy
entendido en Matemáticas y Astronomía.
En
Oftalmología, se descubre que las letras pueden aumentar de tamaño si se miran
a través de una esfera llena de agua, destacando el oculista cordobés (nació
en Gafiq, Belalcázar), Muhammad Ibn al-Gafiqí que escribió “Guía del oculista”. Era experto en la realización de pomadas, colirios y
ungüentos para uso oftalmológico y dio a conocer la importancia de los
alimentos en la salud ocular. Fig. 9
También
escribió la enciclopedia médico-botánica
titulada “Libro de medicamentos simples” recopilando los saberes de
la Farmacología árabe. A Al-Gafiquí se atribuyen otras dos
obras, “el Libro de las Fiebres y
de los Tumores” y “El Libro
del rechazo de todos los daños que afectan al cuerpo”. La Farmacología
médica andalusí se resume en la obra de Al-Gafiquí quien, a partir de los
griegos, llega a al-Ándalus con los trabajos de los judíos Hasdai
ibn Shaprut e Ibn Buqlaris. Según Meyerhof, quien ha traducido
parte de su obra, Al Gafiquí es “el más grande de los sabios en Farmacología y
Botánica entre los médicos de la Edad Media islámica”.
Curioso es el caso de Qazwini, que describe la trompa de un mosquito de tal forma que sólo
es posible si se mira a través de una lupa.[15]
Fig. 9 Busto de Al-Gafiqui - Córdoba
La Medicina Judía dentro de la
Cultura de al-Ándalus, también tuvo representantes que contribuyen a su
desarrollo como Hasday ibn Shaprut, nació en Jaén (915-975) llegó a ser
Médico de Abderramán III y de su hijo Alhaquen II, también fue el equivalente a
Ministro de Asuntos Exteriores, teniendo como diplomático una gran labor como
receptor de varios Embajadores, del Imperio Bizantino y del Germánico (Otón I),
así como el intermediario en los conflictos dinásticos entre los Reinos de León
y Navarra.
Mantuvo relación entre las comunidades judías de
Oriente y de al-Ándalus. Fue un impulsor de los que se conoce como la “Edad de
Oro de la Cultura Judía en España”.[16]
4
Período Almorávide y Almohade (1086-1232 d.C.)
Ante la presión de los reinos cristianos del norte, los
reinos taifas pidieron ayuda a sus correligionarios del Magreb, que vinieron en
este periodo en dos oleadas, los Almorávides y los Almohades, que imprimieron
una rigidez en las costumbres y religión en al-Ándalus, dando paso a una
progresiva decadencia en los campos del saber, y afectó a la libertad de
pensamiento.
Chéber ben Aflah, matemático y astrónomo. En la Edad Media se le confundió con el
legendario alquimista árabe del siglo VIII Geber el Sufí. Poco se sabe de la vida del Chéber español o Geber latino, pero se
cree que nació en Sevilla a mediados del siglo XII. Como astrónomo discrepó de
las teorías de Ptolomeo; según Chéber, las “esferas» de Venus y Mercurio son
más próximas a la Tierra que la del Sol”. Hizo importantes medidas
astronómicas, y se cree que inventó un nuevo aparato de observación.
También como matemático y, en
particular, en sus aportaciones a la Trigonometría esférica; analizó la obra de
los matemáticos anteriores, que conocía a fondo; demostró varias fórmulas de
manera original, e introdujo nuevos teoremas, uno de los cuales se conoce
todavía con el nombre de Teorema de Chéber. Dejó escritas interesantes obras
sobre triángulos esféricos, alguna de las cuales se conserva en la Biblioteca
Nacional de París.[17]
Averroes, gran
médico y filósofo de esta época nació en el año 1126 y murió en el año 1198. Fig. 10 Averroes pertenecía
a una familia de abogados cordobeses, y tanto él como
su padre y abuelo fueron cadíes de Córdoba, estudió derecho,
ciencias religiosas, especialmente el
Corán y las tradiciones del profeta. Se instruyó en otros campos como el
de la poesía, gramática y medicina. A lo largo de su vida ejerció de juez en
Sevilla y en Córdoba fue máxima autoridad jurídica en el al-Ándalus, durante el
mandato de al-Mansur (almohade). Vivió en una época convulsa
en al-Ándalus por las controversias dogmáticas y filosóficas.
Fig. 10 Averroes -Córdoba
Sustituyó a
Alpetragio en la corte del sultán de Marruecos, que le distinguió mucho, pero
aunque era un musulmán de fe ardiente, sus ideas sobre la filosofía y la
religión fueron aprovechadas por sus enemigos para enemistarle con el sultán,
el cual le desterró de la corte. Durante unos años Averroes vivió en Lucena
(Córdoba), pero finalmente recobró el favor del soberano y volvió a Marruecos.
Como médico, fue
discípulo de Avenzoar y Abentofail, y dejó escritas unas dieciséis obras de
Medicina, que constituyen un compendio muy completo de los conocimientos árabes
en Anatomía, Fisiología, Patología (dónde se describen las
manifestaciones de las enfermedades como síntomas). Diagnosis y Medicina en General. La más famosa de
todas es el Colliget,
compendio de medicina general, que en los siglos posteriores fue traducida y
publicada numerosas veces con el Teisir, de
Avenzoar.
Un gran hallazgo de Averroes es la Inmunidad que tienen
los pacientes una vez curados de la viruela, las causas ambientales con
respecto a la enfermedad, Terapéutica (en ella se habla de los fármacos y
alimentación dietética). Higiene, para conservar la salud (dietas, baños,
siempre con el fin de equilibrar los humores del cuerpo). La higiene y
tratamientos de hidroterapia, ocuparon un papel importante en la prevención y
remedios para las enfermedades. Su origen, como hemos visto, es parte de la
religión, ya que fue el mismo Mahoma el primer higienista. Podemos citar el
tratamiento de la fiebre con agua fría y el efecto hemostático del agua caliente
como algunas de las indicaciones usadas de la hidroterapia en patología.
En la obra “Sobre
la triaca”, Averroes hace una
revisión de las fórmulas clásicas y cita una fórmula de su invención. Los
componentes de la triaca son varios, pero uno es constante en la mayoría de las
fórmulas, como el opio. La triaca es un antídoto para venenos, los
envenenamientos eran frecuentes en cortes y ambientes gubernamentales de
al-Ándalus, por eso fue muy valorado. Usado asimismo en la prevención y cura de
enfermedades de carácter nervioso, como pueden ser: la hemiplejia, la parálisis
facial, las convulsiones, etc.
En Medicina Preventiva, Averroes nos explica que existen dos formas de conservar la salud,
una es la alimentación y otra el ejercicio físico. El ejercicio debe realizarse
una vez concluida la última de las tres digestiones; es decir, la del estómago,
la del hígado y la de los miembros, y antes de comer. Una manera concreta de
hacerlo puede ser el dar un gran paseo o el practicar la equitación, de forma
moderada, hasta que el cuerpo tenga un ligero sudor y la respiración se
acelere. Resulta beneficioso, especialmente para quienes presentan debilidad
estomacal, dar un paseo lento y moderado después de comer, para que la comida
descienda del estómago.
Sobre todo, se le conoce por su labor filosófica intentando
racionalizar la religión, tuvo una gran influencia en la filosofía cristiana de
la Edad Media.
Durante este periodo comenzará la labor de traducción de la escuela de Toledo reconquistado en
el año 1085. Esta tuvo una importancia decisiva en la difusión de los
conocimientos árabes al resto de Europa.[18]
En este periodo destacan varios
médicos judíos como, Yoná ibn Yanáh nacido en Córdoba (985-1050),
ejerció la Medicina en la Taifa de Zaragoza, además de su importante obra
gramatical, escribió varias obras de Medicina, un diccionario sobre Botánica y
varios sobre medicamentos. Ibn Buglaris de Zaragoza (finales del s.XI-
principios del s. XII), fue médico y botánico, escribió tratados de Farmacología
y sobre alimentos. Yehuda Halevi y Abenezra (Abraham ben Meir ibn Ezra) son de Tudela (Navarra) fueron contemporáneos
en varias cortes Taifas, también destacaron en Poesía y Astronomía. Abenezra
tiene un cráter de la Luna con su nombre.[19]
Maimónides (1138-1204), nació en
Córdoba y se educó en las escuelas de al-Ándalus, en el período de emigración
que siguió a la persecución de cristianos y judíos, en años de la invasión
Almohade. Maimónides marchó a la
corte de Saladino y alcanzó la protección del sultán, que le distinguió mucho;
allí enseñó Medicina, Teología y Filosofía. Cuando el sultán enfermó de
melancolía, Maimónides le recetó oír
música y beber vino, prácticas ambas prohibidas en la religión musulmana (y que
los árabes españoles practicaron con bastante despreocupación); este hecho
demuestra hasta qué punto llegaba la influencia y el prestigio de Maimónides. Escribió Tratados sobre
venenos y sus antídotos, Guía de la buena salud y Explicación de las
alteraciones.
En Filosofía y
Medicina, siguió a Averroes y dejó
escritos tratados sobre higiene, asma, hemorroides, venenos y antídotos, y un
compendio de Medicina, Aforismos,
que fue muy divulgado en Europa en épocas posteriores.
Maimónides marca, con Avenzoar y Alpetragio, el apogeo de la medicina hispanoárabe; esta ciencia se
cultivará todavía, con acierto, en el último rincón musulmán de la Península:
el reino de Granada.[20]
5
Período de la dinastía nazarí de Granada (1231-1492 d.C.)
La pérdida de la batalla de Las Navas de Tolosa, de los
almohades, y el rápido avance de la Reconquista cristiana marca la decadencia
de los musulmanes en España. En Granada aparece la familia Nazarí que
reinará durante más de dos siglos.
En el reducido reino de Granada
los musulmanes españoles conservan aún cierta supremacía en Medicina y Ciencias
Naturales. La Agricultura y la Botánica continúan prosperando en al-Ándalus; Ben al Baitar, de Málaga, naturalista viajero
y formidable coleccionista, que recorrió todas las costas del Mediterráneo
entre Siria y España y recogió multitud de plantas, murió en Damasco en 1248.
Escribió una de las enciclopedias más completas de farmacopea y botánica
árabes, en la que describe y ordena más de 1.400 plantas y da a conocer más de
200 especies nuevas; esta obra se hizo muy famosa y se publicó multitud de
veces.
Otro botánico
enciclopedista es el Isbilí, (el Sevillano) que compendió en una
extensa obra de Agricultura todos los conocimientos árabes, gentes muy
adelantadas en el cuidado de campos y ganados.
Entre los matemáticos
de esta época sobresalen Ben Albana, armonizó
el cálculo de ábacos con el decimal y dio normas para la extracción de la raíz
cuadrada, que coinciden con las actuales. Alkasadi
dejó escrita una magnífica obra de Aritmética y Álgebra, en la que emplea
cálculos aproximados para hallar raíces.
Destacar en este periodo al
médico y poeta Ibn al-Jatib que
vivió entre los años 1313 y 1374. En el siglo XIV la ciudad
de Almería fue asolada por una terrible plaga de Peste Bubónica; por entonces
se suponía que la Peste era un castigo divino, no sólo entre los pueblos
musulmanes, sino en toda Europa, y esta creencia duró hasta bien entrado el
Renacimiento. Los médicos de Granada observaron y estudiaron la propagación de
esta terrible enfermedad, y oponiéndose a la extendida creencia descubrieron y
analizaron el contagio, casi totalmente desconocido entre los griegos, y lo
explicaron sabiamente en sus tratados de Medicina, adelantándose a los médicos
europeos del siglo XVI.
Ben al Jatib médico de Granada,
escribió un tratado sobre el contagio. “El tratado sobre la peste”, es una obra
escueta en la que el autor trata el contagio y las medidas a tomar frente a la
peste. En un escrito sobre la plaga, dice que “la experiencia
nace de los sentidos y del estudio”, medios que emplea para deducir que la
enfermedad se propaga de unas personas a otras por el contacto de vestidos,
vasijas, etc., y que entra en las ciudades por los barcos que llegan a los
puertos procedentes de lugares infectados. Las medidas a tomar son
similares a las que se toman en Europa frente a esta enfermedad, quemar la ropa
y las pertenencias de los fallecidos, aislar a los enfermos, etc. Al-Jatib da
en esta obra datos significativos sobre esta epidemia que mató un diecisiete
por ciento la población del reino granadino. Este tratado, junto con los poemas
escritos en las paredes de la Alhambra, le dio merecida fama.
Coincide la residencia de al-Jatib en Granada con la fundación del hospital-maristán en la
corte nazarí, Fig. 11. El único del que se tiene constancia de su ubicación en
al-Ándalus. Este maristán se edificó con fines benéficos entre los años 1365 y
el 1367. Se dividía en salas para pacientes de diferentes sexos, lugares para
consultas externas. A finales del siglo XV se transformó en un manicomio, como
había ocurrido en otros hospitales. Al-Jatib
escribió la mayor parte de su obra en la edad madura, destacamos “El tratado de patología general y especial”.
Esta obra se centra en tres temas principalmente: La enfermedad, la
farmacología y la Medicina tipo mágico o popular, así como la cosmética y
cuestiones de higiene. Da una serie de remedios tanto de origen animal (algunos
son secreciones u órganos humanos), vegetal de distintas plantas, árboles,
minerales, distintos metales, incluso piedras procedentes de la vejiga.[21]
Fig. 11 Maristan en Granada
La obra “Libro
de la higiene” habla sobre la similitud de las cuatro estaciones con el
cuerpo humano y su relación con este. Con esta metáfora se demuestra que sigue
a Galeno en su teoría sobre los humores, también trata como en otras vistas
anteriormente de otros autores, las relaciones sexuales, el sueño, la vigilia,
el ejercicio físico, antídotos, el descanso y el ánimo.[22]
Maestros y
traductores en los reinos cristianos
En Oriente, los
ejércitos turcos anulan a los débiles califas de Bagdad; en Occidente, los
reinos musulmanes pierden poder y algunas de sus más prósperas ciudades pasan a
manos de los cristianos, pero en tanto que se presiente la destrucción de la
civilización oriental, los caballeros y vasallos de los reyes cristianos acogen
a los letrados de al-Ándalus y se disponen al aprendizaje de una nueva cultura
que hace tiempo vienen admirando.
Al mismo tiempo se
despierta en Europa una nueva inquietud filosófica y alborea un clima propicio
al cultivo de las Ciencias y la Filosofía. El monje Gerberto (Papa Silvestre
II), a quien citamos como visitante de la Península en la época de Alhakem II,
había sido uno de los iniciadores de este nuevo giro del pensamiento europeo.
En las ciudades
próximas a los reinos de Taifas se inicia la traducción y el aprendizaje y,
paralelamente a esta transmisión de la ciencia árabe en España, se desarrolla
una labor de traducción en Sicilia que, años más tarde, se intensificará bajo
la protección de Federico II. Traductores y letrados viajan entre ambos países.
De esta época son Pedro Alfonso, el aragonés, y Savasorda, procedente de una corte de
Taifas aragonesa o catalana.
Pedro Alfonso, judío de origen,
fue literato, médico y astrónomo, nació en Huesca, en el año 1086 y se llamó,
primero, Mosén Sefardí. Pedro Alfonso
es uno de los primeros que escribe en latín la ciencia árabe; sus escritos,
entre los que se cuentan los famosos cuentos de origen oriental “Doctrina Clericalis”, son
marcadamente didácticos, y en ellos se esfuerza en abrir los ojos de los
europeos a la vieja ciencia árabe.
Traduce no sólo el
idioma árabe, sino el espíritu de sus letrados cuando anima a los aficionados a
la Astronomía, “que no es una ciencia tan difícil como algunos creen”, y que “no
contradice a la religión, como otros piensan”; cuando explica las ciencias del
cielo en forma matemática y
se declara en favor de la ciencia experimental, insistiendo en la importancia
de confirmar los nuevos conocimientos con las propias observaciones; él mismo
realizó muchas y muy acertadas en Astronomía.
Dejó discípulos aventajados
en los países que visitó, entre ellos el astrónomo Walcher, que introdujo en
Europa el astrolabio.
Savasorda (1070-1136) era un
astrónomo judío, residente o natural de Barcelona, cuyo verdadero nombre es
Abraham ibn Hiyya; puede que naciera en Zaragoza. Su prestigio le valió
probablemente una buena posición entre los nuevos dominadores, y dándose cuenta
de su
ignorancia y bajo nivel
científico, decidió, como Pedro Alfonso, convertirse en su maestro. La mayoría
de sus escritos están dirigidos a los nuevos discípulos; muchos de ellos,
dedicadas a los judíos y dejó escritas y traducidas numerosas obras de
Astronomía, Matemáticas, Música, Filosofía y Religión.[23]
La decadencia
En el siglo XIV la
ciencia árabe entra en franca decadencia. Los califas de Bagdad han
desaparecido absorbidos por los turcos y aniquilados por los temibles guerreros
de Gengis Kan; los mamelucos han anulado las civilizadas cortes africanas y los
reyes de Granada, refugiados en los altos valles de la cordillera Penibética,
son los únicos musulmanes que aún conservan vestigios del pasado esplendor. Con
la expulsión de Boabdil, los musulmanes pierden el último núcleo de su
brillante civilización.
Los europeos del
siglo XIII recogen la herencia del Islam a través de España y Sicilia, y la
Astronomía, la Física, la Alquimia adelantan aún algunos pasos siguiendo la
inercia marcada por los árabes; pero en el siglo XIV, al mismo tiempo que
desaparece la ciencia en los últimos pueblos del Islam, decae en Europa,
sofocada por confusionismos filosóficos y discusiones complicadas y
superficiales.
La Alquimia y la
Medicina degeneran en un exceso de sistematización; Paracelso reformará ambas
en el Renacimiento; pero no habrá nueva ciencia hasta la época de Lavoisier, “padre
de la química”, que se beneficiará del laboratorio creado por los alquimistas
árabes. La Física y la Astronomía se estacionarán hasta los años de Copérnico,
Kepler y Galileo.
Estos médicos eran
expertos operadores de cataratas y otras afecciones, fabricaban gafas,
manejaban el cauterio y la anestesia. Su ciencia es el último brillante
destello de la civilización del Islam.
La cirugía y la
medicina de las escuelas francesas de Montpellier y el norte de Italia
recogerán la medicina de los médicos musulmanes; Guy de Chauliac, el famoso
cirujano francés, consultará las obras de Avicena, Abulcasis, el cirujano
cordobés, y Averroes.
Después del impulso
que reciben las ciencias naturales en Alberto Magno y Bacon, degeneran también
en los siglos posteriores, y la sistematización naturalista que apunta en los tratados
hispanoárabes no se desarrolla en Europa hasta los siglos XVII y XVIII, épocas
brillantes de los nuevos sistemas científicos de Linneo y Buffon.
En España, como en
toda Europa occidental, la Ciencia se estaciona y decae después del espléndido
apogeo del XIII, época en que al-Ándalus fue maestra de Europa a través de sus
escuelas de Astronomía, Matemáticas, Medicina y Botánica. Las más brillantes
escuelas y los mejores científicos de los siglos X al XIII fueron, en su
mayoría, hispanoárabes, necesitándose de más estudios que descubran y divulguen
estos saberes dándole la importancia que tuvieron, siendo además los
precursores del Renacimiento Europeo que, sin esta transmisión del saber del
mundo clásico y la aportación del formidable desarrollo que consiguieron, no
hubiese sido posible.[24]
CONCLUSIÓN
Por todo lo expuesto podemos afirmar la gran influencia
que tuvo al-Ándalus, en los reinos cristianos de la península, al-Ándalus sirvió
como puente entre la ciencia árabe y la Europa Occidental. El pensamiento
enciclopédico de la época hacía que hubiera personajes que supieran de:
Medicina, Filosofía, Astronomía, etc.
Al-Ándalus es el Centro de peregrinación de científicos
europeos pues aquí se encontraban los Centros del Saber más importantes de
Europa, esto continuó hasta la época de Alfonso X (Alfonso X es el máximo apóstol
de la Ciencia Árabe).
En la Agricultura perfeccionaron los sistemas de regadíos
heredados de los romanos (norias, acequias, etc.) y que siguen funcionando en
la actualidad en el Levante peninsular. La importación y adaptación de
numerosos cultivos. Fig.
12
Fig. 12 Musulmanes haciendo labores agrícolas
En Matemáticas, introdujeron los algoritmos hindúes, que
nosotros llamamos árabes, siendo adoptados por todo Occidente. También hicieron
descubrimientos en el campo de la Aritmética, Álgebra, Geometría y
Trigonometría.
En Astronomía dieron un gran impulso con la creación de
observatorios y la elaboración de las Tablas Astronómicas, que siguieron siendo
utilizadas por la ciencia europea hasta el S. XVIII…
En Medicina es donde mayores logros consiguieron, basándose
en las escuelas de Damasco, Ispahan, etc. (Rhazes, Avicena, Ibn al-Nafis), pero
también directamente de los griegos y latinos (Dioscórides, Galeno y otros)
crearon centros de saber así como hospitales que además daban una asistencia
gratuita siguiendo los preceptos del Islam. Fueron precursores de la prevención
de muchas enfermedades transmisibles, descubriendo en algunos casos el origen
de la enfermedad, ensayaron una gran cantidad de tratamientos. Sus escritos
como en otras disciplinas sirvieron de base para el progreso de la Ciencia
Occidental.
NOTAS
[3] “La ciudad de las
setenta bibliotecas y los novecientos baños públicos. «Era la misma Bagdad
de Las mil y una noches –nos
dice E. García Gómez–; pero desprovista de todo lo oscuramente monstruoso que
para nosotros tiene siempre el Oriente, occidentalizada por el aire sutil y
campero de Sierra Morena.» «... a la sombra de espadas invencibles garrapatean
los escribas, disertan los maestros apoyados en las columnas de la Aljama, los
ricos pujan en las subastas de códices, versifican los poetas y los eruditos
ordenan las primeras antologías». Alhakem II (961-976), funda la Academia de
Córdoba. La biblioteca de palacio llega a tener 400.000 volúmenes”
Bernis Margarita “La ciencia Hispano-Árabe”, Publicaciones Españolas, 1956.
[4] Millas Vallicrosa, J. M., “Estudios sobre historia de la ciencia española”, Barcelona,
CSIC/ Instituto Luis Vives de Filosofía, 1949.
[5] Aguirre de Cárcer, Luisa F.,
“Sobre el ejercicio de la medicina en al-Ándalus: una fetua de Ibn Sahl”. Revistas Científicas Complutenses.
Universidad Complutense de Madrid. 2011.
[6] Vernet, Juan. “Lo que Europa debe al Islam de España”. Editorial Acantilado,
Barcelona, 2006.
[7] Álvarez de Morales, Camilo,”
Elementos mágicos y religiosos en la medicina andalusí”. Revista de ciencias de las religiones. Nº
16, 2006.
[8] García del Real, Eduardo. “La medicina
árabe española”. Revista nacional de
educación, Madrid, n.45
1944.
[9] Ahmad, Z. (St Thomas' Hospital) «Al-Zahrawi - The
Father of Surgery», ANZ Journal of Surgery 77(Suppl.
1): 2007.
[11] “Le dio un gran avance a la
astronomía, mejorando los conocimientos anteriores al tener una visión más
audaz del sistema planetario que sus antecesores y fue el primero que hizo
mover a los planetas menores alrededor del Sol; estudió la órbita elíptica de
Mercurio, novedad extraordinaria en aquella época, y dio una teoría original
sobre las estrellas fijas, que recogió Averroes en sus Comentarios a
Aristóteles. Regiomontano aprovechó los conocimientos de Azarquiel en el siglo
XV y Copérnico lo estudió, al mismo tiempo que a Albatenio, en el siglo XVI”. Bernis Margarita, 1956.
[12] Las
tablas astronómicas tienen gran utilidad en la religión musulmana, ya que se
utilizaron para determinar el comienzo del Ramadán y serán perfeccionadas
gracias a una gran acumulación y ordenación de datos tomados de los griegos
como, por ejemplo, de Ptolomeo. Vernet Juan. Lo que Europa debe al Islam de España. Editorial Acantilado,
Barcelona, 2006.
14 Shehatha, Mostafa, "The Ear, Nose and Throat in Islamic
Medicine", in Journal of the
International Society for the History of Islamic Medicine, 2003.
15 “Esta última, se basa en tres
puntos: la cirugía, los medicamentos y la dieta. La dietética para los médicos árabes
es la base del tratamiento, o incluso el tratamiento si la enfermedad no pide
mayores intervenciones, es decir, el equilibrio justo de los alimentos, fue el
fundamento de la salud, como lo refleja Averroes”. Bernis Margarita, 1956.
16 “Obtuvo
también un brillante triunfo diplomático cuando surgieron dificultades entre
los reinos de León y Navarra. Sancho I de León había sido depuesto por los
partidarios de Ordoño IV. Gracias a las gestiones de Hasday, la abuela de
Sancho, la ambiciosa reina Toda de Navarra, pidió ayuda a Abd al-Rahmán III
para volver a instalar en el trono a su nieto. Éste entretanto fue curado en
Córdoba por el médico judío de su obesidad. Existe la hipótesis de que para la
curación de Sancho Hasday le hizo recorrer el camino de Pamplona a Córdoba a
pie. Finalmente, las tropas coaligadas de musulmanes y navarros vencieron a
Ordoño y repusieron a Sancho en el trono. A cambio el rey de León entregó al
califa diez castillos de la zona del Duero”. Categoría: Médicos de al-Ándalus –
Wikipedia, la enciclopedia libre.
https://es.wikipedia.org/wiki/categoria:medicosdealandalus.
19 De
la Puente Cristina. “Médicos de
al-Ándalus: perfumes, ungüentos y jarabes”. Nivola, Madrid, 2003.
20 Vázquez de Benito M.C.; Álvarez Morales C. El libro de las generalidades de la medicina. Madrid: Editorial Trotta, 2003.
[21] Villa Real Ricardo. Historia de Granada acontecimientos y
personajes. Ediciones Miguel Sánchez, C.B. Granada, 1997.
[22] “Se
describen en más de veinte capítulos acerca de diversas enfermedades, con
descripciones detalladas de patologías, causas, diagnósticos, tratamientos
médicos y alimentación adecuada. Llama especialmente la atención por su
enumeración de bebidas alcohólicas y su consejo acerca del efecto beneficioso
para curar determinadas dolencias, esto contradiciendo la prohibición del Corán acerca de su uso. Algunas
plantas nombradas son la raíz de alcaparra y el lepidio de hoja larga como
narcóticos de efectos beneficiosos en el cual se nos describe un listado de
medicamentos y menciona la dietética como medida preventiva e incluso
terapéutica”. VERNET, Juan, 2006.
[23] Bernis Margarita 1956. Opus cit.
Bibliografía
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-Saliba G. “La
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-Samsó Julio: “Las Ciencias de
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-Vernet Juan. “Lo que Europa debe al Islam de España”. Barcelona, Editorial Acantilado,
2006
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