jueves, 8 de agosto de 2019

LOS JUDIOS Y LA PESTE NEGRA


ARTICULO 6
LOS JUDIOS Y LA PESTE NEGRA
Juan-Bautista Gutiérrez Aroca, Catedrático Facultad de Medicina Córdoba
Arte, Arqueologia e Historia  2020 Vol 26 EN PRENSA
Resumen
A mediados del s. XIV recorrió Europa como un jinete del Apocalipsis, una epidemia que causó millones de muertos y una serie cambios fundamentales en las distintas sociedades europeas. Esta epidemia que en aquel tiempo no sabían explicar; alguien interesado culpó a una minoría de provocarla, los judíos y los tomaron como “chivo expiatorio” fueron masacrados miles de ellos, a pesar de que a ellos también le afectaba la epidemia.        Andalucía, como otra región de Europa también se vio afectada, pero con la peculiaridad de que la sociedad estaba dividida; existía el reino musulmán de Granada, y el comportamiento fue diferente en este reino. Hubo voces de especialistas quienes con la simple observación y el razonamiento, se acercaron bastante al fundamento de la epidemia, y que siglos después se demostró.
Palabras clave: Peste Negra, Peste Bubónica, Peste Neumónica, Epidemia, Yersinia pestis, Judíos, Antisemitismo.
Summary
In the middle of s. XIV an epidemic toured Europe as a Horseman of the Apocalypse. It caused millions of deaths and a series of fundamental changes in different European societies. This epidemic was not explained at that time, someone interested blamed a minority of provoking it, the Jews and took them as "scapegoat".Thousands of them were massacred, even though they were also affected by the epidemic.Andalusia, like another region of Europe was also affected, but with the peculiarity that society was divided; There was the Muslim kingdom of Granada, and the behavior was different in this kingdom. There were voices of specialists who, with simple observation and reasoning, came very close to the foundation of the epidemic, and centuries later it was demonstrated.
Key words: Black Plague, Bubonic Plague, Pneumonic Plague, Epidemic, Yersinia pestis, Jews, Anti-Semitism.
1-INTRODUCCION
La Peste es una enfermedad producida por la bacteria Yersinia pestis, que pueden padecen ciertos animales (roedores), es muy virulenta y el ser humano se puede contagiar accidentalmente. Es una Zoonosis, los reservorios (1)naturales son ratas y animales domésticos, en el caso de la Peste urbana y ardillas, conejos y demás roedores en la Peste salvaje. La Peste urbana se puede controlar, por el contrario, la Peste salvaje es muy difícil de controlar o imposible.
Clínicamente puede producir dos manifestaciones, la Peste Bubónica y la Peste Neumónica, dependiendo de que sea transmitida por la pulga de los roedores enfermos o por la carne, piel u otros productos de estos animales, provoca una gran mortalidad. La Peste Bubónica se manifiesta hacia el séptimo día de haber sido picado por la pulga infectada, y produce una fiebre alta y unos bubones dolorosos (adenopatías) en las ingles, axilas. Estos ganglios (bubones) están invadidos por la bacteria, unido a las hemorragias en la piel, le da al enfermo un aspecto negruzco en pies, piernas, manos y brazos. De ahí la denominación de Peste Negra o Muerte Negra. En el caso de la Peste Neumónica el periodo de incubación es más corto, de 2 a 3 días, da fiebre, malestar general y síntomas pulmonares. En ambos casos la mortalidad es muy alta. También se puede transmitir de una persona afectada a otra, a través de las pulgas infectadas. El tratamiento antibiótico es con Estreptomicina o Tetraciclinas.(2) Fig. 1

Fig. 1 Elementos de la Peste


Resumen histórico.
La Peste ha sido una de las enfermedades más devastadoras de la historia. Ya se recogen brotes en el Antiguo testamento y hay referencias históricas en el s. III a. de C en Grecia, Siria y Asia Menor. A lo largo de la historia podemos clasificarla en tres grandes Pandemias (enfermedad epidémica que se extiende a muchos países).
-la primera Pandemia a partir de 531 d. de Cristo conocida como la “Peste de Justiniano” comenzó en Egipto, extendiéndose por el Norte de África, Europa, Asia Meridional y Arabia, acabó a mediados del s. VIII matando a la mayoría de la población afectada.
-la segunda Pandemia comenzó hacia el 1320 y es conocida como la “Peste Negra”. Se inició en China y la India, pasó a Europa en 1347 y durante 8 años mató a más de 25 millones de personas de un total de 104 millones que entonces poblaban Europa (algunos elevan a un 40% del total de la población). Hubo ciudades y regiones donde solo quedó viva un 10% de la población.
-la tercera Pandemia apareció en el s. XVIII en Asia, África y Europa, no fue tan grave como las anteriores y en 1860 hubo un brote en China (Cantón y Hong Kong) y la India (Bombay) desde donde se extendió por todo el mundo. En esta epidemia el médico suizo Alexandre Yersin, fue quien descubriría en 1894 el bacilo causante de la enfermedad, que en su honor se la conoce como Yersinia pestis, durante las investigaciones que llevó a cabo en la región china de Cantón.
Entre estas tres pandemias ha habido numerosos brotes en distintos países, a partir del reservorio salvaje básicamente, llegando a extenderse por otros países con distinta intensidad. (3) (4)

2-LA PESTE EN ESPAÑA
La llegada de la Muerte Negra
El mal era originario de Asia y debió de entrar en contacto con los europeos en el puerto de Caffa (Crimea), que era por entonces una colonia de la república de Génova en el Mar Negro. Hacia ese puerto acudían numerosas caravanas asiáticas de la conocida ruta de la seda para intercambiar sus productos por oro.
En la primavera de 1347 la ciudad había sido asediada por tropas tártaras, que se vieron obligadas a levantar el sitio cuando fueron diezmadas por la peste. Se dice que antes de abandonar el lugar se ordenó catapultar por encima de las murallas de la ciudad algunos cadáveres de soldados apestados con el fin de “envenenar a los cristianos”. Su acción representa un claro antecedente de las guerras biológicas modernas. Fue así cómo, Caffa contrajo la enfermedad.
Siguiendo las crónicas de la época nos cuentan el viaje en que el mal llegó hasta el resto de Europa. A finales de 1347 algunos marinos genoveses enfermos que regresaban a Italia tras atravesar los Dardanelos lo propagaron rápidamente. Primero, afectó la isla de Sicilia; poco después tocó el turno a las ciudades del norte de la península italiana. Venecia, por sus características, fue pronto contagiada y sus autoridades intentaron dar soluciones lógicas e ingeniosas. (5) Fig.2Desde allí, y siempre siguiendo la línea costera, la peste saltó a la región de la Provenza y, poco más tarde, hasta la Península Ibérica. Por la ruta del Ródano alcanzaría las costas del Atlántico y del Báltico, a través del tráfico por ríos y caminos, llegó a los europeos que vivían en el interior. 
Fig. 2 Médico de la Peste
Es recogido en la Crónica del rey castellano Alfonso XI como: “Esta fue la primera et grande pestilencia que es llamada mortandad grande. ”que estaba afectando a Europa y toda la Península. Esta era una enfermedad ante la que los europeos carecían de cualquier tipo de inmunidad, al no haber estado en contacto con la enfermedad desde hacía unos seis siglos. (6) Fig.3
Al finalizar la Edad Media, gracias a la conexión comercial entre continentes por la búsqueda incesante del beneficio económico que se obtenía transportando mercancías de un lugar a otro, se la denominó, como el inicio de la primera “unificación microbiana del mundo”.(7)
Fig. 3 Expansión de la Peste Negra
Tan sólo el continente americano, descubierto algo más tarde, quedaría a salvo durante algunos siglos de aquella enfermedad, gracias a la distancia oceánica que lo separaba del continente europeo y a la lentitud que caracterizó antes de finales del siglo XIX al tráfico naval interoceánico, difícil de vencer por la peste.
Antes de que la peste llegara a la península Ibérica en 1348, el hambre había hecho acto de presencia de manera discontinua desde dos décadas antes, sobre todo en la costa Levantina. También en el gran reino de Castilla, recogida en las crónicas de Alfonso XI, por lo que, el panorama que se ofrecía en los diversos territorios peninsulares en vísperas de la visita de la peste, la producción agrícola resultaba poco esperanzadora y sus habitantes se verían debilitados para la prueba que vendría.
Parece seguro que la peste fue más grave y sus consecuencias demográficas
más duraderas en los territorios de la Corona de Aragón que en Castilla. La muerte negra penetró en la Corona de Aragón durante la primavera de 1348 y provocó en pocos meses una caída de la población tan brusca como la que ocurrió en el resto del Occidente europeo. El Reino de Mallorca fue el primero en padecerla, es probable que en toda la isla murieran unas nueve mil personas. Hasta Cataluña la peste pudo llegar por diferentes itinerarios. Por vía marítima desde Mallorca, aunque parece más seguro que sobre todo proviniera del sur de Francia. En Perpiñán, la enfermedad proveniente de la vecina Marsella comenzó a manifestarse con gran violencia, ya se encontraba infectada en noviembre de1347 y también se vieron afectadas Aviñón, Narbona o Carcasona. Fue justamente al final de noviembre cuando llegaría a Lérida. Durante la segunda semana de mayo de 1348 muchos enfermos presentaban ya claramente los síntomas de dolores y bubones, mientras los médicos de la ciudad eran incapaces con sus conocimientos de hacer frente eficazmente a la dolencia.(8)
En Barcelona, la situación era desoladora a finales de junio: almacenes y tiendas de alimentos cerradas por defunción de sus propietarios, cementerios llenos de cadáveres y carencia de personas que ayudasen a enterrar a los muertos, pero sobre todo la extraña sensación de que la enfermedad no tenía fin. La peste sólo comenzó a desaparecer pasado el mes de octubre. Por ese tiempo, un gran número de regidores del Consejo de Ciento, el órgano de gobierno de la ciudad, había muerto y se hizo muy urgente su reemplazo. A finales del mes de junio y julio de 1348 llegó la peste, a las regiones centrales de Cataluña, Camprodón y Vic (Gerona).Fig. 4
Otras ciudades aragonesas sufrirían idéntica suerte. Es el caso dela ciudad de Valencia, donde la enfermedad irrumpió a finales del mes de mayo. Según narra la Crónica de Pedro el Ceremonioso, a mediados de junio morían más de trescientas personas diariamente. Sabemos que una vez alcanzadas las costas, el mal se propagó rápidamente hacia las tierras del interior, aunque de forma más lenta que por la vía marítima, debido a la menor densidad de población y la dispersión de los asentamientos. Las noticias son siempre aquí más escasas. En la segunda quincena de julio, cuando la peste estaba cesando en Sagunto, se encontraba en pleno ascenso violento en Morella, asolada hasta mediados de agosto. El hecho de que la enfermedad comenzara en Teruel a finales de julio y en Zaragoza en septiembre confirmaría la trayectoria este oeste del mal, que todavía en octubre causaba víctimas en las comarcas interiores del Reino de Valencia. La propia esposa de Pedro el Ceremonioso, la reina Eleonor de Portugal, moría en Xerica (Castellón), el día 30de aquel mes. (9)
Fig. 4 Posible propagación de la Peste en España

En cuanto al reino de Castilla las noticias son bastante más escasas. Los historiadores castellanos sugieren una posible doble vía de penetración del contagio. Por un lado, se sugiere un foco pestífero en Santiago de Compostela, quizá como consecuencia de alguna peregrinación, que resultó contagiada de manera rápida ya entre los meses de marzo y julio de 1348.A continuación, el mal se expandió de norte a sur, hacia Portugal, afectó Coímbra en septiembre y Braga en diciembre, mientras que por una ruta algo más oriental afectó a Lugo, Asturias y la ciudad de León, que acogió la peste en el mes de octubre del mismo año. De ahí, y durante el mismo mes, se difundiría por el valle del Duero, donde se uniría con la procedente de las tierras del vecino reino de Aragón para afectar en la primavera de 1349la sub-meseta meridional, especialmente la ciudad de Toledo entre los meses de junio y julio, tal y como sugieren las inscripciones de las lápidas judaicas en las que se señala a la peste como la causa de las muertes.(10)
La peste continuó su camino, a principios de 1350, por tierras andaluzas, El contagio también pudo partir de varios focos periféricos a la vez y alcanzar el interior. Andalucía fue azotada por estos brotes en especial el reino de Granada, todavía en poder musulmán, llegando a producir una enorme mortandad. La peste en Andalucía se declaró por primera vez en la villa de al-Jawam en la extremidad oriental de la provincia de Almería; allí atacó rápidamente los barrios de gente pobre y menesterosa. Desde allí se extiende a Almería encontrando terreno abonado en las gentes pobres afectadas por las hambres de 1329. La peste afecta a Almería en donde más de seiscientas diez personas fallecen por día; en Málaga mueren más de cien por día, según las estimaciones del médico granadino Ibn Jatima así como en Vélez, Antequera y Comares cundiendo el pánico, lo que motiva la huída masiva de la población de la ciudad. En Málaga empezó la peste (al-wabl' al-Kabir), en marzo de 1349, en el momento, añade Ibn al-Hasnn al-Nuhabi, que Alfonso XI iniciaba el cerco de Gibraltar.(11) (12)
A pesar de haber constancia de varias oleadas de peste en Andalucía, lo curioso del tema es que, durante los periodos de más virulencia (1348-1358), no tuvo índice de mortalidad muy elevado y esto es debido a que en esa época Andalucía era tierra bajo el dominio musulmán, donde la cultura del agua y la higiene evitaron en gran parte la difusión y el impacto de la plaga.
Recordemos, por otra parte, que la peste acechaba a los combatientes cristianos que se hallaban en la comarca contigua a la plaza de Gibraltar. El mismo rey de Castilla, Alfonso XI (+1350) “ovo una landre y murió”, víctima por lo tanto de la peste negra, sus restos descansan en la iglesia de S. Hipólito de Córdoba. (13) Fig.5


Fig. 5 Tumba de Alfonso XI S. Hipólito, Córdoba


Los estragos causados por la epidemia en toda Andalucía vienen confirmados indirectamente por otros documentos cronísticos más tardíos, como son, entre otros, los Anales de Sevilla de Diego Ortiz de Zúñiga, los Anales de la ciudad de Córdoba de L.M. Ramírez de las Casas-Deza. En Córdoba, las escrituras notariales nos dan una información indirecta pero fiel de los hechos demográficos, económicos y sociales de la Córdoba del siglo XIV (14) y alguna otra referencia de procedencia real a otros puntos aislados de esta extensa región, como es el caso de Arjona y Écija.(15) A la villa de Arjona en 1349-1350, un documento dirigido a la villa en 1350 constata su incidencia: “faciéndome saber cómo estaba yerma la villa de Arjona y muy despoblada, lo uno por la gran mortandad que fue y fue...”  En Baeza origina una avalancha de donaciones a favor de la Iglesia en estas fechas, ante la realidad de la muerte o el temor a su proximidad. También en Jaén hubo epidemia de peste. Ibn al-Jatib nos relata que el rey Muhammad V partió con su ejército en septiembre-octubre de 1365 “hacía la ciudad de Jaén, una de las capitales del reino, de las ciudades florecientes y silla del emirato”. Fue conquistada por los musulmanes pero a poco de regresar de esta expedición se produjo la epidemia de peste aunque curó la gente bien y se restableció la salud gracias a la misericordia de Dios.
En Sevilla aparecen en los años 1361 y 1364 y según Juan de Aviñón, autor de Medicina sevillana, la segunda “fue gran mortandad de landres en las ingles y en los sobacos”. Otra de las mismas características se inicia en 1374 en el condado onubense, dirigiéndose seguidamente hacia el interior y alcanzando Sevilla. La peste se repite cada 10 o 12 años en toda Andalucía, hasta el punto de que los contemporáneos llegan a hablar de primera, segunda y tercera mortandad.(16)
De manera semejante a la región andaluza, en el reino de Murcia se dispone exclusivamente de noticias indirectas salidas de la curia real, respuestas a misivas y escritos originados en el concejo de la ciudad, que permiten deducir fácilmente  la gravedad de la epidemia a su paso por esta región. De dichas noticias es posible deducir que se produjo la despoblación de comarcas enteras, así como la extremada depauperación de su cabaña ganadera. Se cuenta con cuatro cartas de Alfonso XI y dos de su hijo y sucesor, Pedro I, que confirman la gran mortandad que aquejaba no sólo a Murcia, sino también a toda Castilla, extendiéndose sus efectos hasta 1352. Entre sus víctimas más notorias hay que contar la de su obispo Pedro de Peñaranda, cuya herencia es gestionada por el mismo rey Alfonso pocos meses antes de que él mismo, en el sitio de Gibraltar, sufriera la misma suerte. La situación lamentable en que se encuentra Murcia y su territorio viene resumida por una de las cartas del rey Pedro, emitida desde Sevilla el 18 de enero de 1351. Al responder a una petición murciana de exención de pago de alcabala, tan necesaria para hacer frente a los gastos del sitio de Algeciras.
(17)
Aunque la información confiable es escasa, es muy probable que durante los cinco años en que atacó la peste negra (1347-1351), la mortalidad regional variara entre un octavo y dos tercios de la población. Quizás matara a tres europeos de cada diez, dejando veinticuatro millones de muertos en todo el continente. Fue el desastre epidémico, sin duda, más grande de Europa desde el derrumbe del imperio romano. Por este motivo ha sido comparado, guardando las debidas proporciones, con el equivalente de una actual guerra atómica a escala mundial. (18) (19)
A lo largo del s.XIV se produjeron hasta cuatro epidemias en la Península Ibérica. La primera ya descrita, entre 1348y 1351. La siguiente entre 1361 y 1364 fue conocida en la Corona de Aragón como la de los niños (dels infants) por ser los críos pequeños los que murieron en la mayor cantidad. Como anécdota diremos que Pedro I el Ceremonioso que estaba en Valencia tuvo que marcharse a Perpiñán, donde la epidemia ya había remitido. La tercera epidemia, no aparece tan localizada como las anteriores y parece venir de fuera de la Península, bien por vía marítima procedente de diversos puertos afectados del Mediterráneo, o también por el Camino de Santiago, y se dio en los años 1383 y 1384. En este periodo el monarca castellano Juan I se vio obligado, en mayo de 1384, ante la muerte de dos mil de sus mejores soldados, a levantar el sitio que mantenía de la ciudad de Lisboa en defensa de sus derechos al trono portugués. La cuarta y última oleada general de peste del trescientos, la de 1395 y 1396, tendría muy duras repercusiones en el Reino de Murcia, donde morirían -según las crónicas- unas seis mil personas. No es exagerado pensar, por tanto, que los efectos globales de la peste negra y las sucesivas catástrofes epidémicas hasta 1400 hubieran matado a uno de cada cinco españoles. La población del conjunto peninsular, a comienzos del nuevo siglo, rondaría los cuatro millones y medio de personas, es decir, un millón menos aproximadamente que a comienzos del s. XIV. (20)

Boccaccio corresponsal en la epidemia de Florencia de 1348
El escritor italiano Giovanni Boccaccio dejaría un impresionante retrato del impacto de la peste en la populosa ciudad de Florencia, en el prólogo de su obra: el Decamerón, bien podría ser lo que sucedió en todas las ciudades afectadas.
“En 1348 sobrevino una mortífera peste. La cual, bien por obra de los cuerpos celestes, o por nuestros actos y en virtud de la justa ira de Dios, fue enviada a los mortales para corregirnos. Tras haber comenzado algunos años atrás en las regiones orientales, en las que arrebató innumerable cantidad de vidas, prosiguió, devastadora, hacia Occidente. Y no valían contra ella previsión ni providencia humana alguna, como limpiar la ciudad, y prohibir que ningún enfermo entrase en la población, y hacerse, no una, sino muchas veces, humildes rogativas a Dios, en procesiones, y de otras maneras.” Fig. 6


      
                                  Fig. 6 Danza de la Muerte-Afecta a todos

Y de esta manera describe los síntomas, “al empezar la enfermedad, nacíanles a las hembras y varones, en las ingles o en los sobacos, unas hinchazones que a veces alcanzaban a ser como una manzana común, y otras como un huevo. Daba la gente ordinaria a estos bultos el nombre de “bubas”. Y, a poco espacio, las mortíferas inflamaciones empezaron a aparecer indistintamente en todas partes del cuerpo; y en seguida los síntomas de la enfermedad se trocaban en manchas negras o lívidas que en brazos, muslos y demás partes del cuerpo sobrevenían en muchos, ora grandes y diseminadas, ora apretadas y pequeñas. Y así como la buba primitiva era, y seguía siendo, signo certísimo de futura muerte, éranlo también estas manchas. Para curar tal enfermedad no parecía servir ni consejos de médicos ni de medicina alguna, bien porque la naturaleza del mal no lo consintiera, o bien porque no se sabía de medicamento alguno. Y así, no sólo eran pocos los que curaban, sino que casi todos, al tercer día de la aparición de los signos cuando no algo antes o algo después, morían sin fiebre alguna ni otro accidente.” Fig. 7
Fig. 7 Bubones

Como interpreta el contagio, por la simple observación “Adquirió aquella peste mayor fuerza porque los enfermos la transmitían a los sanos al comunicar con ellos como el fuego a las cosas secas, que se le acercan mucho. Y aun esto se agravó al extremo de que no sólo el hablar o tratar a los enfermos producía a los sanos enfermedad y comúnmente muerte, sino que el tocar las ropas o cualquier objeto sobado o manipulado por los enfermos, transmitía la dolencia”.
Muy interesante como relata el comportamiento tan distinto de las personas. “Había no pocos que entendían que el vivir moderadamente y guardase de toda superfluidad ayudaba mucho a resistir el mal, y así, reuniéndose en grupos, vivían separados de todos los demás, en los lugares donde no hubiese enfermo alguno. Procuraban, vivir mejor, consumiendo muy temperadamente delicadísimos manjares y excelentes vinos, rehuyendo toda lujuria, sin hablar con nadie sin querer recibir de fuera noticia alguna de muertos o enfermos, y gozando de las músicas, y demás placeres que tuviesen a su alcance. Otros, opinando lo contrario, decían que el gozar y el beber mucho, y el andar solazándose y el satisfacer todos los apetitos que se pudiese, y el reírse y burlarse, era medicina infalible contra el mal. Y día y noche erraban de taberna en taberna, bebiendo sin medida y sin tino, y aun excediéndose más en las otras cosas que les venían en grado o placer. Habían dejado sus asuntos en abandono, por lo que la mayoría de las casas eran de dominio común y usábanlas, los extraños. Lasleyes, así humanas como divinas, decayera, ya que los ministros ejecutores de ellas hacían, como las demás hombres, muerto o enfermado, o encerrándose con sus familias, que no podían cumplir oficio alguno, por lo que a cualquiera le resultaba lícito ejecutar lo que se le antojare. Entre estos dos extremos, muchas otras gentes llevaban una vida intermedia, usando, según su apetito, las cosas en cantidad suficiente y no encerrándose, mas andando con flores en las manos unos, con hierbas aromáticas y especias otros. Llevábanse a la nariz de vez en cuando estas cosas, creyendo confortar el cerebro con tales aromas, para combatir el aire fétido y cargado de los hedores de los cadáveres. Algunos, decían no haber contra el mal medicina mejor que escapar de él; y movidos por esta opinión, no pensando en nada sino en sí mismos, muchos hombres y mujeres abandonaron su ciudad, sus casas, sus lugares, sus parientes y sus cosas, y buscaron el campo ajeno o el propio, cual si la ira de Dios, al castigar a los hombres con aquella peste, no pudiera extenderse a cualquier parte.”
“Tal espanto había infundido aquella enfermedad en el pecho de hombres y mujeres, que el hermano abandonaba al hermano, y el tío al sobrino, y la hermana al hermano, y a menudo la mujer al marido; y (lo que más grave es y casi increíble) los padres y madres procuraban no atender y visitar a los hijos, como si no fuesen suyos.
Sobrevino el uso, antes casi inaudito, de que cuando una mujer, por gallarda, bella o gentil que fuese, enfermaba, no se recatase de tomar a su servicio un hombre, joven o no, y le mostraba sin vergüenza alguna cualquier parte de su cuerpo, como habría hecho con otra mujer.” Fig. 8

Fig. 8 Mortandad Inicio de la Epidemia
“Era usanza (como hoy) que en la casa de un muerto se reunieran mujeres, parientas y vecinas, con las allegadas del difunto, para llorarle, mientras ante la casa mortuoria se juntaban con los deudos del finado sus vecinos y buen golpe de otros ciudadanos. Venían luego clérigos, según la calidad del difunto, el cual, a hombros de los suyos, con funeral pompa de cera y cánticos, era conducido a la iglesia que él mismo hubiera elegido antes de morir. Pero cuando empezó a crecer el rigor de la peste, estas cosas cesaron del todo o en su mayor parte, y les sucedieron otras nuevas. De suerte que no solo morirían los hombres sin estar rodeados de mujeres, sino que muchos morían sin testigos, y eran muy pocos los que gozaban de las piadosas quejas y amargas lágrimas de sus familiares. Por lo contrario, los más de los que sobrevivían se entregaban a risas y bromas y algareras diversiones usanza que muchas de las mujeres, dando de lado su femenina piedad, aprendieron a maravilla, en pro de su salud. Eran raros los cadáveres que fuesen ala iglesia acompañados de más de diez o doce de sus vecinos; y no apreciados y honorables ciudadanos, sino una especie de picamuertos, que se hacían llamar faquines y que se buscaban entre la gente vil, pagándoles sus servicios, eran los que sustentaban el ataúd. El cual, con presurosos pasos, se conducía, no a la iglesia que el difunto hubiese dispuesto en vida, sino generalmente a la más cercana, llevando detrás, con pocas luces y a menudo sin ninguna, cuatro o seis clérigos, los cuales, con ayuda de dichos faquines y sin cansarse en exequias largas ni solemnes, hacían poner el féretro en la sepultura vacía que mása mano encontraban. Muchos finaban de noche o de día en plena calle, y otros, aunque sucumbiesen en sus casas, no daban razón de su muerte a los vecinos sino con el hedor de sus cadáveres corruptos; y de éstos y de los demás que morían, había abundancia.” Fig. 9
Fig. 9 Peste-Negra acarreo al cementerio
“Muchos de los vecinos dieron en una costumbre. Y consistió en que ellas y algunos acarreadores, cuando los encontraban, sacaban de sus casas los cuerpos de los fallecidos y los ponían ante los umbrales. Hacíanse venir ataúdes y, por escasez de ellos, se colocaron los cadáveres sobre una tabla. Y en un mismo féretro llevara dentro dos o tres cadáveres, una misma caja contuvo mujer y marido, padre o hijo o dos o tres hermanos. No había para los difuntos lágrimas, ni luminarias, ni compañía que los honrase, llegaba ya la cosa a tanto, que lo mismo se curaba nadie de la gente de una cabra. En vista de la gran multitud de cadáveres que cada día era llevada a todas las iglesias, sin que bastase la tierra sacra para sepultarlos y manos. Se hicieron en los cementerios de los templos, llenos en su mayoría, grandísimas fosas, en las cuales se metían a centenares los recién llegados, estibándolos como mercancías en las naves, muy juntos y con poca tierra encima.”
“A la dejadez como los ciudadanos, sin ocuparse de sus asuntos ni haciendas; como si esperasen a diario ver llegar la muerte, desdeñaban los futuros productos del ganado, de sus tierras y de sus pasadas fatigas, y esforzábanse con gran ahínco solo en consumir aquello de que disponían. De esto se originó que los bueyes, asnos, ovejas, cabras, puercos, gallinas, y hasta los perros siempre fidelísimos a los hombres, viéndose expulsados de las viviendas, anduviesen a su albedrío por los campos donde crecían las mieses sin recoger ni siquiera segar, fue tanta y tal la crueldad del cielo y quizá la de los hombres que desde marzo al julio siguiente, viénese a creer con certeza que más de cien mil criaturas humanas perecieron intramuros de la ciudad de Florencia” (21)Fig.10


Fig. 10 La Peste Negra en Florencia, 1348.

Autores médicos de la peste
J. de Agramont médico y profesor de los Estudios Generales de Lérida dio la voz de alarma sobre la epidemia de Peste en la Península. Elaboró un informe general de la enfermedad, ya que no coincidían los síntomas con los que él había aprendido y enseñaba. Para el informe se basó en las referencias de las Etimologías de S. Isidoro.
Este informe estaba influenciado por la cosmovisión muy común a las tres culturas que dominaban en aquel momento en el Mediterráneo Medieval, que al final siempre consideraba a Dios como causa primera de todas las cosas. Pero también estaba influenciado por la posición de los astros y otras causas más próximas como las emanaciones de los cadáveres y aguas estancadas y que estas miasmas, que el viento ayuda a desplazar y al ser inhalados por los individuos podrían provocar la enfermedad. Esta teoría no era nueva, ya Hipócrates la emite en su tratado “De los aires, aguas, y lugares”.
            También advierte que no todas las personas que respiraban el mismo aire acababan infectándose. La explicación es que aquellos que enfermaban estaban saturados de los humores, que hubieran comido y bebido en exceso, los que hubieran abusado de las relaciones sexuales, incluso tuvieran los poros dilatados como lo tenían los que se bañaban con frecuencia. A esto se añaden una serie de factores colectivos y su prevención, dado que se suponía que el mal provenía de los aires corrompidos, había que prevenirlos evitando dejar insepultos los cadáveres, vísceras, estiércol, etc. cerca de las poblaciones. Cuando se originaba una pestilencia se alejaban procurando ir a lugares altos y bien aireados. Y obviamente se les recomendaba el arrepentimiento y la confesión, pues en última instancia eran pruebas enviadas por Dios para purificarnos. A pesar de todos estos argumentos y consejos la gente enfermaba y moría y no le sirvió ni al propio Agramante que aparece como una de las víctimas en el año 1348.(22)
Alfonso de Córdoba, quien escribía en Montpellier en 1348 en su “Epístola et régimen Alphontii Cordubensis de pestilentia”, explicaba al igual que la mayoría de la sociedad la aparición de la epidemia por causa astrológica, pero esta vez era un eclipse de Luna, bajo el signo de Leo, pero con la conjunción de los planetas.
También Juan de Aviñón, quien había estado al servicio del arzobispo de Sevilla, Pedro Gómez Barroso, creía que la conjunción ocurrida el 29 de marzo de 1345, entre Marte y Júpiter, habría sido la causa original de la peste de 1347-48 (23)
En otros estados peninsulares afectados por la epidemia de aquel año aparecieron escritos similares. Dentro del mundo médico hispanoárabe sobresalen tres descripciones coetáneas andalusíes de la peste negra, donde se expresan más claramente las opiniones acerca de su origen. Son tres los médicos granadinos que nos han dejado escritos sobre esta epidemia de peste de 1348.
El primero de ellos, Muhmmad al Saquri, nació en Segura, cerca de Murcia, ejerció su profesión de médico en la corte de Granada para los sultanes nazaríes Yusuf I y Muhammad V. En el resumen titulado “El buen consejo” (Nasiha) sacado de su gran obra titulada “Información exacta acerca de la epidemia” (Tahqiq al naba' an amr alwaba'), el médico da gran importancia a la purificación del cuerpo gracias a la alimentación y a los remedios. Para combatir la peste negra prohibía los pasteles y las salazones recomendando alimentarse con pan hecho con harina, amasado con vinagre. El consumo de carne era poco aconsejable por tratarse de un producto perecedero, siendo preferible recurrir a las aves de corral, en especial el pollo. El enfermo debía de beber agua fría a la que se hubiera añadido vinagre. En cuanto a frutas estaban autorizadas la manzana, la ciruela, la granada, el membrillo amargo, así como las peras, los higos, los dátiles y las uvas, siempre que estuviera en perfecto estado. Entre las hortalizas y legumbres recomendaba las lentejas y los calabacines.(24)
El segundo médico en describir y estudiar la peste negra fue el almeriense Ibn Jatima. En su obra “Descripción de la peste y medios para evitarla en lo sucesivo” (Tahsil garad al- qasid fi 1- marad al- wafid ), estudia y describe la epidemia de peste negra que afectó a toda Europa y en especial a Almería. En Europa produjo más de 42 millones de víctimas. En Córdoba llegaron a morir 500 personas y en Valencia el día de San Juan murieron 1.200 personas. Para prevenir la enfermedad Ibn Jatima recomienda actuar sobre los siguientes factores:
- El aire con perfumes y fumigaciones de mirto y álamo
- Vida tranquila, no fatigarse, no acalorarse ni respirar deprisa.
- Alimentos y bebidas. Conviene no cambiar de régimen.
- Dormir en sitios ventilados y lo habitual. La siesta no es mala.
- Aconseja una serie de alimentos para evitar el estreñimiento al que da gran importancia.
- Es conveniente la alegría, pero sin excitaciones ni tristezas.
-Por último, recomienda la sangría como método preventivo. También como buen musulmán recomienda confiar en Dios que es el mejor y más misericordioso defensor de la salud.(25)
Otro médico granadino Ibn al-Jatib también nos ha descrito la epidemia de peste de1348, pero esta vez en la ciudad de Granada, donde fue visir del reino nazarí. Ibn al-Jatib escribió durante el invierno de 1348, momento en que la plaga se encontraba en su apogeo, una obra titulada “El libro que satisface al que pregunta sobre la terrible enfermedad” (peste) (Kitab Manfa'at (o Muqni'at) alsa'il'an al-marad al-ha'il). Da una visión del contagio. “la existencia del contagio está establecida por la experiencia, estudio y evidencia de los sentidos, por los informes ciertos sobre la transmisión de la enfermedad por ropas, utensilios, zarcillos; por la transmisión por personas de una casa, por la infección de un puerto de mar sano, por la llegada desde un país infectado...”.(26)
La novedad de la medicina andaluza consistía en la conducta a adoptar en tiempos de epidemia, mientras que los autores cristianos de España, Italia y Francia atribuían a la corrupción de la atmósfera por la conjunción astrológica de tres planetas (Júpiter, Marte y Saturno), los andaluces recomendaban el aislamiento y otras medidas terapéuticas.
En general, los médicos nazaríes hicieron caso omiso del perjuicio teológico islámico de que la peste era un castigo divino y aunque reconocieron la posible influencia astrológica sobre la atmósfera recomendaron una serie de medidas preventivas, algunas que ya hemos enumerado, y entre las que sobresalen las concernientes a la salud pública: como prohibir la asistencia a baños públicos en época de epidemia, lavar los vestidos y evitar la contaminación por medio del contacto con los enfermos o sus ropas y utensilios.
Estos autores hispanoárabes hablan del inicio de la epidemia según le habían transmitido diversos mercaderes cristianos, la enfermedad se había iniciado en la tierra de Khitai, región que el médico andalusí identificaba con China y Sind (el valle del Indo). De aquí se había extendido hacia las regiones habitadas por los turcos, hacia Irak y especialmente hacia Crimea, Persia y Constantinopla.
La importancia de estos tratados granadinos radica además en que en ellos encontramos las primeras descripciones detalladas de la sintomatología de la peste en nuestra península. Ambos médicos hispanoárabes fueron los primeros en identificar los famosos bultos o bubones (tawá'in) que solían aparecer en los enfermos detrás de las orejas, en axilas e ingle y, siguiendo también la tradición médica hipocrático-galénica, los explicaron como resultado de la expulsión de las sustancias corruptas que procedían de los órganos vitales -cerebro, corazón e hígado- a través de la sangre de las cavidades cervical, axilar e inguinal. (27)

3.- Consecuencias de la Peste
Llegados a este punto es preciso preguntarnos por algunas de las consecuencias que tuvo en la vida económica y social hispánica aquella primera visita de la peste negra. La carencia de fuentes documentales hace difícil, si no imposible, cuantificar el hundimiento demográfico global que causó este primer asalto pestífero en los territorios peninsulares. En la Corona de Aragón, la población de Barcelona, que a mediados de la década de 1340 debía contar con unos 37.000 habitantes, sin duda disminuyó bruscamente durante las nueve semanas que duró el contagio, y ni tan sólo una fuerte inmigración que tuvo lugar de manera inmediata pudo compensar las pérdidas. En Gerona murieron unas 1.140 personas, lo que supondría el catorce por ciento de sus habitantes, y un tercio de sus regidores. La muerte también sorprendió a muchos obispos en sus diócesis. La documentación eclesiástica demuestra que fueron numerosos y apresurados los nombramientos para cubrir los cargos y las dignidades que quedaron vacantes tras la peste. En Gerona solo sobrevivieron dos monjes de los catorce que formaban la comunidad de Sant Pere de Galligans y se redujo a la mitad la de Sant Pere de Rodes. En la corona de Castilla, todos son datos indirectos. Siguiendo la información que contiene el llamado Libro de behetrerías, en el que se relacionaban las tierras de los campesinos libres para ver el grado de desocupados que se producían en beneficio de los señores que tras la muerte de los labriegos podían apropiarse de aquellas tierras, el historiador Cabrinalla imputaba únicamente a la peste negra el abandono total de ochenta y dos lugares del obispado de Palencia y la muerte de un tercio de la población de Castilla. Posteriormente otros investigadores han tendido a disminuir ese porcentaje hasta un cuarto y a situarlo en un conjunto mayor de factores que sobrepasan la dimensión de la peste y durante un período también mucho más amplio, de 1252 a 1369. En el reino de Navarra es muy probable que algunas merindades, como la de Pamplona que agrupaba a la ciudad y a los pueblos vecinos, perdieran hasta un cuarenta y cinco por ciento de sus habitantes y en la de Estella este porcentaje pudo elevarse hasta incluso un setenta y cinco, es decir, tres de cada cuatro de sus habitantes.
Además de las incidencias demográficas, difícilmente cuantificables ante la escasez de fuentes para esa época, la peste negra provocó en los reinos peninsulares otras derivaciones de carácter socioeconómico que golpearon con fuerza una coyuntura ya de por sí depresiva. En primer lugar, las mortandades causaron un importante descenso del número de trabajadores de la tierra, lo que a su vez repercutió en un notable retroceso del espacio cultivado. (28)
Este retroceso de los campos cultivados favoreció, la expansión de los espacios dedicados al pastoreo. Aunque sin duda exagerado, el padre Sarmiento afirmaría en el siglo XVIII que la ganadería lanar castellana que sería tan célebre en los siglos siguientes por la institución que la regentaba, la Mesta, era hija de la pestilencia del siglo XIV. (29)
Por otro lado, por toda la geografía peninsular se produjo inevitablemente un alza de los salarios de los jornaleros al tiempo que los precios de los productos alimenticios subían de manera escandalosa en las épocas de carestía. Asimismo, fue muy frecuente en aquellos años que se dictaran disposiciones contra vagos y maleantes, con el objeto de que se vieran obligados a incorporarse al mercado de trabajo.(30)
En la economía medieval española, cuya riqueza básica giraba en torno a la producción rural y a las diferentes formas de apropiación de aquella renta por los señores feudales, entre los más perjudicados por la gran depresión del siglo XIV se encontraban los grandes propietarios de tierras, sector que incluía tanto a miembros de la nobleza como a las diferentes instituciones eclesiásticas.(31)
De ahí la actitud agresiva que, con tanta frecuencia, adoptaron los poderosos en tierras de la Corona de Castilla como en la Corona de Aragón. La alta nobleza necesitaba nuevas fuentes de ingresos, única vía para mantener su posición hegemónica como clase dominante. En unos casos acudieron a los denominados “malos usos”, es decir, a recuperar costumbres olvidadas del pasado a través de las cuales podían obtener mayores rentas, aunque fuera a costa de una sobreexplotación de los labriegos en sus dominios. Esto originó en Cataluña el problema de los llamados campesinos de remensa, a quienes se les elevó desmesuradamente las condiciones económicas para que obtuvieran la carta de libertad y se marcharan de los feudos a los que estaban adscritos, lo cual constituiría un factor fundamental de inestabilidad social y política en el campo catalán y en las relaciones entre la Corona y el mundo nobiliario de Cataluña hasta acabar el siglo XV.
En Castilla sería un acercamiento de la nobleza al poder real para obtener mercedes que compensasen el descenso de sus rentas feudales. Esto se manifiesta en las luchas fratricidas entre Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastámara, pues una gran parte de la nobleza apoyó a Enrique que les había prometido más privilegios.
No obstante, no todos fueron perjuicios económicos. La peste negra también resultó rentable para las arcas de la Iglesia. Si por un lado el miedo que inspiró aquella calamidad bíblica ayudaría a intensificar la exacerbación del espíritu religioso de las gentes y multiplicaría así los actos de piedad masivos, no podemos olvidar tampoco que el discurso teológico que los hombres de la Iglesia venían alentando desde tiempo atrás sobre las penas del “más allá” sufridas por las almas en el infierno o en el purgatorio, produjeron una importante avalancha de donaciones testamentarias que favorecieron a iglesias y monasterios.

4-Repercusiones Antisemíticas
Inicio
Se comprende perfectamente que al hacer su aparición la peste negra, con una morbilidad y letalidad sin precedentes, las gentes, asombradas y aterrorizadas, tratasen de explicarse el porqué de ello. Pero nada de lo que hoy la ciencia médica conoce, se sabía a la altura de aquel año de 1348 y los que le siguieron. Eran otras las explicaciones que recibían las gentes. Las causas que se referían a la naturaleza divina o supuestamente diabólica de la enfermedad eran las que entonces se divulgaban. O también se pensaban en seísmos, en eclipses, en conjunciones astrales y en anomalías meteorológicas, en suma, en causas naturales.
También había teorías más cercanas: La pestilencia que producen los cadáveres con la consiguiente corrupción del aire, el agua y la tierra (ésta era la teoría favorita de los médicos), otros creían en un castigo divino o voluntad de Dios (causa teológica), y unos terceros veían un motivo artificial (que fue la teoría preferida por el vulgo): la siembra de la epidemia. Ello podía originar graves tensiones sociales que por lo general terminaban poniendo en peligro la vida y las haciendas de los que ya de por sí, en épocas normales, no resultaban bien vistos por la sociedad.(32) (33)También eran sospechosos los peregrinos de propagar la enfermedad, al ser extraños a las localidades y darse mayor número de casos en los santuarios, así como en las aglomeraciones religiosas. Algo de verdad había en estas acusaciones, pues en algunos casos eran portadores de la enfermedad aunque ellos no lo supieran.(34)
Flagelantes en plena acción fustigadora
Había quien creía que la peste bubónica no era sino una especie de plaga bíblica que se abatía sobre los hombres para castigarlos por sus pecados. Este clima de histeria y fanatismo religioso provocó que muchas personas comenzaran a automutilarse como forma de redención y penitencia. Se hicieron muy populares las llamadas procesiones de flagelantes, que recorrían ciudades y pueblos azotándose con varas y látigos, cual si del mismísimo Juicio Final se tratase, desgarrando sus carnes e implorando el perdón entre charcos de sangre. Fig. 11
Fig. 11 Flagelantes
Los penitentes se fustigaban con látigos de cuero anudados con pinchos de hierro. Algunos sufrían graves heridas entre los omoplatos, y algunas mujeres, extasiadas, recogían la sangre con sus propios vestidos y se la pasaban por los ojos, al creer que era milagrosa. Creían que con esa durísima penitencia se conseguiría mitigar la ira de Dios y aplacar de esta forma la peste. En procesiones que reunían hasta 1.000 fieles, los flagelantes se imponían caminar durante 33 años y medio como los años que vivió Jesucristo. Marchaban de ciudad en ciudad realizando actos que hoy catalogaríamos de masoquistas, ante la muchedumbre histérica. Las gentes imploraban al cielo, sacaban las reliquias de las iglesias, se realizaban rituales religiosos, se celebraban múltiples misas… Sin embargo, estos actos multitudinarios facilitaron en muchas ocasiones la expansión de la enfermedad.
Por su parte, los astrólogos y algunos médicos creían que la causa de la peste, de los “efluvios malignos del aire”, se encontraba en la influencia de los astros ¡siempre los astros! concretamente en la nefasta conjunción de los planetas Júpiter, Marte y Saturno y también al efecto negativo de eclipses y cometas –al menos esa fue la respuesta que dieron los físicos de la Sorbona al rey francés Felipe VI cuando planteó qué había provocado la corrupción del aire. En medio de este catastrofismo cogieron fuerza las interpretaciones más descabelladas, como que el mal se producía “por malvados hijos del diablo que con ponzoñas y venenos diversos corrompen los alimentos”, según reza un escrito contemporáneo.Fig.12
Fig. 12 La peste negra de 1348. Flagelantes - Goya
En 1348 la peste negra recorrió a toda velocidad, sembrando la muerte y la destrucción, un largo camino que iba de Sicilia a Inglaterra. En Italia las autoridades de la ciudad de Pistoia, convencidas de que Dios estaba castigando al mundo, creían que la ciudad debía purgar sus pecados. Se publicaron ordenanzas que prohibían el juego, la blasfemia y la prostitución. Estas normas se empezaron a aplicar en diferentes ciudades y países.
En Alemania las brutales torturas de los flagelantes impactaron sobremanera a las gentes. Era creencia común que la sangre de los mártires era sagrada, por lo que poco a poco este movimiento heterodoxo fue sustituyendo en amplios lugares a la religión oficial, cuyas plegarias no evitaban la muerte de nadie. Miles de fieles seguían en masa a estos personajes, muchos de los cuales se creían dotados de gracia divina a través del sacrificio de su sangre y afirmaban ser capaces de realizar milagros en nombre de Cristo. Aseguraban que los niños fallecidos podían hacerlos revivir y el pueblo creía que algunos animales hablaban gracias a su intercesión. Estas asombrosas “facultades”, fruto sin duda del fanatismo y la superstición, no evitaron sin embargo que los cadáveres siguieran amontonándose en las calles.
Los cristianos comunes creían que las procesiones de los flagelantes eran una especie de purificación espiritual que también los elevaba a ellos. El pueblo asociaba su llegada a la desaparición de la terrible enfermedad, por lo que el papa Clemente VI comenzaba a inquietarse. El fanatismo era cada vez más extremo y, para que el Todopoderoso perdonara al hombre, al pecador, en varios lugares se expulsó de las ciudades a las prostitutas y a los judíos –el colectivo más perseguido–, que en ocasiones eran quemados vivos, como si fueran brujas. (35)
Pogromo y persecución religiosa
Las últimas décadas del siglo XIV fueron especialmente duras para los judíos de Europa. Durante los años 1348 y 1349 se convirtieron en Alemania en víctimas de matanzas tras ser acusados de envenenarlas aguas y los pozos. El motivo de semejante cargo era que, durante las epidemias, mientras el pueblo llano moría, las víctimas judías eran menores. La razón era simplemente la mayor higiene, pero no costó mucho a la fantasía popular identificar la resistencia a la enfermedad con una conjura contra los no judíos. Desde Alemania el incendio se extendió por toda Europa. La situación llegó a ser tan grave que el papa Clemente VI promulgó dos bulas para instar a la protección de los judíos. El pontífice amenazó con la excomunión al que atacara o asesinara a los judíos e insistió en que no seles culpara de las enfermedades que podían asolar a una población. Las intenciones -además de justas- eran excelentes, sirvieron de poco. Que hubo judíos que murieron a causa de la enfermedad y que los supervivientes intentaron huir de la epidemia es un hecho ampliamente documentado, pero esa realidad no impidió que el pueblo llano se desfogara atacando a un chivo expiatorio en medio de la calamidad.
Para los cristianos medievales los hebreos eran quienes más ofendían a Dios, pues los consideraban los responsables de la crucifixión de Jesús –lo que había despertado la ira divina provocando la epidemia–, así que el odio popular, alimentado por los sermones de curas exaltados y de los flagelantes, se volcó contra ellos, creándose así una “leyenda negra” anti judíos, esto se exacerbaba en las festividades religiosas como Semana Santa. La acusación de que los judíos hubieran infectado las aguas y los pozos no tenía obviamente ningún fundamento, pero la idea de que la peste fuera causada por una acción humana deliberada no era infrecuente en la época, incluso entre las creencias avaladas por los propios médicos. Jacme d' Agramont la recoge en su tratado médico sobre la peste. Lo mismo que hiciera en los ambientes médicos de Montpellier su contemporáneo, el “maestro en artes liberales y medicina” Alfonso de Córdoba. Agramont contribuyó a propalar la tesis de que la peste había sido fabricada de forma artificiosa y deliberada, dando la excusa para la búsqueda de presuntos responsables, por más que ni uno ni otro llegaran a identificarlos, lógicamente. Aunque Agramont excluía la posibilidad de que esta peste “artificial” se identificara con la pestilencia universal ligada a un cambio sustancial del aire, juzgaba muy verosímil que la epidemia que durante los primeros meses de 1348 estaba asolando Rosellón, Languedoc (incluido Montpellier) y Provenza, consistiera en realidad en un envenenamiento deliberado provocado “por malvados hombres, hijos del diablo que con venenos diversos corrompen los alimentos con muy falso ingenio y malvada maestría”. Sería, no obstante, injusto responsabilizar a las opiniones de estos médicos de las matanzas que ocurrieron en aquellos meses contra los judíos en diferentes lugares de la geografía catalana. Fig. 13
Como es difícil creer que las gentes más humildes pudieran leer un tratado médico, aunque estuviera redactado en lengua vulgar, fue indudablemente decisiva la intervención de algunos clérigos que sirvieron de correa de transmisión para que aquellos argumentos propios de la cultura médica pasaran a la cultura popular.
Fig. 13 Matanza de Judíos
De hecho, la creciente corriente de opinión antisemita entre los sectores populares hacía tiempo que venía propagándose por toda Europa, y no sólo como resultado de las experiencias cotidianas entre ambas comunidades -las antipatías hacia los judíos nacían de su buen hacer para los negocios, en especial en el crédito-, sino también en el plano religioso y simbólico. A través de la palabra de algunos predicadores, la conciencia religiosa de la gente solía acentuarse en la supuesta naturaleza demoníaca de la comunidad hebrea, vertiendo principalmente sobre ella las acusaciones de difamación de la sangre y de profanación de la hostia, ritos sacrílegos, martirio de niños inocentes como sacrificios rituales que a menudo conducían a una violencia anti judía que se desataba a la menor oportunidad. Fig. 14
Fig. 14 Sacrificios rituales atribuidos a los judíos
Según decían, desde que se crucificó a Jesús los judíos buscaban, sobre todo en Pascua, la sangre de niños cristianos puros e inocentes. Varias de estas historias inventadas habían circulado en Europa en los siglos anteriores y en ocasiones habían dado pie a que algunos de aquellos niños “mártires” conocieran la gloria de los altares. De esta forma se justificaban los asaltos y masacres a las juderías. En España hubo varios casos de niños torturados que se les considera santos incluso hoy día. Esto último era motivo de lectura en mi infancia, en los libros de lectura de primaria teníamos el martirio de Santo Dominguito (36) (37) Fig.15
Fig. 15 Santo Dominguito, crucificado por los judíos, en el “Libro de España” 1954.
Por otra parte, la profanación de la hostia apareció después de que el Concilio de Letrán de 1215 formulase la doctrina de la transustanciación. Se decía que los judíos sobornaban a los cristianos para que les entregasen hostias (el cuerpo de Cristo) que luego torturaban. Acusaciones de este tipo solían desencadenar de tanto en tanto matanzas de judíos en diversos países de Europa. La peste añadió un nuevo elemento en que afianzar aquel odio étnico. (38)
Miles de miembros de este colectivo fueron apaleados y masacrados, en brutales pogromos –persecuciones– por todo el continente. Se les acusaba de algo realmente pintoresco: los hebreos, en medio de un complot al parecer por los judíos de Toledo, habían envenenado el agua de los pozos y fuentes de toda la Cristiandad y corrompido el aire, lo que había provocado la peste. Se les sometió a terribles torturas para que confesaran que todos los hebreos eran culpables de conspiración.
Al fanatismo popular anti judaico se unieran otros móviles de tipo económico, los amotinados procuraban quemar las escrituras y contratos de deudas, y quitando la vida pensando los acreedores que así se verían libres de deudas; pero los reyes por el contrario, además de sus ideas de justicia, tenían razones también de interés en conservar a los judíos que tan buenos servicios prestaban a la corona en cuestiones administrativas y tributarias.(39)

Cronología de las Persecuciones
El 14 de mayo de 1348 fue convocada en la ciudad de Barcelona una procesión religiosa para pedir a la Providencia que pusiera fin a la enfermedad. El remedio religioso resultó, sin embargo, ser aún peor que la enfermedad. Por un lado, la gran concurrencia de gentes al culto aumento aún más el número de personas contagiadas en las horas siguientes. Además, varios clérigos comenzaron a alentar desde los púlpitos la idea de que los pozos, el agua y los alimentos habían sido envenenados, lo que desató la furia popular dirigida contra la población hebrea. El sábado 17, tras numerosos entierros, una muchedumbre desesperada se dirigió al barrio judío o call, donde se saquearon las casas y se asesinó a veintitrés de sus moradores. Con toda probabilidad, la peste sirvió de pretexto para arreglar viejas cuentas.
Los ataques antisemitas se extendieron como una mancha de aceite en los días siguientes por las aljamas de las poblaciones cercanas a Barcelona. En Cervera se mató a dieciocho judíos. Se ha dicho que, en Tárraga, hubo hasta trescientas víctimas, que su call quedó totalmente destruido hasta el punto que Pedro IV tuvo que ordenar su reconstrucción en otro lugar de la villa. Un número parecido de víctimas tuvieron las comunidades judías de Solsona y Tarragona. En otros lugares, los judíos se fortificaron en sus calles, patios y castillos, sin salir para nada de sus barrios. Así pudieron salvarse en Monzón, Lérida y Huesca. (40)
Lérida apenas padeció del asalto a su judería lo demuestra la escasa documentación al respecto. Pero en Valencia el rey Pedro IV manda instrucciones a las autoridades ya que había denuncias por parte de los judíos de que merodeaban “agentes malignos” y agitadores. Y así el 25 de marzo de 1350 un grupo de individuos irrumpieron en la judería lapidando a todos sus moradores e incluso a las autoridades que enviaron para sofocar el asalto, por lo que el rey ordeno se hiciese un castigo ejemplar.
En Gerona, las turbas asaltaron el cementerio judío y, tras desenterrar
los cadáveres, procedieron a quemarlos. El repugnante episodio tuvo que ser contemplado por algunos judíos, a los que no sólo se obligó a estar presentes, sino que además a continuación, se les dio muerte, arrojando sus restos a las llamas. Por desgracia, no se trató de una excepción. El asalto a la judería fue como en otros sitios y como la respuesta de las autoridades fueron débiles, la gente se envalentonó y en la Semana Santa del 1352 se produjo el asalto teniendo las autoridades que actuar, en un bando amenazaban a aquellos que escalaran las tapias de la judería, molestasen e injuriasen a los judíos. En Jaca se repitieron los tumultos tanto que un escudero que custodiaba la entrada de la judería resulto muerto. Fig. 16

Fig. 16 Quema de Judíos

Mal podían ser respetadas juderías ni judíos, cuando en aquella ola de desorden, secuela de la peste negra comparable con la de inmoralidad siguiente a las guerras de nuestro tiempo, no respetaron ni iglesias ni clero: el día de Navidad de 1348 un sayón con espada penetraba en la seo barcelonesa a detener a un clérigo y luego en el palacio
episcopal, donde éste se había refugiado; en Zaragoza (poco antes del 7 de marzo de 1351) se asaltaba el arzobispado; en Vich, el presbítero Joan Durán raptaba a las monjas Blanca Pola y Fresca de Marimón; así como unos desalmados escalaban con nocturnidad el convento de Santa Clara de Calatayud y raptaban y violaban a dos religiosas; se asesinaba a Bernat de Vallseca, abad de San Cucufate de Vallés y a Guerau Bruch., canónigo de la catedral de Tarragona. (41)
Los regidores de Barcelona así como las autoridades reales, desbordados por los acontecimientos de mayo, decidieron informar inmediatamente al rey aragonés, Pedro IV el Ceremonioso, que entonces se encontraba en Valencia. El rey respondió con severas normativas que pusieran orden en Barcelona y en las restantes villas en las que se habían producido los ataques. El 3 de junio el rey tuvo que dirigirse además a los vicarios episcopales y al capítulo de la catedral de Barcelona para pedirles que ningún eclesiástico se extralimitara en su oratoria anti judía. Sin duda, la protección del monarca hacia la comunidad judía no era desinteresada, dado que velar por la prosperidad de los barrios judíos era también cuidar del gran caudal económico que representaban sus impuestos para las arcas reales. (42)
En Castilla se tienen pocas noticias de la peste negra y no consta que hubiera por esta causa atropellos contra los judíos, si bien sufrieron como los cristianos los efectos de la epidemia. Indirectamente podemos saber de una forma aproximada la incidencia de esta epidemia en Toledo, se conservan las inscripciones funerarias del cementerio hebreo, que nos revelan los nombres de los principales judíos que perdieron entonces la vida. Se conserva la transcripción de una treintena de epitafios datados en esta época; el hecho de que casi todos ellos se refieran a familias judías de apellidos ilustres, nos hace elevar bastante el número de muertos por la peste, pues sin duda se cebaría más en los judíos pobres sin medios ni interés en perpetuar sus nombres en inscripciones funerarias; por esta última razón encontramos también menos epitafios de mujeres. Estos epitafios toledanos son considerados como uno de los más bellos del mundo por el tono poético en el elogio a los muertos. (43)Es también más que probable que estas matanzas antisemitas tuvieran lugar en algunas de las regiones andaluzas con fuerte presencia hebrea, aunque con menor intensidad en esta primera embestida de la peste, como fue el caso de la localidad de Arjona.
En Navarra la combinación de cargas con acusaciones no por delirantes menos dañinas resultó insoportable. La huida del reino, comenzada hacía tiempo, llegó a extremos escalofriantes. Un padrón general elaborado por orden del rey Carlos II nos muestra que, excluida la judería de Pamplona, tenía cuatrocientos veintitrés hogares judíos en las cuatro merindades del reino. El dato es significativo si se tiene en cuenta que unos años antes, tan sólo en el término de Tudela había medio millar de hogares. Lo terrible es que el descenso se debía únicamente a la violencia de todo tipo ejercida sobre las juderías, y que esa circunstancia sólo podía ir en perjuicio del reino. Señálese como dato curioso y significativo que un judío como rabí Azag estaba encargado del proyecto de traer a Tudela el agua del río Aragón. Y esto no era una excepción de los servicios que podían prestar al reino. En las últimas décadas del siglo XIV, en el reino de Navarra apenas quedaban algunos hebreos en las juderías de Pamplona, Estella y Tudela. Ansiaban sobrevivir e hicieron todo lo posible por conseguirlo. En 1375 y 1384 intentaron llegar a algún acuerdo con el rey para vivir en paz en Navarra a cambio de contribuir de manera sobresaliente a levantar las cargas del reino. En 1392 ofrecieron una importante suma al rey de Navarra para sufragar su viaje a Francia. Sin embargo, a esas alturas la situación para ellos en casi toda la península era desesperada.
En el resto de Europa sucedía lo mismo como muestra, Sebastián Minister, decía que en muchos sitios de Alemania los judíos perseguidos se encerraban en sus casas y ellos mismos se prendían fuego, llegando en Maguncia a fundirse la campana de la iglesia mayor a causa de los incendios. En otras ciudades imperiales derribaban las casas de los judíos y hacían con sus piedras y con las losas de sus cementerios, murallas y fortalezas.(44)
Esto provocó grandes matanzas en Carcasona y en Narbona, entre otros lugares. En los guetos millares de personas fueron descuartizadas, degolladas y quemadas vivas por los cristianos. En enero de 1348, 600 judíos fueron quemados vivos en Basilea, matanzas que se repitieron en Zurich y Chillón y que se avivaron en la Corona de Aragón, donde muchos miles fueron pasados a cuchillo. El día de San Valentín de 1349, los ciudadanos de Estrasburgo reunieron a 2.000 judíos que acabaron ardiendo en la hoguera. El caos se apoderó de toda Europa, los saqueos fueron cada vez más frecuentes y la violencia se convirtió en una amenaza aún más terrible que la peste.
A las explosiones sangrientas se sumaron los intentos continuados por reducir los ámbitos donde podían vivir los judíos. En 1370, Valencia solicitaba de Pedro IV que los judíos no pudieran rebasar de los límites de la judería. Al año siguiente, el rey aceptaba la petición fijando una multa de veinte maravedíes de oro para cualquiera que traspasara los muros de la aljama.
A pesar de que el papa Clemente VI, desde Aviñón –entonces sede pontificia–, hizo un llamamiento a la población y mediante una bula prohibió las matanzas, los saqueos y la conversión forzosa de los judíos sin juicio previo, afirmando que éstos enfermaban igual que el resto de la población, y la epidemia se daba igual donde no había hebreos, lo que hacía improbable que fueran los responsables, las persecuciones continuaron, si cabe con más inquina.
Aquellos judíos que no habían sido asesinados o muertos por la peste, tuvieron que abandonar su hogar y exiliarse. A finales del siglo XIV, en amplios territorios de Francia, Inglaterra y Alemania ya no había ninguno. Sin embargo, éstos fueron acogidos en Cracovia (Polonia), por el rey Casimiro el Grande. Nadie creía entonces que en pleno siglo XX la comunidad hebrea volvería a ser masacrada, esta vez por la ira de los nazis. Fig. 17
Fig. 17 Viejo judío. Rembrandt. Museo L´Ermitage. S. Petersburgo
Pero lo peor estaba por llegar para los judíos. En 1391surgió en Ecija un brote de fanatismo religioso, provocado por el arcediano Ferrán Martínez que se extendió de manera fulminante por toda la Península, con masacres, robos, violaciones y quema de la mayoría de las juderías, desapareciendo alguna de ellas para siempre.
La terrible plaga había dejado su huella de muerte y destrucción a lo largo de miles de kilómetros, atormentando el alma de millones de personas y diezmando casi a la mitad la población europea. Con el tiempo los hombres volverían a tomar el control de la situación, pero ya nunca volverían a ser los mismos. Ahora conocían las llamas del infierno.
El poeta italiano Petrarca cantó como nadie el sufrimiento y la pena, la pérdida de los seres queridos que causó la peste bubónica: “Considera lo que hemos sido y lo que ahora somos…/¡Dónde estáis amigos queridos!/ ¡dónde los rostros amados!/ Éramos una multitud, ahora estamos casi solos…”.(45)

















Notas
1.- Zoonosis son un grupo de enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de los animales a los humanos. Reservorio de un agente es el hábitat donde residen, crece, y se multiplica. Pueden ser seres humanos, animales y el ambiente. OMS Zoonosis y medio ambiente- World Health Organization; https://www.who.int/foodsafety/areas_work/zoonose/es/
2.- MURRAY Patrick R; ROSENTHAL Ken S; PFALLER Michael A.  Microbiología Medica 8ª Edición, Edit. Elsevier Ámsterdam- Barcelona- 2017. pp. 311-313.
3.-MURRAY Op.cit. pp. 312.
4.- Los problemas de la pulga se ven incrementados cuando, víctima de la enfermedad, la rata muere. La pulga, azuzada por el hambre, se ve obligada para sobrevivir a buscar un nuevo huésped que tenga la temperatura adecuada y que puede encontrar en uno de los vecinos humanos de la rata. GONZÁLEZ FUSTE F; GILI MINER M. “Epidemiologia y profilaxis de la Peste” en PIÉDROLA GIL G. Medicina preventiva y social Higiene y Sanidad Ambiental Edit. Amaro Madrid 1980 pp. 850-855
5.- En Venecia donde llegó la epidemia en los primeros momentos, al ser una ciudad con gran comercio marítimo, tomaron medidas como el poner los barcos en cuarentena, ellos fueron los primeros, y crear un cuerpo especifico, “los médicos de la peste” llevaban unos ropajes que, sin mirar la estética, tenían la misma funcionalidad que en la actualidad para prevenir el contagio. Consistía en una túnica larga hasta los pies, unas botas y guantes largos, que aislaban al médico, hoy se utiliza lo mismo,pero con una variante que suele ser un “mono” cerrado en tobillos y muñecas. También un sombrero al que adosaban una máscara con un pico que rellenaban con plantas aromáticas, creían que prevenía el contagio, hoy en los laboratorios de alta seguridad se llevan una especie de escafandras que se cierran con el traje haciéndolohermético. GONZÁLEZ FUSTER, Óp. cit. pp. 26
6.-Por aquel entonces nada se sabía de la naturaleza microbiana de la peste. No fue hasta finales del siglo XIX cuando se comenzó a tener un conocimiento científico sobre las causas microbianas que provocaban la mayoría de las enfermedades epidémicas. Fue el médico suizo Alexandre Yersin, discípulo del propio Pasteur, el que finalmente descubriría en 1894 el bacilo causante de este mal, durante las investigaciones que llevó a cabo sobre una nueva epidemia que se había declarado en la región china de Cantón. BETRAN MOYA, J. L. Historia de las Epidemias en España y sus colonias (1348-1919) Ed. La esfera de los libros Madrid. 2006. pp. 19-66        
7.- LE ROY LADURIE E., “Un concept: L´unificatión microbienne du monde XIV-XVII siécles”, Revue Suisse d´Histoire 23, Zurich, 1973.p. 628.
8.- BETRAN, Op. cit. pp. 28-29.
9.- BETRAN, Op. cit. p. 38.
10.- AMASUNO M. V. “Cronología de la Peste en la Corona de Castilla durante la segunda mitad del s. XIV” Edit. Universidad de Salamanca, Stud, Hist., Ha. Mediev., 12, 1994, p. 26.
11.- ARIÉ R. “España musulmana t. IIII” en TUÑÓN DE LARA, M. Historia de España, Barcelona, 1982, pp. 422.
12.- BETRAN Óp. cit. pp. 41
13.- RUIZ DE LOIZAGA S., La peste en los reinos peninsulares según documentación del archivo vaticano (1348-1460), Bilbao, 2009 Edit. Museo Vasco de Historia de la Medicina y de la Ciencia, pp. 55.
14.- Las escrituras fechadas entre 1300 y 1348 suman un total de 61. Las comprendidas entre 1349-1399 alcanzan la suma de 230 cartas. Ello nos da un índice de 1,2 para la primera mitad del siglo XIV y de 4,5 para la segunda. Esto indica un estancamiento demográfico de la primera mitad respecto a la segunda. El gráfico del índice de escrituras (testamentos) da uno de sus picos más altos en 1349. NIETO CUMPLIDO, M. «La crisis demográfica y social del siglo XIV», Anales del Instituto de Bachillerato «Luis de Góngora», t. III, Córdoba, 1972, pp.25-33.
15.- AMASUNO, Op.Cit.p.26.
16.-COLLANTES DE TERÁN, A. Historia de Andalucía, Planeta, Barcelona, 1980, III, p.78.
17.- AMASUNO, Op.cit. p.27
18.- Se ha calculado que la Peste Negra mató alrededor del 30% de la población europea. Las ciudades más afectadas fueron las portuarias y comerciales, como Marsella y Albi, donde murió el 60% de sus habitantes. En la Península Ibérica, se han hecho estudios de mortalidad para cada Reino. Así, el reino de Castilla y León perdió alrededor del 20% de la población, en Aragón murió un 35% de sus habitantes, siendo Cataluña la más perjudicada, y en el reino de Navarra con una poblaciónestimada de unas 80.000 almas, fue la más afectada de la Península, con un 50% de la población víctima de la Peste. En ciertas comarcas, como Estella, superior al 70 por 100, produciendo una caída demográfica impresionante. RUIZ DE LOIZAGA,Op.cit. p.33.
19.- BETRAN, Óp. cit. pp.27-45.
20.- Ortiz de Zúñiga relata que ya en el año 1363 toda Andalucía se veía afligida por aquella “segunda mortandad”, expresión que usaba para diferenciarla de la “primera” de 1350, en la cual decía que murieron muchísimas gentes tanto en Sevilla como en Córdoba. En la primera, el médico converso Juan de Aviñón confirmaba la naturaleza bubónica del contagio al describirla como una “gran mortandad de landres en las ingles y en los sobacos” para cuyo remedio se aplicaba a los enfermos uno de los fármacos más célebres de la medicina clásica, la llamada triaca, en cuya composición se empleaba, entre otros muchos elementos, la mirra y el azafrán. AMASUNO, Op.citp.33.
21.-BOCACCIO G. El Decamerón, Edit. Plaza y Janes, Barcelona, 1964,pp. 7-13.
22.- BETRAN, Op. cit pp 19-24.
23.- ARIÉ, Op. cit pp 422-423.
24.- ARIÉ, Óp. cit pp. 422-423.
25.- FERMAT, J. “Contribución al estudio de la medicina árabe española: El almeriense Aben Jatima”, Actualidad médica.44, 1958. pp. 499-513.
26.-  ARIÉ, Óp. cit pp. 422-423.
27.- BETRAN, Op.cit. p.25.
28.-Un ejemplo significativo nos lo ofrecen los libros de cuentas de la catedral de Burgos del año 1352, en los que el racionero del cabildo registra numerosas heredades vacías por la peste que se había padecido. En las Cortes de Valladolid de 1351 se alude al riesgo de que, ante el descenso de los trabajadores del campo, se dejen de labrar “las heredades del pan y del vino”. Es probable, no obstante, que en aquellas circunstancias fueran las tierras marginales las primeras en ser abandonadas. BETRAN, Óp. cit p. 26.
29.-RUIZ DE LOIZAGA, Óp. cit. p. 46.
30.-De ahí que por aquel entonces se adoptaran medidas parecidas en las Cortes de los diferentes reinos españoles para regular unos y otros. Así, el sucesor de Alfonso XI en Castilla, el joven Pedro I, atendió en las cortes de Valladolid de 1351 las reclamaciones de la nobleza castellana quejosa “que por la mortandad que ovo en el tiempo pasado, los dichos menestrales e labradores que han de labrar las heredades” resultaban muy costosos. De esta queja señorial nacería el famoso “Ordenamiento de menestrales”, un decreto cuyo objetivo fundamental consistía en fijar un tope máximo a los salarios de los jornaleros y menestrales y así frenar la tendencia alcista que se vivía en los momentos posteriores al contagio. BETRAN, Óp. Cit. p. 27.
31.-Así el obispo de Oviedo don Gutiérre cuando se quejaba en 1383 que “de las mortandades acá han menguado las rentas de nuestra Eglesia cerca la meatad dellas, ca en la primera mortandad fueron abaxadas las rentas de tercia parte, e después acá lo otro por despoblamiento de la tierra”. El acusado descenso poblacional, eran, según ese texto, la causa principal del declive de las rentas de los poderosos. En verdad la disminución del número de campesinos dependientes se traducía en una indudable baja de las rentas que percibían los señores. BETRAN, Óp. Cit. p. 28.
32.- BETRAN, Op.cit. p.25.
33.- LEÓN TELLO, P.“Judíos toledanos víctimas de la peste negra”,Sefarad: Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, ISSN 0037-0894, Año 37, Nº. 1-2, 1977, pp. 333-337.
34.- Acerca de esta última, Guido de Chauliac, que como médico de Clemente VI residía en Aviñón, donde atendió a los apestados y que no la rebate porque no la toma en cuenta, refiere: “En algunas partes creyeron que los judíos emponzoñasen el mundo y assí los matavan. Y en otras partes, los pobres desmembrados, huyan dellos. En otras, los nobles y assí dudavan de yr por el mundo. Y finalmente, a tanto llegó, que ponían guardas en las ciudades y villas y no dexavan entrar alguno, salvo el que era bien conocido. Y si a algunos hallasen polvos o ungüentos, temiendo que fuéssen beviendas o poncoñas, hazíanselas tragar y comerlas; hazían qualquere cosa que dixese el pueblo” LÓPEZ DE MENESES AMADA;“Una consecuencia de la peste negra en Cataluña”. El pogrom de 1348 Sefarad:Año 19,Nº1, 1959, p. 95.
35.- Marcados desde sus orígenes con el estigma de pueblo maldito, el hecho de mantener sus costumbres, su lengua y religión, apartados del resto, les convertía en foco habitual de la ira de los cristianos. Además, practicaban el préstamo de dinero y recaudaban impuestos para la nobleza, lo que para una población que no admitía por principio religioso la usura, constituía toda una verdadera afrenta. Con la llegada de la muerte negra, el odio que se sentía hacia este colectivo desde hacía siglos se volcó contra ellos. HERRADÓN, Óscar. La peste negra y la quema de judíos”,Rev. Enigmas http://alanmio.obolog.com/peste-negra-apocalipsis-medieval-2166463 
36.- Estas acusaciones se hicieron por toda Europa, tal fue el caso de William de Norwich (muerto en 1144), un curtidor de doce años que había sido supuestamente sacrificado por los judíos; de Richard Pontoise (muerto en 1179), enterrado y venerado en el cementerio de los Santos Inocentes de París; de Hugues de Lincoln (muerto a los ocho años en 1255); o de San Werner (muerto en 1287), asesinado por judíos en Oberwesel, en la diócesis de Treves. Aquí en España hay varios ejemplos como: uno de los más conocidos fue la supuesta crucifixión del niño Santo Dominguito del Val (Zaragoza, siglo XIII, al cual los zaragozanos católicos todavía le rinden culto.)Otro caso notorio fue la supuesta crucifixión del niño de Sepúlveda, en 1468. Y el martirio del Santo Niño de la Guardia, sin nombre ni cadáver ni constancia de los hechos en el momento en que presuntamente sucedieron. También recogidas por Alfonso X el Sabio, Partidas, VII, XXIV, ley 2 sobre estas presuntas prácticas rituales. BUENO GARCÍA, F. Los judíos de Sefarad Granada, Edit. Miguel Sánchez 2009 p. 173.
37.-PEREZ DE URIEL, J. El libro de España, Edit. Luis Vives, Zaragoza, 1954,p. 68.
            38.- BETRAN, Op.cit. p. 39.
39.- LEÓN, Op.cit. p.334.
40.- Manuel García Fernández es poco preciso cuando afirma: “En el antisemitismo que se desarrolló en el Reino de Sevilla en la segunda mitad del siglo XIV intervinieron muchos factores que desencadenaron un fenómeno de manifestación de mentalidades de gran complejidad. Nos inclinamos, pues, a creer que el asalto a las juderías responde a una manifestación más de la presión generalizada que se viene desarrollando y perfilando en la región desde fines del siglo XIII y que estalla ahora a raíz de la gran peste negra de 1348” (El reino de Sevilla, p. 321). Tal vez se refiera este historiador al asalto contra la judería sevillana que tiene lugar en 1354, y que se produce esgrimiendo el pretexto tan manido de acusar a sus componentes de una supuesta profanación de la Sagrada Forma, aunque, tal vez, “la inquietud general religiosa y social que se había extendido por Europa como consecuencia de la plaga” LEÓN TELLO, P. Óp. cit. pp. 147.
            41.- AMASUNO, Op. cit pp. 130-131.
42.- BETRAN, Op.cit. pp 38-39.
43.- LEÓN Op.cit. p. 335.
44.- LEÓN Op.cit. p.333.
45.- HERRADÓN, Op. cit.






CONSECUENCIAS DE LA PESTE NEGRA

DEMOGRÁFICAS                    ECONÓMICAS            POLÍTICAS                   SOCIALES                                      GRANDES BENEFICIADOS
                   Mortandad                        Disminución de los        Lucha Nobleza       Exigencias de los Señores                  Grandes                      Iglesia
                 Catastrófica                       Espacios de Cultivo                              más Impuestos y Mercedes                    Propietarios    

Aumento de
Mendicidad -Delincuencia
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      Aumento
              Disminución de                         Disminución                     Guerra                                                                                                     Donaciones                

Privilegios de la Mesta
        Población (1/3 Europa)              Producción Agrícola        Pedro I-Enrique Trastámara                                                               

 Aumento del
   Patrimonio
                                                                                                                                                                                                     Aumento del
            Despoblamiento                              Caída del Comercio          Nueva Dinastía                               
      Pueblos Abandonados              Subida de Precios             (mercedes enriqueñas)             

Revueltas Campesinas y Urbanas
Represión Dura           
EXACERBACIÓN DEL ANTISEMITISMO

                                                       Caída Rentas Feudales                                                  




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