ARTICULO
6
LOS JUDIOS Y LA PESTE NEGRA
Juan-Bautista
Gutiérrez Aroca, Catedrático Facultad de Medicina Córdoba
Resumen
A
mediados del s. XIV recorrió Europa como un jinete del Apocalipsis, una
epidemia que causó millones de muertos y una serie cambios fundamentales en las
distintas sociedades europeas. Esta epidemia que en aquel tiempo no sabían explicar;
alguien interesado culpó a una minoría de provocarla, los judíos y los tomaron
como “chivo expiatorio” fueron masacrados miles de ellos, a pesar de que a
ellos también le afectaba la epidemia. Andalucía,
como otra región de Europa también se vio afectada, pero con la peculiaridad de
que la sociedad estaba dividida; existía el reino musulmán de Granada, y el
comportamiento fue diferente en este reino. Hubo voces de especialistas quienes
con la simple observación y el razonamiento, se acercaron bastante al
fundamento de la epidemia, y que siglos después se demostró.
Palabras clave:
Peste Negra, Peste Bubónica, Peste Neumónica, Epidemia, Yersinia pestis,
Judíos, Antisemitismo.
Summary
In the middle of s. XIV an epidemic toured Europe as a
Horseman of the Apocalypse. It caused millions of deaths and a series of
fundamental changes in different European societies. This epidemic was not
explained at that time, someone interested blamed a minority of provoking it,
the Jews and took them as "scapegoat".Thousands of them were
massacred, even though they were also affected by the epidemic.Andalusia, like
another region of Europe was also affected, but with the peculiarity that
society was divided; There was the Muslim kingdom of Granada, and the behavior
was different in this kingdom. There were voices of specialists who, with
simple observation and reasoning, came very close to the foundation of the
epidemic, and centuries later it was demonstrated.
Key
words: Black Plague,
Bubonic Plague, Pneumonic Plague, Epidemic, Yersinia pestis, Jews,
Anti-Semitism.
1-INTRODUCCION
La Peste es una enfermedad producida por la bacteria
Yersinia pestis, que pueden padecen
ciertos animales (roedores), es muy virulenta y el ser humano se puede contagiar
accidentalmente. Es una Zoonosis, los reservorios (1)naturales son ratas y
animales domésticos, en el caso de la Peste urbana y ardillas, conejos y demás
roedores en la Peste salvaje. La Peste urbana se puede controlar, por el
contrario, la Peste salvaje es muy difícil de controlar o imposible.
Clínicamente
puede producir dos manifestaciones, la Peste Bubónica y la Peste Neumónica,
dependiendo de que sea transmitida por la pulga de los roedores enfermos o por
la carne, piel u otros productos de estos animales, provoca una gran mortalidad.
La Peste Bubónica se manifiesta hacia el séptimo día de haber sido picado por
la pulga infectada, y produce una fiebre alta y unos bubones dolorosos
(adenopatías) en las ingles, axilas. Estos ganglios (bubones) están invadidos por la bacteria,
unido a las hemorragias en la piel, le da al enfermo un aspecto negruzco en
pies, piernas, manos y brazos. De ahí la denominación de Peste Negra o Muerte
Negra. En el caso de la Peste Neumónica el periodo de incubación es más
corto, de 2 a 3 días, da fiebre, malestar general y síntomas pulmonares. En
ambos casos la mortalidad es muy alta. También se puede transmitir de una
persona afectada a otra, a través de las pulgas infectadas. El tratamiento
antibiótico es con Estreptomicina o Tetraciclinas.(2) Fig. 1
Fig. 1 Elementos de la Peste
Resumen histórico.
La
Peste ha sido una de las enfermedades más devastadoras de la historia. Ya se
recogen brotes en el Antiguo testamento y hay referencias históricas en el s.
III a. de C en Grecia, Siria y Asia Menor. A lo largo de la historia podemos
clasificarla en tres grandes Pandemias (enfermedad
epidémica que se extiende a muchos países).
-la
primera Pandemia a partir de 531 d. de Cristo conocida como la “Peste de
Justiniano” comenzó en Egipto, extendiéndose por el Norte de África, Europa,
Asia Meridional y Arabia, acabó a mediados del s. VIII matando a la mayoría de
la población afectada.
-la
segunda Pandemia comenzó hacia el 1320 y es conocida como la “Peste Negra”. Se
inició en China y la India, pasó a Europa en 1347 y durante 8 años mató a más
de 25 millones de personas de un total de 104 millones que entonces poblaban
Europa (algunos elevan a un 40% del total de la población). Hubo ciudades y
regiones donde solo quedó viva un 10% de la población.
-la
tercera Pandemia apareció en el s. XVIII en Asia, África y Europa, no fue tan
grave como las anteriores y en 1860 hubo un brote en China (Cantón y Hong Kong)
y la India (Bombay) desde donde se extendió por todo el mundo. En esta epidemia
el médico suizo Alexandre Yersin, fue quien descubriría en 1894 el bacilo
causante de la enfermedad, que en su honor se la conoce como Yersinia pestis, durante
las investigaciones que llevó a cabo en la región china de Cantón.
Entre
estas tres pandemias ha habido numerosos brotes en distintos países, a partir
del reservorio salvaje básicamente, llegando a extenderse por otros países con
distinta intensidad. (3) (4)
2-LA
PESTE EN ESPAÑA
La
llegada de la Muerte Negra
El mal era originario de Asia y debió de entrar en
contacto con los europeos en el puerto de Caffa (Crimea), que era por entonces
una colonia de la república de Génova en el Mar Negro. Hacia ese puerto acudían
numerosas caravanas asiáticas de la conocida ruta de la seda para intercambiar
sus productos por oro.
En la primavera de 1347 la ciudad había sido
asediada por tropas tártaras, que se vieron obligadas a levantar el sitio
cuando fueron diezmadas por la peste. Se dice que antes de abandonar el lugar
se ordenó catapultar por encima de las murallas de la ciudad algunos cadáveres
de soldados apestados con el fin de “envenenar a los cristianos”. Su acción
representa un claro antecedente de las guerras biológicas modernas. Fue así
cómo, Caffa contrajo la enfermedad.
Siguiendo las crónicas de la época nos cuentan el
viaje en que el mal llegó hasta el resto de Europa. A finales de 1347 algunos
marinos genoveses enfermos que regresaban a Italia tras atravesar los
Dardanelos lo propagaron rápidamente. Primero, afectó la isla de Sicilia; poco
después tocó el turno a las ciudades del norte de la península italiana.
Venecia, por sus características, fue pronto contagiada y sus autoridades
intentaron dar soluciones lógicas e ingeniosas. (5) Fig.2Desde allí, y siempre siguiendo
la línea costera, la peste saltó a la región de la Provenza y, poco más tarde,
hasta la Península Ibérica. Por la ruta del Ródano alcanzaría las costas del
Atlántico y del Báltico, a través del tráfico por ríos y caminos, llegó a los
europeos que vivían en el interior.
Fig. 2 Médico de la Peste
Es recogido en la Crónica del rey castellano
Alfonso XI como: “Esta fue la primera et grande pestilencia que es llamada
mortandad grande. ”que estaba afectando a Europa y toda la Península. Esta era
una enfermedad ante la que los europeos carecían de cualquier tipo de
inmunidad, al no haber estado en contacto con la enfermedad desde hacía unos
seis siglos. (6) Fig.3
Al
finalizar la Edad Media, gracias a la conexión comercial entre continentes por
la búsqueda incesante del beneficio económico que se obtenía transportando
mercancías de un lugar a otro, se la denominó, como el inicio de la primera
“unificación microbiana del mundo”.(7)
Fig. 3 Expansión de la Peste Negra
Tan
sólo el continente americano, descubierto algo más tarde, quedaría a salvo
durante algunos siglos de aquella enfermedad, gracias a la distancia oceánica
que lo separaba del continente europeo y a la lentitud que caracterizó antes de
finales del siglo XIX al tráfico naval interoceánico, difícil de vencer por la
peste.
Antes de que la peste llegara a la península Ibérica
en 1348, el hambre había hecho acto de presencia de manera discontinua desde
dos décadas antes, sobre todo en la costa Levantina. También en el gran reino
de Castilla, recogida en las crónicas de Alfonso XI, por lo que, el panorama
que se ofrecía en los diversos territorios peninsulares en vísperas de la
visita de la peste, la producción agrícola resultaba poco esperanzadora y sus
habitantes se verían debilitados para la prueba que vendría.
Parece seguro que la peste fue más grave y sus
consecuencias demográficas
más
duraderas en los territorios de la Corona de Aragón que en Castilla. La muerte
negra penetró en la Corona de Aragón durante la primavera de 1348 y provocó en
pocos meses una caída de la población tan brusca como la que ocurrió en el
resto del Occidente europeo. El Reino de Mallorca fue el primero en padecerla, es
probable que en toda la isla murieran unas nueve mil personas. Hasta Cataluña
la peste pudo llegar por diferentes itinerarios. Por vía marítima desde
Mallorca, aunque parece más seguro que sobre todo proviniera del sur de
Francia. En Perpiñán, la enfermedad proveniente de la vecina Marsella comenzó a
manifestarse con gran violencia, ya se encontraba infectada en noviembre de1347
y también se vieron afectadas Aviñón, Narbona o Carcasona. Fue justamente al
final de noviembre cuando llegaría a Lérida. Durante la segunda semana de mayo
de 1348 muchos enfermos presentaban ya claramente los síntomas de dolores y bubones,
mientras los médicos de la ciudad eran incapaces con sus conocimientos de hacer
frente eficazmente a la dolencia.(8)
En Barcelona, la situación era desoladora a finales de
junio: almacenes y tiendas de alimentos cerradas por defunción de sus
propietarios, cementerios llenos de cadáveres y carencia de personas que
ayudasen a enterrar a los muertos, pero sobre todo la extraña sensación de que
la enfermedad no tenía fin. La peste sólo comenzó a desaparecer pasado el mes
de octubre. Por ese tiempo,
un
gran número de regidores del Consejo de Ciento, el órgano de gobierno de la
ciudad, había muerto y se hizo muy urgente su reemplazo. A finales del mes de
junio y julio de 1348 llegó la peste, a las regiones centrales de Cataluña,
Camprodón y Vic (Gerona).Fig. 4
Otras ciudades aragonesas sufrirían idéntica suerte.
Es el caso dela ciudad de Valencia, donde la enfermedad irrumpió a finales del
mes de mayo. Según narra la Crónica de Pedro el Ceremonioso, a mediados
de junio morían más de trescientas personas diariamente. Sabemos que una vez
alcanzadas las costas, el mal se propagó rápidamente hacia las tierras del interior,
aunque de forma más lenta que por la vía marítima, debido a la menor densidad
de población y la dispersión de los asentamientos. Las noticias son siempre
aquí más escasas. En la segunda quincena de julio, cuando la peste estaba cesando
en Sagunto, se encontraba en pleno ascenso violento en Morella, asolada hasta
mediados de agosto. El hecho de que la enfermedad comenzara en Teruel a finales
de julio y en Zaragoza en septiembre confirmaría la trayectoria este oeste del
mal, que todavía en octubre causaba víctimas en las comarcas interiores del
Reino de Valencia. La propia esposa de Pedro el Ceremonioso, la reina Eleonor
de Portugal, moría en Xerica (Castellón), el día 30de aquel mes. (9)
Fig. 4 Posible propagación de la Peste
en España
En cuanto al reino de Castilla las noticias son
bastante más escasas. Los historiadores castellanos sugieren una posible doble
vía de penetración del contagio. Por un lado, se sugiere un foco pestífero en
Santiago de Compostela, quizá como consecuencia de alguna peregrinación, que
resultó contagiada de manera rápida ya entre los meses de marzo y julio de
1348.A continuación, el mal se expandió de norte a sur, hacia Portugal, afectó Coímbra
en septiembre y Braga en diciembre, mientras que por una ruta algo más oriental
afectó a Lugo, Asturias y la ciudad de León, que acogió la peste en el mes de
octubre del mismo año. De ahí, y durante el mismo mes, se difundiría por el
valle del Duero, donde se uniría con la procedente de las tierras del vecino
reino de Aragón para afectar en la primavera de 1349la sub-meseta meridional,
especialmente la ciudad de Toledo entre los meses de junio y julio, tal y como
sugieren las inscripciones de las lápidas judaicas en las que se señala a la
peste como la causa de las muertes.(10)
La peste continuó su camino, a principios de 1350,
por tierras andaluzas, El contagio también pudo partir de varios focos
periféricos a la vez y alcanzar el interior. Andalucía fue azotada por estos
brotes en especial el reino de Granada, todavía en poder musulmán, llegando a
producir una enorme mortandad. La peste en Andalucía se declaró por primera vez
en la villa de al-Jawam en la extremidad oriental de la provincia de Almería;
allí atacó rápidamente los barrios de gente pobre y menesterosa. Desde allí se
extiende a Almería encontrando terreno abonado en las gentes pobres afectadas
por las hambres de 1329. La peste afecta a Almería en donde más de seiscientas
diez personas fallecen por día; en Málaga mueren más de cien por día, según las
estimaciones del médico granadino Ibn Jatima así como en Vélez, Antequera y
Comares cundiendo el pánico, lo que motiva la huída masiva de la población de
la ciudad. En Málaga empezó la peste (al-wabl' al-Kabir), en marzo de 1349, en
el momento, añade Ibn al-Hasnn al-Nuhabi, que Alfonso XI iniciaba el cerco de
Gibraltar.(11) (12)
A pesar de haber constancia de varias oleadas de
peste en Andalucía, lo curioso del tema es que, durante los periodos de más
virulencia (1348-1358), no tuvo índice de mortalidad muy elevado y esto es
debido a que en esa época Andalucía era tierra bajo el dominio musulmán, donde
la cultura del agua y la higiene evitaron en gran parte la difusión y el
impacto de la plaga.
Recordemos, por otra parte, que la peste acechaba a
los combatientes cristianos que se hallaban en la comarca contigua a la plaza
de Gibraltar. El mismo rey de Castilla, Alfonso XI (+1350) “ovo una landre y
murió”, víctima por lo tanto de la peste negra, sus restos descansan en la
iglesia de S. Hipólito de Córdoba. (13) Fig.5
Fig. 5 Tumba de Alfonso XI S. Hipólito,
Córdoba
Los estragos causados por la epidemia en toda
Andalucía vienen confirmados indirectamente por otros documentos cronísticos
más tardíos, como son, entre otros, los Anales de Sevilla de Diego Ortiz
de Zúñiga, los Anales de la ciudad de Córdoba de L.M. Ramírez de las
Casas-Deza. En Córdoba, las escrituras notariales nos dan una información indirecta
pero fiel de los hechos demográficos, económicos y sociales de la Córdoba del
siglo XIV (14) y alguna otra referencia de procedencia real a otros puntos
aislados de esta extensa región, como es el caso de Arjona y Écija.(15) A la
villa de Arjona en 1349-1350, un documento dirigido a la villa en 1350 constata
su incidencia: “faciéndome saber cómo estaba yerma la villa de Arjona y muy
despoblada, lo uno por la gran mortandad que fue y fue...” En Baeza origina una avalancha de donaciones
a favor de la Iglesia en estas fechas, ante la realidad de la muerte o el temor
a su proximidad. También en Jaén hubo epidemia de peste. Ibn al-Jatib nos
relata que el rey Muhammad V partió con su ejército en septiembre-octubre de
1365 “hacía la ciudad de Jaén, una de las capitales del reino, de las ciudades
florecientes y silla del emirato”. Fue conquistada por los musulmanes pero a
poco de regresar de esta expedición se produjo la epidemia de peste aunque curó
la gente bien y se restableció la salud gracias a la misericordia de Dios.
En Sevilla aparecen en los años 1361 y 1364 y según
Juan de Aviñón, autor de Medicina sevillana, la segunda “fue gran
mortandad de landres en las ingles y en los sobacos”. Otra de las mismas
características se inicia en 1374 en el condado onubense, dirigiéndose
seguidamente hacia el interior y alcanzando Sevilla. La peste se repite cada 10
o 12 años en toda Andalucía, hasta el punto de que los contemporáneos llegan a
hablar de primera, segunda y tercera mortandad.(16)
De manera semejante a la región andaluza, en el
reino de Murcia se dispone exclusivamente de noticias indirectas salidas de la
curia real, respuestas a misivas y escritos originados en el concejo de la
ciudad, que permiten deducir fácilmente la
gravedad de la epidemia a su paso por esta región. De dichas noticias es
posible deducir que se produjo la despoblación de comarcas enteras, así como la
extremada depauperación de su cabaña ganadera. Se cuenta con cuatro cartas de
Alfonso XI y dos de su hijo y sucesor, Pedro I, que confirman la gran mortandad
que aquejaba no sólo a Murcia, sino también a toda Castilla, extendiéndose sus
efectos hasta 1352. Entre sus víctimas más notorias hay que contar la de su
obispo Pedro de Peñaranda, cuya herencia es gestionada por el mismo rey Alfonso
pocos meses antes de que él mismo, en el sitio de Gibraltar, sufriera la misma
suerte. La situación lamentable en que se encuentra Murcia y su territorio
viene resumida por una de las cartas del rey Pedro, emitida desde Sevilla el 18
de enero de 1351. Al responder a una petición murciana de exención de pago de
alcabala, tan necesaria para hacer frente a los gastos del sitio de Algeciras.
(17)
Aunque la información confiable es escasa, es muy
probable que durante los cinco años en que atacó la peste negra (1347-1351), la
mortalidad regional variara entre un octavo y dos tercios de la población.
Quizás matara a tres europeos de cada diez, dejando veinticuatro millones de
muertos en todo el continente. Fue el desastre epidémico, sin duda, más grande
de Europa desde el derrumbe del imperio romano. Por este motivo ha sido
comparado, guardando las debidas proporciones, con el equivalente de una actual
guerra atómica a escala mundial. (18) (19)
A lo largo del s.XIV se
produjeron hasta cuatro epidemias en la Península Ibérica. La primera ya
descrita, entre 1348y 1351. La siguiente entre 1361 y 1364 fue conocida en la
Corona de Aragón como la de los niños (dels infants) por ser los críos pequeños
los que murieron en la mayor cantidad. Como anécdota diremos que Pedro I el
Ceremonioso que estaba en Valencia tuvo que marcharse a Perpiñán, donde la
epidemia ya había remitido. La tercera epidemia, no aparece tan localizada como
las anteriores y parece venir de fuera de la Península, bien por vía marítima procedente
de diversos puertos afectados del Mediterráneo, o también por el Camino de
Santiago, y se dio en los años 1383 y 1384. En este periodo el
monarca castellano Juan I se vio obligado, en mayo de 1384, ante la muerte de
dos mil de sus mejores soldados, a levantar el sitio que mantenía de la ciudad
de Lisboa en defensa de sus derechos al trono portugués. La cuarta y última
oleada general de peste del trescientos, la de 1395 y 1396, tendría muy duras
repercusiones en el Reino de Murcia, donde morirían -según las crónicas- unas
seis mil personas. No es exagerado pensar, por tanto, que los efectos globales
de la peste negra y las sucesivas catástrofes epidémicas hasta 1400 hubieran
matado a uno de cada cinco españoles. La población del conjunto peninsular, a
comienzos del nuevo siglo, rondaría los cuatro millones y medio de personas, es
decir, un millón menos aproximadamente que a comienzos del s. XIV. (20)
Boccaccio corresponsal en la
epidemia de Florencia de 1348
El escritor italiano Giovanni Boccaccio dejaría un
impresionante retrato del impacto de la peste en la populosa ciudad de
Florencia, en el prólogo de su obra: el Decamerón, bien podría ser lo que sucedió
en todas las ciudades afectadas.
“En
1348 sobrevino una mortífera peste. La cual, bien por obra de los cuerpos
celestes, o por nuestros actos y en virtud de la justa ira de Dios, fue enviada
a los mortales para corregirnos. Tras haber comenzado algunos años atrás en las
regiones orientales, en las que arrebató innumerable cantidad de vidas,
prosiguió, devastadora, hacia
Occidente. Y no valían contra ella
previsión ni providencia humana
alguna, como limpiar la ciudad, y prohibir que ningún enfermo entrase
en la población, y hacerse, no una, sino muchas veces, humildes rogativas a
Dios, en procesiones, y de otras maneras.” Fig. 6
Fig. 6 Danza
de la Muerte-Afecta a todos
Y de esta manera describe los síntomas, “al empezar
la enfermedad, nacíanles a las hembras y varones, en las ingles o en los
sobacos, unas hinchazones que a veces alcanzaban a ser como una manzana común,
y otras como un huevo. Daba la gente ordinaria a estos bultos el nombre de
“bubas”. Y, a poco espacio, las mortíferas inflamaciones empezaron a aparecer
indistintamente en todas partes del cuerpo; y en seguida los síntomas de la
enfermedad se trocaban en manchas negras o lívidas que en brazos, muslos y
demás partes del cuerpo sobrevenían en muchos, ora grandes y diseminadas, ora
apretadas y pequeñas. Y
así como la buba primitiva era, y seguía siendo, signo certísimo de futura
muerte, éranlo también estas
manchas. Para curar tal enfermedad no parecía servir ni
consejos de médicos ni de medicina
alguna,
bien porque la naturaleza
del mal no lo consintiera, o bien porque no se sabía de medicamento alguno. Y
así, no sólo eran pocos los que
curaban,
sino que casi todos, al tercer día de la aparición de los signos cuando no algo
antes o algo después,
morían sin fiebre alguna ni otro accidente.” Fig. 7
Fig. 7 Bubones
Como interpreta el contagio, por la simple
observación “Adquirió aquella
peste
mayor fuerza porque los enfermos la transmitían a los sanos al comunicar con
ellos como el fuego a las cosas secas, que se le acercan mucho. Y aun esto se agravó al
extremo de que no sólo el hablar o tratar a los enfermos producía a los sanos enfermedad y comúnmente
muerte, sino que el tocar las ropas o cualquier objeto sobado o manipulado por
los enfermos, transmitía la dolencia”.
Muy interesante como relata el comportamiento tan
distinto de las personas. “Había no pocos que entendían que el vivir moderadamente
y guardase de toda superfluidad ayudaba mucho a resistir el mal, y así,
reuniéndose en grupos, vivían separados de todos los demás, en los lugares
donde no hubiese enfermo alguno. Procuraban, vivir mejor, consumiendo muy
temperadamente delicadísimos
manjares
y excelentes vinos, rehuyendo toda lujuria, sin hablar con nadie sin querer
recibir de fuera noticia alguna de muertos o enfermos, y gozando de las músicas, y demás placeres que
tuviesen a su alcance. Otros, opinando lo contrario, decían que el gozar y el
beber mucho, y el andar solazándose y el satisfacer todos los apetitos que se
pudiese, y el reírse
y
burlarse, era medicina infalible
contra
el mal. Y día y noche erraban de taberna en taberna, bebiendo sin medida y sin
tino, y aun excediéndose más en las otras cosas que les venían en grado o
placer. Habían dejado sus asuntos en abandono, por lo que la mayoría de las casas eran de
dominio común y usábanlas, los extraños. Lasleyes, así humanas como divinas,
decayera, ya que los ministros ejecutores de ellas hacían, como las demás
hombres, muerto o enfermado, o encerrándose con sus familias, que no podían
cumplir oficio alguno, por lo que a cualquiera le resultaba lícito ejecutar lo que se le antojare. Entre
estos dos extremos, muchas otras gentes llevaban una vida intermedia, usando,
según su apetito, las cosas en cantidad suficiente y no encerrándose, mas
andando con flores en las manos unos, con hierbas aromáticas y especias otros.
Llevábanse a la nariz de vez en cuando estas cosas, creyendo confortar el
cerebro con tales aromas, para combatir el aire fétido y cargado de los hedores
de los cadáveres. Algunos, decían no haber contra el mal medicina mejor que escapar de
él; y movidos por esta
opinión, no pensando en nada sino en sí mismos, muchos hombres y mujeres
abandonaron su ciudad, sus casas, sus lugares, sus parientes y sus cosas, y buscaron el
campo ajeno o el
propio, cual si la ira de Dios, al castigar a los hombres con aquella peste, no
pudiera extenderse a cualquier parte.”
“Tal espanto había infundido aquella enfermedad en
el pecho de hombres y mujeres, que el hermano abandonaba al hermano, y el tío
al sobrino, y la hermana al hermano, y a menudo la mujer al marido; y (lo que más grave
es y casi increíble) los
padres y madres procuraban no atender y visitar a los hijos, como si no fuesen
suyos.
Sobrevino
el uso, antes casi inaudito, de que cuando una mujer, por gallarda, bella o
gentil que fuese, enfermaba, no se recatase de tomar a su servicio un hombre,
joven o no, y le mostraba sin vergüenza alguna cualquier parte de su cuerpo,
como habría hecho con otra mujer.” Fig. 8
Fig.
8 Mortandad Inicio de la Epidemia
“Era usanza (como hoy) que en la casa de un muerto
se reunieran mujeres, parientas y vecinas, con las allegadas del difunto, para
llorarle, mientras ante la casa mortuoria se juntaban con los deudos del finado
sus vecinos y buen golpe de otros ciudadanos. Venían luego clérigos, según la
calidad del difunto, el cual, a hombros de los suyos, con funeral pompa de cera y cánticos, era conducido a
la iglesia que él mismo hubiera elegido antes de morir. Pero cuando empezó a
crecer el rigor de la peste, estas cosas cesaron del todo o en su mayor parte,
y les sucedieron otras nuevas. De suerte que no solo morirían los hombres sin estar rodeados
de mujeres, sino que muchos morían sin testigos, y eran muy pocos los que gozaban
de las piadosas quejas y amargas lágrimas de sus familiares. Por lo contrario,
los más de los que sobrevivían
se entregaban a risas y bromas
y
algareras diversiones usanza que muchas de las mujeres, dando de lado su femenina piedad,
aprendieron a maravilla, en pro de su salud. Eran raros los cadáveres que
fuesen ala iglesia acompañados de más de diez o doce de sus vecinos; y no
apreciados y honorables ciudadanos, sino una especie de picamuertos, que se hacían llamar faquines y
que se buscaban entre la
gente vil, pagándoles sus servicios, eran los que sustentaban el ataúd. El
cual, con presurosos pasos,
se conducía, no a la iglesia que el difunto hubiese dispuesto en vida, sino
generalmente a la más
cercana, llevando detrás, con pocas luces y a menudo sin ninguna, cuatro o seis
clérigos, los cuales, con ayuda de dichos faquines y sin cansarse en exequias
largas ni solemnes, hacían poner el féretro en la sepultura vacía que mása mano
encontraban. Muchos finaban
de noche o de día en plena calle, y otros, aunque sucumbiesen en sus casas, no
daban razón de su muerte a los vecinos sino con el hedor de sus cadáveres
corruptos; y de éstos y de los demás que morían, había abundancia.” Fig. 9
Fig. 9 Peste-Negra acarreo al cementerio
“Muchos de los
vecinos dieron en una costumbre. Y consistió en que ellas y algunos
acarreadores, cuando los encontraban, sacaban de sus casas los cuerpos de los
fallecidos y los ponían ante los umbrales. Hacíanse venir ataúdes y, por
escasez de ellos, se colocaron los cadáveres sobre una tabla. Y en un mismo
féretro llevara dentro dos o tres cadáveres, una misma caja contuvo mujer y
marido, padre o hijo o dos o tres hermanos. No había para los difuntos
lágrimas, ni luminarias, ni compañía que los honrase, llegaba ya la cosa a
tanto, que lo mismo se curaba nadie de la gente de una cabra. En vista de la
gran multitud de cadáveres que cada día era llevada a todas las iglesias, sin
que bastase la tierra sacra para sepultarlos y manos. Se hicieron en los
cementerios de los templos, llenos en su mayoría, grandísimas fosas, en las
cuales se metían a centenares los recién llegados, estibándolos como mercancías
en las naves, muy juntos y con poca tierra encima.”
“A la dejadez
como los ciudadanos, sin ocuparse de sus asuntos ni haciendas; como si
esperasen a diario ver llegar la muerte, desdeñaban los futuros productos del
ganado, de sus tierras y de sus pasadas fatigas, y esforzábanse con gran ahínco
solo en consumir aquello de que disponían. De esto se originó que los bueyes,
asnos, ovejas, cabras, puercos, gallinas, y hasta los perros siempre
fidelísimos a los hombres, viéndose expulsados de las viviendas, anduviesen a
su albedrío por los campos donde crecían las mieses sin recoger ni siquiera
segar, fue tanta y tal la crueldad del cielo y quizá la de los hombres que
desde marzo al julio siguiente, viénese a creer con certeza que más de
cien mil criaturas humanas perecieron intramuros de la ciudad de Florencia” (21)Fig.10
Fig. 10 La Peste Negra en Florencia,
1348.
Autores médicos de la peste
J. de Agramont médico y profesor de los
Estudios Generales de Lérida dio la voz de alarma sobre la epidemia de Peste en
la Península. Elaboró un informe general de la enfermedad, ya que no coincidían
los síntomas con los que él había aprendido y enseñaba. Para el informe se basó
en las referencias de las Etimologías de S. Isidoro.
Este informe estaba influenciado por la
cosmovisión muy común a las tres culturas que dominaban en aquel momento en el
Mediterráneo Medieval, que al final siempre consideraba a Dios como causa
primera de todas las cosas. Pero también estaba influenciado por la posición de
los astros y otras causas más próximas como las emanaciones de los cadáveres y
aguas estancadas y que estas miasmas, que el viento ayuda a desplazar y al ser
inhalados por los individuos podrían provocar la enfermedad. Esta teoría no era
nueva, ya Hipócrates la emite en su tratado “De los aires, aguas, y lugares”.
También
advierte que no todas las personas que respiraban el mismo aire acababan infectándose.
La explicación es que aquellos que enfermaban estaban saturados de los humores,
que hubieran comido y bebido en exceso, los que hubieran abusado de las
relaciones sexuales, incluso tuvieran los poros dilatados como lo tenían los
que se bañaban con frecuencia. A esto se añaden una serie de factores
colectivos y su prevención, dado que se suponía que el mal provenía de los
aires corrompidos, había que prevenirlos evitando dejar insepultos los
cadáveres, vísceras, estiércol, etc. cerca de las poblaciones. Cuando se
originaba una pestilencia se alejaban procurando ir a lugares altos y bien
aireados. Y obviamente se les recomendaba el arrepentimiento y la confesión,
pues en última instancia eran pruebas enviadas por Dios para purificarnos. A
pesar de todos estos argumentos y consejos la gente enfermaba y moría y no le
sirvió ni al propio Agramante que aparece como una de las víctimas en el año
1348.(22)
Alfonso
de Córdoba, quien escribía en Montpellier en 1348 en su “Epístola et régimen
Alphontii Cordubensis de pestilentia”, explicaba al igual que la mayoría de
la sociedad la aparición de la epidemia por causa astrológica, pero esta vez
era un eclipse de Luna, bajo el signo de Leo, pero con la conjunción de los
planetas.
También Juan de Aviñón, quien había estado al
servicio del arzobispo de Sevilla, Pedro Gómez Barroso, creía que la conjunción
ocurrida el 29 de marzo de 1345, entre Marte y Júpiter, habría sido la causa
original de la peste de 1347-48 (23)
En
otros estados peninsulares afectados por la epidemia de aquel año aparecieron
escritos similares. Dentro del mundo médico hispanoárabe sobresalen tres
descripciones coetáneas andalusíes de la peste negra, donde se expresan más
claramente las opiniones acerca de su origen. Son tres los médicos granadinos
que nos han dejado escritos sobre esta epidemia de peste de 1348.
El primero de ellos, Muhmmad al Saquri, nació en
Segura, cerca de Murcia, ejerció su profesión de médico en la corte de Granada
para los sultanes nazaríes Yusuf I y Muhammad V. En el resumen titulado “El
buen consejo” (Nasiha) sacado de su gran obra titulada “Información exacta
acerca de la epidemia” (Tahqiq al naba' an amr alwaba'), el médico da
gran importancia a la purificación del cuerpo gracias a la alimentación y a los
remedios. Para combatir la peste negra prohibía los pasteles y las salazones
recomendando alimentarse con pan hecho con harina, amasado con vinagre. El
consumo de carne era poco aconsejable por tratarse de un producto perecedero,
siendo preferible recurrir a las aves de corral, en especial el pollo. El
enfermo debía de beber agua fría a la que se hubiera añadido vinagre. En cuanto
a frutas estaban autorizadas la manzana, la ciruela, la granada, el membrillo
amargo, así como las peras, los higos, los dátiles y las uvas, siempre que
estuviera en perfecto estado. Entre las hortalizas y legumbres recomendaba las
lentejas y los calabacines.(24)
El segundo médico en describir y estudiar la peste
negra fue el almeriense Ibn Jatima. En su obra “Descripción de la peste y
medios para evitarla en lo sucesivo” (Tahsil garad al- qasid fi 1- marad al-
wafid ), estudia y describe la epidemia de peste negra que afectó a toda
Europa y en especial a Almería. En Europa produjo más de 42 millones de
víctimas. En Córdoba llegaron a morir 500 personas y en Valencia el día de San
Juan murieron 1.200 personas. Para prevenir la enfermedad Ibn Jatima recomienda
actuar sobre los siguientes factores:
-
El aire con perfumes y fumigaciones de mirto y álamo
-
Vida tranquila, no fatigarse, no acalorarse ni respirar deprisa.
-
Alimentos y bebidas. Conviene no cambiar de régimen.
-
Dormir en sitios ventilados y lo habitual. La siesta no es mala.
-
Aconseja una serie de alimentos para evitar el estreñimiento al que da gran
importancia.
-
Es conveniente la alegría, pero sin excitaciones ni tristezas.
-Por
último, recomienda la sangría como método preventivo. También como buen
musulmán recomienda confiar en Dios que es el mejor y más misericordioso
defensor de la salud.(25)
Otro médico granadino Ibn al-Jatib también nos ha
descrito la epidemia de peste de1348, pero esta vez en la ciudad de Granada,
donde fue visir del reino nazarí. Ibn al-Jatib escribió durante el invierno de
1348, momento en que la plaga se encontraba en su apogeo, una obra titulada “El
libro que satisface al que pregunta sobre la terrible enfermedad” (peste) (Kitab
Manfa'at (o Muqni'at) alsa'il'an al-marad al-ha'il). Da una visión del
contagio. “la existencia del contagio está establecida por la experiencia,
estudio y evidencia de los sentidos, por los informes ciertos sobre la
transmisión de la enfermedad por ropas, utensilios, zarcillos; por la
transmisión por personas de una casa, por la infección de un puerto de mar
sano, por la llegada desde un país infectado...”.(26)
La novedad de la medicina andaluza consistía en la
conducta a adoptar en tiempos de epidemia, mientras que los autores cristianos
de España, Italia y Francia atribuían a la corrupción de la atmósfera por la
conjunción astrológica de tres planetas (Júpiter, Marte y Saturno), los
andaluces recomendaban el aislamiento y otras medidas terapéuticas.
En general, los médicos nazaríes hicieron caso omiso
del perjuicio teológico islámico de que la peste era un castigo divino y aunque
reconocieron la posible influencia astrológica sobre la atmósfera recomendaron
una serie de medidas preventivas, algunas que ya hemos enumerado, y entre las
que sobresalen las concernientes a la salud pública: como prohibir la
asistencia a baños públicos en época de epidemia, lavar los vestidos y evitar
la contaminación por medio del contacto con los enfermos o sus ropas y
utensilios.
Estos autores hispanoárabes hablan del inicio de la
epidemia según le habían transmitido diversos mercaderes cristianos, la
enfermedad se había iniciado en la tierra de Khitai, región que el médico
andalusí identificaba con China y Sind (el valle del Indo). De aquí se había
extendido hacia las regiones habitadas por los turcos, hacia Irak y
especialmente hacia Crimea, Persia y Constantinopla.
La importancia de estos tratados granadinos radica
además en que en ellos encontramos las primeras descripciones detalladas de la
sintomatología de la peste en nuestra península. Ambos médicos hispanoárabes
fueron los primeros en identificar los famosos bultos o bubones (tawá'in) que
solían aparecer en los enfermos detrás de las orejas, en axilas e ingle y,
siguiendo también la tradición médica hipocrático-galénica, los explicaron como
resultado de la expulsión de las sustancias corruptas que procedían de los
órganos vitales -cerebro, corazón e hígado- a través de la sangre de las
cavidades cervical, axilar e inguinal. (27)
3.- Consecuencias de la Peste
Llegados a este punto es preciso preguntarnos por
algunas de las consecuencias que tuvo en la vida económica y social hispánica
aquella primera visita de la peste negra. La carencia de fuentes documentales
hace difícil, si no imposible, cuantificar el hundimiento demográfico global
que causó este primer asalto pestífero en los territorios peninsulares. En la
Corona de Aragón, la población de Barcelona, que a mediados de la década de
1340 debía contar con unos 37.000 habitantes, sin duda disminuyó bruscamente
durante las nueve semanas que duró el contagio, y ni tan sólo una fuerte
inmigración que tuvo lugar de manera inmediata pudo compensar las pérdidas. En
Gerona murieron unas 1.140 personas, lo que supondría el catorce por ciento de
sus habitantes, y un tercio de sus regidores. La muerte también sorprendió a
muchos obispos en sus diócesis. La documentación eclesiástica demuestra que
fueron numerosos y apresurados los nombramientos para cubrir los cargos y las
dignidades que quedaron vacantes tras la peste. En Gerona solo sobrevivieron
dos monjes de los catorce que formaban la comunidad de Sant Pere de Galligans y
se redujo a la mitad la de Sant Pere de Rodes. En la corona de Castilla, todos
son datos indirectos. Siguiendo la información que contiene el llamado Libro
de behetrerías, en el que se relacionaban las tierras de los campesinos
libres para ver el grado de desocupados que se producían en beneficio de los
señores que tras la muerte de los labriegos podían apropiarse de aquellas
tierras, el historiador Cabrinalla imputaba únicamente a la peste negra el
abandono total de ochenta y dos lugares del obispado de Palencia y la muerte de
un tercio de la población de Castilla. Posteriormente otros investigadores han
tendido a disminuir ese porcentaje hasta un cuarto y a situarlo en un conjunto
mayor de factores que sobrepasan la dimensión de la peste y durante un período
también mucho más amplio, de 1252 a 1369. En el reino de Navarra es muy
probable que algunas merindades, como la de Pamplona que agrupaba a la ciudad y
a los pueblos vecinos, perdieran hasta un cuarenta y cinco por ciento de sus
habitantes y en la de Estella este porcentaje pudo elevarse hasta incluso un
setenta y cinco, es decir, tres de cada cuatro de sus habitantes.
Además de las incidencias demográficas, difícilmente
cuantificables ante la escasez de fuentes para esa época, la peste negra
provocó en los reinos peninsulares otras derivaciones de carácter socioeconómico
que golpearon con fuerza una coyuntura ya de por sí depresiva. En primer lugar,
las mortandades causaron un importante descenso del número de trabajadores de
la tierra, lo que a su vez repercutió en un notable retroceso del espacio
cultivado. (28)
Este retroceso de los campos cultivados favoreció,
la expansión de los espacios dedicados al pastoreo. Aunque sin duda exagerado,
el padre Sarmiento afirmaría en el siglo XVIII que la ganadería lanar
castellana que sería tan célebre en los siglos siguientes por la institución que
la regentaba, la Mesta, era hija de la pestilencia del siglo XIV. (29)
Por otro lado, por toda la geografía peninsular se
produjo inevitablemente un alza de los salarios de los jornaleros al tiempo que
los precios de los productos alimenticios subían de manera escandalosa en las
épocas de carestía. Asimismo, fue muy frecuente en aquellos años que se
dictaran disposiciones contra vagos y maleantes, con el objeto de que se vieran
obligados a incorporarse al mercado de trabajo.(30)
En la economía medieval española, cuya riqueza
básica giraba en torno a la producción rural y a las diferentes formas de
apropiación de aquella renta por los señores feudales, entre los más
perjudicados por la gran depresión del siglo XIV se encontraban los grandes
propietarios de tierras, sector que incluía tanto a miembros de la nobleza como
a las diferentes instituciones eclesiásticas.(31)
De ahí la actitud agresiva que, con tanta
frecuencia, adoptaron los poderosos en tierras de la Corona de Castilla como en
la Corona de Aragón. La alta nobleza necesitaba nuevas fuentes de ingresos,
única vía para mantener su posición hegemónica como clase dominante. En unos
casos acudieron a los denominados “malos usos”, es decir, a recuperar
costumbres olvidadas del pasado a través de las cuales podían obtener mayores
rentas, aunque fuera a costa de una sobreexplotación de los labriegos en sus
dominios. Esto originó en Cataluña el problema de los llamados campesinos de remensa,
a quienes se les elevó desmesuradamente las condiciones económicas para que
obtuvieran la carta de libertad y se marcharan de los feudos a los que estaban
adscritos, lo cual constituiría un factor fundamental de inestabilidad social y
política en el campo catalán y en las relaciones entre la Corona y el mundo
nobiliario de Cataluña hasta acabar el siglo XV.
En Castilla sería un acercamiento de la nobleza al
poder real para obtener mercedes que compensasen el descenso de sus rentas
feudales. Esto se manifiesta en las luchas fratricidas entre Pedro I y su
hermanastro Enrique de Trastámara, pues una gran parte de la nobleza apoyó a
Enrique que les había prometido más privilegios.
No obstante, no todos fueron perjuicios económicos.
La peste negra también resultó rentable para las arcas de la Iglesia. Si por un
lado el miedo que inspiró aquella calamidad bíblica ayudaría a intensificar la
exacerbación del espíritu religioso de las gentes y multiplicaría así los actos
de piedad masivos, no podemos olvidar tampoco que el discurso teológico que los
hombres de la Iglesia venían alentando desde tiempo atrás sobre las penas del
“más allá” sufridas por las almas en el infierno o en el purgatorio, produjeron
una importante avalancha de donaciones testamentarias que favorecieron a
iglesias y monasterios.
4-Repercusiones Antisemíticas
Inicio
Se comprende perfectamente que al hacer su aparición
la peste negra, con una morbilidad y letalidad sin precedentes, las gentes,
asombradas y aterrorizadas, tratasen de explicarse el porqué de ello. Pero nada
de lo que hoy la ciencia médica conoce, se sabía a la altura de aquel año de
1348 y los que le siguieron. Eran otras las explicaciones que recibían las
gentes. Las causas que se referían a la naturaleza divina o supuestamente
diabólica de la enfermedad eran las que entonces se divulgaban. O también se
pensaban en seísmos, en eclipses, en conjunciones astrales y en anomalías
meteorológicas, en suma, en causas naturales.
También había teorías
más cercanas: La pestilencia que producen los cadáveres con
la consiguiente corrupción del aire, el agua y la tierra (ésta era la teoría
favorita de los médicos), otros creían en un castigo divino o voluntad de Dios
(causa teológica), y unos terceros veían un motivo artificial (que fue la
teoría preferida por el vulgo): la siembra de la epidemia. Ello podía originar
graves tensiones sociales que por lo general terminaban poniendo en peligro la
vida y las haciendas de los que ya de por sí, en épocas normales, no resultaban
bien vistos por la sociedad.(32) (33)También eran sospechosos los peregrinos de
propagar la enfermedad, al ser extraños a las localidades y darse mayor número
de casos en los santuarios, así como en las aglomeraciones religiosas. Algo de
verdad había en estas acusaciones, pues en algunos casos eran portadores de la
enfermedad aunque ellos no lo supieran.(34)
Flagelantes en plena acción fustigadora
Había quien creía que la peste
bubónica no era sino una especie de plaga bíblica que se abatía sobre los
hombres para castigarlos por sus pecados. Este clima de histeria y fanatismo
religioso provocó que muchas personas comenzaran a automutilarse como forma de
redención y penitencia. Se hicieron muy populares las llamadas procesiones de
flagelantes, que recorrían ciudades y pueblos azotándose con varas y látigos,
cual si del mismísimo Juicio Final se tratase, desgarrando sus carnes e
implorando el perdón entre charcos de sangre. Fig. 11
Fig. 11 Flagelantes
Los penitentes se fustigaban con
látigos de cuero anudados con pinchos de hierro. Algunos sufrían graves heridas
entre los omoplatos, y algunas mujeres, extasiadas, recogían la sangre con sus
propios vestidos y se la pasaban por los ojos, al creer que era milagrosa.
Creían que con esa durísima penitencia se conseguiría mitigar la ira de Dios y
aplacar de esta forma la peste. En procesiones que reunían hasta 1.000 fieles,
los flagelantes se imponían caminar durante 33 años y medio como los años que
vivió Jesucristo. Marchaban de ciudad en ciudad realizando actos que hoy
catalogaríamos de masoquistas, ante la muchedumbre histérica. Las gentes imploraban
al cielo, sacaban las reliquias de las iglesias, se realizaban rituales
religiosos, se celebraban múltiples misas… Sin embargo, estos actos
multitudinarios facilitaron en muchas ocasiones la expansión de la enfermedad.
Por su parte, los astrólogos y algunos
médicos creían que la causa de la peste, de los “efluvios malignos del aire”,
se encontraba en la influencia de los astros ¡siempre los astros! concretamente
en la nefasta conjunción de los planetas Júpiter, Marte y Saturno y también al
efecto negativo de eclipses y cometas –al menos esa fue la respuesta que dieron
los físicos de la Sorbona al rey francés Felipe VI cuando planteó qué había
provocado la corrupción del aire. En medio de este catastrofismo cogieron
fuerza las interpretaciones más descabelladas, como que el mal se producía “por
malvados hijos del diablo que con ponzoñas y venenos diversos corrompen los
alimentos”, según reza un escrito contemporáneo.Fig.12
Fig. 12 La peste negra de 1348.
Flagelantes - Goya
En 1348 la peste negra recorrió a
toda velocidad, sembrando la muerte y la destrucción, un largo camino que iba
de Sicilia a Inglaterra. En Italia las autoridades de la ciudad de Pistoia,
convencidas de que Dios estaba castigando al mundo, creían que la ciudad debía
purgar sus pecados. Se publicaron ordenanzas que prohibían el juego, la
blasfemia y la prostitución. Estas normas se empezaron a aplicar en diferentes
ciudades y países.
En Alemania las brutales torturas de
los flagelantes impactaron sobremanera a las gentes. Era creencia común que la
sangre de los mártires era sagrada, por lo que poco a poco este movimiento
heterodoxo fue sustituyendo en amplios lugares a la religión oficial, cuyas
plegarias no evitaban la muerte de nadie. Miles de fieles seguían en masa a
estos personajes, muchos de los cuales se creían dotados de gracia divina a
través del sacrificio de su sangre y afirmaban ser capaces de realizar milagros
en nombre de Cristo. Aseguraban que los niños fallecidos podían hacerlos
revivir y el pueblo creía que algunos animales hablaban gracias a su
intercesión. Estas asombrosas “facultades”, fruto sin duda del fanatismo y la
superstición, no evitaron sin embargo que los cadáveres siguieran amontonándose
en las calles.
Los cristianos comunes creían que
las procesiones de los flagelantes eran una especie de purificación espiritual
que también los elevaba a ellos. El pueblo asociaba su llegada a la
desaparición de la terrible enfermedad, por lo que el papa Clemente VI
comenzaba a inquietarse. El fanatismo era cada vez más extremo y, para que el
Todopoderoso perdonara al hombre, al pecador, en varios lugares se expulsó de
las ciudades a las prostitutas y a los judíos –el colectivo más perseguido–,
que en ocasiones eran quemados vivos, como si fueran brujas. (35)
Pogromo y persecución religiosa
Las últimas décadas del siglo XIV fueron
especialmente duras para los judíos de Europa. Durante los años 1348 y 1349 se
convirtieron en Alemania en víctimas de matanzas tras ser acusados de
envenenarlas aguas y los pozos. El motivo de semejante cargo era que, durante
las epidemias, mientras el pueblo llano moría, las víctimas judías eran
menores. La razón era simplemente la mayor higiene, pero no costó mucho a la
fantasía popular identificar la resistencia a la enfermedad con una conjura
contra los no judíos. Desde Alemania el incendio se extendió por toda Europa.
La situación llegó a ser tan grave que el papa Clemente VI promulgó dos bulas
para instar a la protección de los judíos. El pontífice amenazó con la
excomunión al que atacara o asesinara a los judíos e insistió en que no seles
culpara de las enfermedades que podían asolar a una población. Las intenciones
-además de justas- eran excelentes, sirvieron de poco. Que hubo judíos que
murieron a causa de la enfermedad y que los supervivientes intentaron huir de
la epidemia es un hecho ampliamente documentado, pero esa realidad no impidió
que el pueblo llano se desfogara atacando a un chivo expiatorio en medio de la
calamidad.
Para los cristianos medievales los hebreos eran quienes más ofendían a
Dios, pues los consideraban los responsables de la crucifixión de Jesús –lo que
había despertado la ira divina provocando la epidemia–, así que el odio
popular, alimentado por los sermones de curas exaltados y de los flagelantes,
se volcó contra ellos, creándose así una “leyenda negra” anti judíos, esto se
exacerbaba en las festividades religiosas como Semana Santa. La
acusación de que los judíos hubieran infectado las aguas y los pozos no tenía
obviamente ningún fundamento, pero la idea de que la peste fuera causada por
una acción humana deliberada no era infrecuente en la época, incluso entre las
creencias avaladas por los propios médicos. Jacme d' Agramont la recoge en su
tratado médico sobre la peste. Lo mismo que hiciera en los ambientes médicos de
Montpellier su contemporáneo, el “maestro en artes liberales y medicina”
Alfonso de Córdoba. Agramont contribuyó a propalar la tesis de que la peste
había sido fabricada de forma artificiosa y deliberada, dando la excusa para la
búsqueda de presuntos responsables, por más que ni uno ni otro llegaran a
identificarlos, lógicamente. Aunque Agramont excluía la posibilidad de que esta
peste “artificial” se identificara con la pestilencia universal ligada a un
cambio sustancial del aire, juzgaba muy verosímil que la epidemia que durante
los primeros meses de 1348 estaba asolando Rosellón, Languedoc (incluido
Montpellier) y Provenza, consistiera en realidad en un envenenamiento
deliberado provocado “por malvados hombres, hijos del diablo que con venenos
diversos corrompen los alimentos con muy falso ingenio y malvada maestría”.
Sería, no obstante, injusto responsabilizar a las opiniones de estos médicos de
las matanzas que ocurrieron en aquellos meses contra los judíos en diferentes
lugares de la geografía catalana. Fig. 13
Como es difícil creer que las gentes más humildes
pudieran leer un tratado médico, aunque estuviera redactado en lengua vulgar,
fue indudablemente decisiva la intervención de algunos clérigos que sirvieron
de correa de transmisión para que aquellos argumentos propios de la cultura
médica pasaran a la cultura popular.
Fig. 13 Matanza de Judíos
De hecho, la creciente
corriente de opinión antisemita entre los sectores populares hacía tiempo que
venía propagándose por toda Europa, y no sólo como resultado de las
experiencias cotidianas entre ambas comunidades -las antipatías hacia los
judíos nacían de su buen hacer para los negocios, en especial en el crédito-,
sino también en el plano religioso y simbólico. A través de la palabra de
algunos predicadores, la conciencia religiosa de la gente solía acentuarse en
la supuesta naturaleza demoníaca de la comunidad hebrea, vertiendo
principalmente sobre ella las acusaciones de difamación de la sangre y de
profanación de la hostia, ritos sacrílegos, martirio de niños inocentes como
sacrificios rituales que a menudo conducían a una violencia
anti judía que se desataba a la menor oportunidad. Fig. 14
Fig. 14 Sacrificios rituales
atribuidos a los judíos
Según decían, desde que
se crucificó a Jesús los judíos buscaban, sobre todo en Pascua, la sangre de
niños cristianos puros e inocentes. Varias de estas historias inventadas habían
circulado en Europa en los siglos anteriores y en ocasiones habían dado pie a
que algunos de aquellos niños “mártires” conocieran la gloria de los altares.
De esta forma se justificaban los asaltos y masacres a las juderías. En España
hubo varios casos de niños torturados que se les considera santos incluso hoy
día. Esto último
era motivo de lectura en mi infancia, en los libros de lectura de primaria
teníamos el martirio de Santo Dominguito (36) (37) Fig.15
Fig.
15 Santo Dominguito, crucificado por los judíos, en el “Libro de España” 1954.
Por otra parte, la profanación de la hostia apareció
después de que el Concilio de Letrán de 1215 formulase la doctrina de la
transustanciación. Se decía que los judíos sobornaban a los cristianos para que
les entregasen hostias (el cuerpo de Cristo) que luego torturaban. Acusaciones
de este tipo solían desencadenar de tanto en tanto matanzas de judíos en
diversos países de Europa. La peste añadió un nuevo elemento en que afianzar
aquel odio étnico. (38)
Miles de miembros de este colectivo fueron apaleados y masacrados, en
brutales pogromos –persecuciones– por todo el continente. Se les
acusaba de algo realmente pintoresco: los hebreos, en medio de un complot al
parecer por los judíos de Toledo, habían envenenado el agua de los pozos y
fuentes de toda la Cristiandad y corrompido el aire, lo que había provocado la
peste. Se les sometió a terribles torturas para que confesaran que todos los
hebreos eran culpables de conspiración.
Al fanatismo popular anti judaico se unieran otros
móviles de tipo económico, los amotinados procuraban quemar las escrituras y
contratos de deudas, y quitando la vida pensando los acreedores que así se
verían libres de deudas; pero los reyes por el contrario, además de sus ideas
de justicia, tenían razones también de interés en conservar a los judíos que
tan buenos servicios prestaban a la corona en cuestiones administrativas y
tributarias.(39)
Cronología de las Persecuciones
El 14 de mayo de 1348 fue convocada en la ciudad de
Barcelona una procesión religiosa para pedir a la Providencia que pusiera fin a
la enfermedad. El remedio religioso resultó, sin embargo, ser aún peor que la
enfermedad. Por un lado, la gran concurrencia de gentes al culto aumento aún
más el número de personas contagiadas en las horas siguientes. Además, varios
clérigos comenzaron a alentar desde los púlpitos la idea de que los pozos, el
agua y los alimentos habían sido envenenados, lo que desató la furia popular
dirigida contra la población hebrea. El sábado 17, tras numerosos entierros,
una muchedumbre desesperada se dirigió al barrio judío o call, donde se
saquearon las casas y se asesinó a veintitrés de sus moradores. Con toda
probabilidad, la peste sirvió de pretexto para arreglar viejas cuentas.
Los ataques antisemitas se extendieron como una
mancha de aceite en los días siguientes por las aljamas de las poblaciones
cercanas a Barcelona. En Cervera se mató a dieciocho judíos. Se ha dicho que,
en Tárraga, hubo hasta trescientas víctimas, que su call quedó
totalmente destruido hasta el punto que Pedro IV tuvo que ordenar su
reconstrucción en otro lugar de la villa. Un número parecido de víctimas
tuvieron las comunidades judías de Solsona y Tarragona. En otros lugares, los
judíos se fortificaron en sus calles, patios y castillos, sin salir para nada
de sus barrios. Así pudieron salvarse en Monzón, Lérida y Huesca. (40)
Lérida apenas padeció del asalto a su judería lo
demuestra la escasa documentación al respecto. Pero en Valencia el rey Pedro IV
manda instrucciones a las autoridades ya que había denuncias por parte de los
judíos de que merodeaban “agentes malignos” y agitadores. Y así el 25 de marzo
de 1350 un grupo de individuos irrumpieron en la judería lapidando a todos sus
moradores e incluso a las autoridades que enviaron para sofocar el asalto, por
lo que el rey ordeno se hiciese un castigo ejemplar.
En Gerona, las turbas asaltaron el cementerio judío
y, tras desenterrar
los
cadáveres, procedieron a quemarlos. El repugnante episodio tuvo que ser
contemplado por algunos judíos, a los que no sólo se obligó a estar presentes,
sino que además a continuación, se les dio muerte, arrojando sus restos a las
llamas. Por desgracia, no se trató de una excepción. El asalto a la judería fue
como en otros sitios y como la respuesta de las autoridades fueron débiles, la
gente se envalentonó y en la Semana Santa del 1352 se produjo el asalto teniendo
las autoridades que actuar, en un bando amenazaban a aquellos que escalaran las
tapias de la judería, molestasen e injuriasen a los judíos. En Jaca se
repitieron los tumultos tanto que un escudero que custodiaba la entrada de la
judería resulto muerto. Fig. 16
Fig. 16 Quema de Judíos
Mal podían ser respetadas juderías ni judíos, cuando
en aquella ola de desorden, secuela de la peste negra comparable con la de
inmoralidad siguiente a las guerras de nuestro tiempo, no respetaron ni
iglesias ni clero: el día de Navidad de 1348 un sayón con espada penetraba en
la seo barcelonesa a detener a un clérigo y luego en el palacio
episcopal,
donde éste se había refugiado; en Zaragoza (poco antes del 7 de marzo de 1351)
se asaltaba el arzobispado; en Vich, el presbítero Joan Durán raptaba a las
monjas Blanca Pola y Fresca de Marimón; así como unos desalmados
escalaban con nocturnidad el convento de Santa Clara de Calatayud y raptaban y
violaban a dos religiosas; se asesinaba a Bernat de Vallseca, abad
de San Cucufate de Vallés y a Guerau Bruch., canónigo de la catedral
de Tarragona. (41)
Los regidores de Barcelona así como las autoridades
reales, desbordados por los acontecimientos de mayo, decidieron informar
inmediatamente al rey aragonés, Pedro IV el Ceremonioso, que entonces se
encontraba en Valencia. El rey respondió con severas normativas que pusieran
orden en Barcelona y en las restantes villas en las que se habían producido los
ataques. El 3 de junio el rey tuvo que dirigirse además a los vicarios
episcopales y al capítulo de la catedral de Barcelona para pedirles que ningún
eclesiástico se extralimitara en su oratoria anti judía. Sin duda, la
protección del monarca hacia la comunidad judía no era desinteresada, dado que
velar por la prosperidad de los barrios judíos era también cuidar del gran caudal
económico que representaban sus impuestos para las arcas reales. (42)
En Castilla se tienen pocas noticias de la peste
negra y no consta que hubiera por esta causa atropellos contra los judíos, si
bien sufrieron como los cristianos los efectos de la epidemia. Indirectamente
podemos saber de una forma aproximada la incidencia de esta epidemia en Toledo,
se conservan las inscripciones funerarias del cementerio hebreo, que nos
revelan los nombres de los principales judíos que perdieron entonces la vida. Se
conserva la transcripción de una treintena de epitafios datados en esta época;
el hecho de que casi todos ellos se refieran a familias judías de apellidos
ilustres, nos hace elevar bastante el número de muertos por la peste, pues sin
duda se cebaría más en los judíos pobres sin medios ni interés en perpetuar sus
nombres en inscripciones funerarias; por esta última razón encontramos también
menos epitafios de mujeres. Estos epitafios toledanos son considerados como uno
de los más bellos del mundo por el tono poético en el elogio a los muertos.
(43)Es también más que probable que estas matanzas antisemitas tuvieran lugar
en algunas de las regiones andaluzas con fuerte presencia hebrea, aunque con
menor intensidad en esta primera embestida de la peste, como fue el caso de la
localidad de Arjona.
En Navarra la combinación de cargas con acusaciones
no por delirantes menos dañinas resultó insoportable. La huida del reino,
comenzada hacía tiempo, llegó a extremos escalofriantes. Un padrón general elaborado
por orden del rey Carlos II nos muestra que, excluida la judería de Pamplona, tenía
cuatrocientos veintitrés hogares judíos en las cuatro merindades del reino. El
dato es significativo si se tiene en cuenta que unos años antes, tan sólo en el
término de Tudela había medio millar de hogares. Lo terrible es que el descenso
se debía únicamente a la violencia de todo tipo ejercida sobre las juderías, y
que esa circunstancia sólo podía ir en perjuicio del reino. Señálese como dato
curioso y significativo que un judío como rabí Azag estaba encargado del proyecto
de traer a Tudela el agua del río Aragón. Y esto no era una excepción de los
servicios que podían prestar al reino. En las últimas décadas del siglo XIV, en
el reino de Navarra apenas quedaban algunos hebreos en las juderías de
Pamplona, Estella y Tudela. Ansiaban sobrevivir e hicieron todo lo posible por conseguirlo.
En 1375 y 1384 intentaron llegar a algún acuerdo con el rey para vivir en paz
en Navarra a cambio de contribuir de manera sobresaliente a levantar las cargas
del reino. En 1392 ofrecieron una importante suma al rey de Navarra para
sufragar su viaje a Francia. Sin embargo, a esas alturas la situación para
ellos en casi toda la península era desesperada.
En el resto de Europa sucedía lo mismo como muestra,
Sebastián Minister, decía que en muchos sitios de Alemania los judíos
perseguidos se encerraban en sus casas y ellos mismos se prendían fuego,
llegando en Maguncia a fundirse la campana de la iglesia mayor a causa de los
incendios. En otras ciudades imperiales derribaban las casas de los judíos y
hacían con sus piedras y con las losas de sus cementerios, murallas y
fortalezas.(44)
Esto provocó grandes matanzas en
Carcasona y en Narbona, entre otros lugares. En los guetos millares de personas
fueron descuartizadas, degolladas y quemadas vivas por los cristianos. En enero
de 1348, 600 judíos fueron quemados vivos en Basilea, matanzas que se
repitieron en Zurich y Chillón y que se avivaron en la Corona de Aragón, donde
muchos miles fueron pasados a cuchillo. El día de San Valentín de 1349, los
ciudadanos de Estrasburgo reunieron a 2.000 judíos que acabaron ardiendo en la
hoguera. El caos se apoderó de toda Europa, los saqueos fueron cada vez
más frecuentes y la violencia se convirtió en una amenaza aún más terrible que
la peste.
A las explosiones
sangrientas se sumaron los intentos continuados por reducir los ámbitos donde
podían vivir los judíos. En 1370, Valencia solicitaba de Pedro IV que los
judíos no pudieran rebasar de los límites de la judería. Al año siguiente, el
rey aceptaba la petición fijando una multa de veinte maravedíes de oro para
cualquiera que traspasara los muros de la aljama.
A pesar de que el papa Clemente VI,
desde Aviñón –entonces sede pontificia–, hizo un llamamiento a la población y
mediante una bula prohibió las matanzas, los saqueos y la conversión forzosa de
los judíos sin juicio previo, afirmando que éstos enfermaban igual que el resto
de la población, y la epidemia se daba igual donde no había hebreos, lo que
hacía improbable que fueran los responsables, las persecuciones continuaron, si
cabe con más inquina.
Aquellos judíos que no habían sido
asesinados o muertos por la peste, tuvieron que abandonar su hogar y exiliarse.
A finales del siglo XIV, en amplios territorios de Francia, Inglaterra y
Alemania ya no había ninguno. Sin embargo, éstos fueron acogidos en Cracovia
(Polonia), por el rey Casimiro el Grande. Nadie creía entonces que en pleno
siglo XX la comunidad hebrea volvería a ser masacrada, esta vez por la ira de
los nazis. Fig. 17
Fig. 17 Viejo judío. Rembrandt. Museo L´Ermitage. S.
Petersburgo
Pero lo peor estaba por llegar para
los judíos. En 1391surgió en Ecija un brote de fanatismo religioso, provocado
por el arcediano Ferrán Martínez que se extendió de manera fulminante por toda
la Península, con masacres, robos, violaciones y quema de la mayoría de las
juderías, desapareciendo alguna de ellas para siempre.
La terrible plaga había dejado su
huella de muerte y destrucción a lo largo de miles de kilómetros, atormentando
el alma de millones de personas y diezmando casi a la mitad la población
europea. Con el tiempo los hombres volverían a tomar el control de la
situación, pero ya nunca volverían a ser los mismos. Ahora conocían las llamas
del infierno.
El poeta italiano Petrarca cantó
como nadie el sufrimiento y la pena, la pérdida de los seres queridos que causó
la peste bubónica: “Considera lo que hemos sido y lo que ahora somos…/¡Dónde
estáis amigos queridos!/ ¡dónde los rostros amados!/ Éramos una multitud, ahora
estamos casi solos…”.(45)
Notas
1.- Zoonosis son un grupo de
enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de los animales a
los humanos. Reservorio de un agente es el hábitat donde residen, crece, y se
multiplica. Pueden ser seres humanos, animales y el ambiente. OMS Zoonosis y
medio ambiente- World Health Organization; https://www.who.int/foodsafety/areas_work/zoonose/es/
2.- MURRAY Patrick R; ROSENTHAL Ken S; PFALLER Michael A. Microbiología Medica 8ª Edición, Edit. Elsevier Ámsterdam-
Barcelona- 2017. pp. 311-313.
3.-MURRAY Op.cit. pp. 312.
4.- Los problemas de la pulga se ven incrementados
cuando, víctima de la enfermedad, la rata muere. La pulga, azuzada por el
hambre, se ve obligada para sobrevivir a buscar un nuevo huésped que tenga la
temperatura adecuada y que puede encontrar en uno de los vecinos humanos de la
rata. GONZÁLEZ FUSTE F; GILI MINER M. “Epidemiologia
y profilaxis de la Peste” en PIÉDROLA GIL G. Medicina preventiva y social Higiene y Sanidad Ambiental Edit.
Amaro Madrid 1980 pp. 850-855
5.- En Venecia donde llegó
la epidemia en los primeros momentos, al ser una ciudad con gran comercio
marítimo, tomaron medidas como el poner los barcos en cuarentena, ellos fueron
los primeros, y crear un cuerpo especifico, “los médicos de la peste” llevaban
unos ropajes que, sin mirar la estética, tenían la misma funcionalidad que en
la actualidad para prevenir el contagio. Consistía en una túnica larga hasta
los pies, unas botas y guantes largos, que aislaban al médico, hoy se utiliza
lo mismo,pero con una variante que suele ser un “mono” cerrado en tobillos y
muñecas. También un sombrero al que adosaban una máscara con un pico que
rellenaban con plantas aromáticas, creían que prevenía el contagio, hoy en los
laboratorios de alta seguridad se llevan una especie de escafandras que se
cierran con el traje haciéndolohermético. GONZÁLEZ FUSTER, Óp. cit. pp. 26
6.-Por aquel entonces nada se sabía de la naturaleza
microbiana de la peste. No fue hasta finales del siglo XIX cuando se comenzó a
tener un conocimiento científico sobre las causas microbianas que provocaban la
mayoría de las enfermedades epidémicas. Fue el médico suizo Alexandre Yersin,
discípulo del propio Pasteur, el que finalmente descubriría en 1894 el bacilo
causante de este mal, durante las investigaciones que llevó a cabo sobre una nueva
epidemia que se había declarado en la región china de Cantón. BETRAN MOYA, J. L. Historia de las
Epidemias en España y sus colonias (1348-1919) Ed. La esfera de los libros
Madrid. 2006. pp. 19-66
7.- LE ROY LADURIE E., “Un concept: L´unificatión
microbienne du monde XIV-XVII siécles”, Revue
Suisse d´Histoire 23, Zurich, 1973.p. 628.
8.- BETRAN, Op.
cit. pp. 28-29.
9.- BETRAN, Op.
cit. p. 38.
10.- AMASUNO M. V. “Cronología de la Peste en la
Corona de Castilla durante la segunda mitad del s. XIV” Edit. Universidad de
Salamanca, Stud, Hist., Ha. Mediev., 12,
1994, p. 26.
11.- ARIÉ R. “España musulmana t. IIII” en TUÑÓN DE
LARA, M. Historia de España, Barcelona,
1982, pp. 422.
12.- BETRAN Óp. cit. pp. 41
13.- RUIZ DE LOIZAGA S., La peste en los reinos peninsulares según documentación del archivo
vaticano (1348-1460), Bilbao, 2009 Edit.
Museo Vasco de Historia de la Medicina y de la Ciencia, pp. 55.
14.- Las escrituras fechadas entre 1300 y 1348 suman
un total de 61. Las comprendidas entre 1349-1399 alcanzan la suma de 230
cartas. Ello nos da un índice de 1,2 para la primera mitad del siglo XIV y de
4,5 para la segunda. Esto indica un estancamiento demográfico de la primera
mitad respecto a la segunda. El gráfico del índice de escrituras (testamentos) da
uno de sus picos más altos en 1349. NIETO CUMPLIDO, M. «La crisis demográfica y
social del siglo XIV», Anales del Instituto de Bachillerato «Luis de
Góngora», t. III, Córdoba, 1972, pp.25-33.
15.- AMASUNO, Op.Cit.p.26.
16.-COLLANTES DE TERÁN, A. Historia de Andalucía,
Planeta, Barcelona, 1980, III, p.78.
17.- AMASUNO, Op.cit. p.27
18.- Se ha calculado que la Peste Negra mató
alrededor del 30% de la población europea. Las ciudades más afectadas fueron
las portuarias y comerciales, como Marsella y Albi, donde murió el 60% de sus
habitantes. En la Península Ibérica, se han hecho estudios de mortalidad para
cada Reino. Así, el reino de Castilla y León perdió alrededor del 20% de la
población, en Aragón murió un 35% de sus habitantes, siendo Cataluña la más
perjudicada, y en el reino de Navarra con una poblaciónestimada de unas 80.000
almas, fue la más afectada de la Península, con un 50% de la población víctima
de la Peste. En ciertas comarcas, como Estella, superior al 70 por 100,
produciendo una caída demográfica impresionante. RUIZ DE LOIZAGA,Op.cit. p.33.
19.- BETRAN, Óp. cit. pp.27-45.
20.- Ortiz de Zúñiga relata que ya en el año 1363
toda Andalucía se veía afligida por aquella “segunda mortandad”, expresión que
usaba para diferenciarla de la “primera” de 1350, en la cual decía que murieron
muchísimas gentes tanto en Sevilla como en Córdoba. En la primera, el médico
converso Juan de Aviñón confirmaba la naturaleza bubónica del contagio al
describirla como una “gran mortandad de landres en las ingles y en los sobacos”
para cuyo remedio se aplicaba a los enfermos uno de los fármacos más célebres
de la medicina clásica, la llamada triaca, en cuya composición se empleaba,
entre otros muchos elementos, la mirra y el azafrán. AMASUNO, Op.citp.33.
21.-BOCACCIO G. El Decamerón, Edit. Plaza y Janes,
Barcelona, 1964,pp. 7-13.
22.- BETRAN, Op.
cit pp 19-24.
23.- ARIÉ, Op.
cit pp 422-423.
24.- ARIÉ, Óp. cit pp. 422-423.
25.- FERMAT, J. “Contribución al estudio de la medicina árabe española: El almeriense
Aben Jatima”, Actualidad médica.44, 1958. pp. 499-513.
26.- ARIÉ,
Óp. cit pp. 422-423.
27.- BETRAN, Op.cit. p.25.
28.-Un ejemplo significativo nos lo ofrecen los
libros de cuentas de la catedral de Burgos del año 1352, en los que el
racionero del cabildo registra numerosas heredades vacías por la peste que se
había padecido. En las Cortes de Valladolid de 1351 se alude al riesgo de que,
ante el descenso de los trabajadores del campo, se dejen de labrar “las
heredades del pan y del vino”. Es probable, no obstante, que en aquellas
circunstancias fueran las tierras marginales las primeras en ser abandonadas.
BETRAN, Óp. cit p. 26.
29.-RUIZ DE LOIZAGA, Óp. cit. p. 46.
30.-De ahí que por aquel entonces se adoptaran
medidas parecidas en las Cortes de los diferentes reinos españoles para regular
unos y otros. Así, el sucesor de Alfonso XI en Castilla, el joven Pedro I,
atendió en las cortes de Valladolid de 1351 las reclamaciones de la nobleza
castellana quejosa “que por la mortandad que ovo en el tiempo pasado, los dichos
menestrales e labradores que han de labrar las heredades” resultaban muy
costosos. De esta queja señorial nacería el famoso “Ordenamiento de
menestrales”, un decreto cuyo objetivo fundamental consistía en fijar un tope
máximo a los salarios de los jornaleros y menestrales y así frenar la tendencia
alcista que se vivía en los momentos posteriores al contagio. BETRAN, Óp. Cit. p.
27.
31.-Así el obispo de Oviedo don Gutiérre cuando se
quejaba en 1383 que “de las mortandades acá han menguado las rentas de nuestra
Eglesia cerca la meatad dellas, ca en la primera mortandad fueron abaxadas las
rentas de tercia parte, e después acá lo otro por despoblamiento de la tierra”.
El acusado descenso poblacional, eran, según ese texto, la causa principal del
declive de las rentas de los poderosos. En verdad la disminución del número de
campesinos dependientes se traducía en una indudable baja de las rentas que
percibían los señores. BETRAN, Óp. Cit. p. 28.
32.- BETRAN, Op.cit. p.25.
33.- LEÓN TELLO, P.“Judíos
toledanos víctimas de la peste negra”,Sefarad:
Revista de Estudios Hebraicos y Sefardíes, ISSN 0037-0894, Año 37, Nº. 1-2, 1977, pp. 333-337.
34.- Acerca de esta última, Guido de Chauliac, que
como médico de Clemente VI residía en Aviñón, donde atendió a los apestados y
que no la rebate porque no la toma en cuenta, refiere: “En algunas partes
creyeron que los judíos emponzoñasen el mundo y assí los matavan. Y en otras
partes, los pobres desmembrados, huyan dellos. En otras, los nobles y assí
dudavan de yr por el mundo. Y finalmente, a tanto llegó, que ponían guardas en
las ciudades y villas y no dexavan entrar alguno, salvo el que era bien
conocido. Y si a algunos hallasen polvos o ungüentos, temiendo que fuéssen
beviendas o poncoñas, hazíanselas tragar y comerlas; hazían qualquere cosa que
dixese el pueblo” LÓPEZ DE MENESES AMADA;“Una consecuencia de la peste negra en
Cataluña”. El pogrom de 1348 Sefarad:Año 19,Nº1, 1959, p. 95.
35.- Marcados
desde sus orígenes con el estigma de pueblo maldito, el hecho de mantener sus
costumbres, su lengua y religión, apartados del resto, les convertía en foco
habitual de la ira de los cristianos. Además, practicaban el préstamo de dinero
y recaudaban impuestos para la nobleza, lo que para una población que no
admitía por principio religioso la usura, constituía toda una verdadera
afrenta. Con la llegada de la muerte negra, el odio que se sentía hacia este colectivo
desde hacía siglos se volcó contra ellos. HERRADÓN, Óscar. “La peste negra y la quema de judíos”,Rev. Enigmas
http://alanmio.obolog.com/peste-negra-apocalipsis-medieval-2166463
36.- Estas
acusaciones se hicieron por toda Europa, tal fue el caso de
William de Norwich (muerto en 1144), un curtidor de doce años que había sido
supuestamente sacrificado por los judíos; de Richard Pontoise (muerto en 1179),
enterrado y venerado en el cementerio de los Santos Inocentes de París; de
Hugues de Lincoln (muerto a los ocho años en 1255); o de San Werner (muerto en
1287), asesinado por judíos en Oberwesel, en la diócesis de Treves. Aquí en
España hay varios ejemplos como: uno de
los más conocidos fue la supuesta crucifixión del niño Santo Dominguito
del Val (Zaragoza, siglo XIII, al cual los zaragozanos católicos
todavía le rinden culto.)Otro caso notorio fue la supuesta crucifixión del
niño de Sepúlveda, en 1468. Y el martirio del Santo Niño de la
Guardia, sin nombre ni cadáver ni constancia de los hechos en el momento en que
presuntamente sucedieron. También recogidas por Alfonso X el Sabio, Partidas, VII, XXIV, ley 2 sobre
estas presuntas prácticas rituales. BUENO
GARCÍA, F. Los judíos de Sefarad Granada,
Edit. Miguel Sánchez 2009 p. 173.
37.-PEREZ DE URIEL, J. El libro de España, Edit. Luis Vives, Zaragoza, 1954,p. 68.
38.- BETRAN, Op.cit. p. 39.
39.-
LEÓN, Op.cit. p.334.
40.- Manuel García Fernández es poco preciso cuando
afirma: “En el antisemitismo que se desarrolló en el Reino de Sevilla en la
segunda mitad del siglo XIV intervinieron muchos factores que desencadenaron un
fenómeno de manifestación de mentalidades de gran complejidad. Nos inclinamos,
pues, a creer que el asalto a las juderías responde a una manifestación más de
la presión generalizada que se viene desarrollando y perfilando en la región
desde fines del siglo XIII y que
estalla ahora a raíz de la gran peste negra de 1348” (El reino de Sevilla, p.
321). Tal vez se refiera este historiador al asalto contra la judería sevillana
que tiene lugar en 1354, y que se produce esgrimiendo el pretexto tan manido de
acusar a sus componentes de una supuesta profanación de la Sagrada Forma,
aunque, tal vez, “la inquietud general religiosa y social que se había
extendido por Europa como consecuencia de la plaga” LEÓN TELLO, P. Óp. cit. pp.
147.
41.- AMASUNO, Op. cit pp. 130-131.
42.-
BETRAN, Op.cit. pp 38-39.
43.-
LEÓN Op.cit. p. 335.
44.-
LEÓN Op.cit. p.333.
45.-
HERRADÓN, Op. cit.
CONSECUENCIAS DE LA PESTE
NEGRA
DEMOGRÁFICAS ECONÓMICAS POLÍTICAS SOCIALES GRANDES
BENEFICIADOS
Aumento de
Mendicidad -Delincuencia
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Privilegios de la Mesta
|
Aumento del
Patrimonio
|
Despoblamiento Caída del Comercio Nueva Dinastía
Pueblos Abandonados
Subida de Precios (mercedes
enriqueñas)
Revueltas
Campesinas y Urbanas
Represión
Dura
EXACERBACIÓN DEL
ANTISEMITISMO
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